miércoles, 6 de julio de 2005

El rock de los pobres (I)

¿Para qué sirve la “ayuda” a los países pobres? La respuesta es terriblemente vergonzosa: Para hacer conciertos memorables, para vender discos, para engrosar cuentas de dictadores y caciques en paraísos fiscales, para sostener grandes burocracias internacionales…
Me escribe una lectora: “El fin de semana escuché respecto del concierto para ayudar a las personas de África; sin embargo todos los millones de dólares que a lo largo de los últimos veinte años (por lo menos) se han concedido a ese continente ¿dónde están? Me contesto que en cuentas bancarias de los dictadores y ‘hombres fuertes’ de esos países en esos momentos. Entonces todos esos años los bancos prestaron con intereses a esos países, para que después ese dinero regrese a una cuenta personal del ladrón en turno…”
El problema es peor y va más allá de los escandalosos casos de corrupción flagrante de dictadores y caciques que se roban los recursos que los países pobres reciben en forma de ayuda: préstamos blandos, subsidios y hasta la ayuda humanitaria en casos de hambrunas, guerras civiles y desastres naturales.
La verdad es que los conciertos políticamente correctos para “ayudar” a los más pobres del mundo – al igual que las instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial, cuya misión real es “mover dinero” de los países ricos hacia los países pobres confiando en que eso es mejor que nada- podrían representar uno de los casos más trágicos de auto-engaño planetario.
William Easterly, profesor de economía en la Universidad de Nueva York, ex funcionario del Banco Mundial y autor de uno de los libros más reveladores de ese gigantesco auto-engaño (The Elusive Quest for Growth: Economist’s Adventures and Misadventures in the Tropics”), muestra el resultado de sus investigaciones en una gráfica dramática de dos líneas que semejan una gigantesca letra “X”. La gráfica se llama “Ayuda y Crecimiento en África”, promedios móviles de diez años para el período 1970-1999.
Simplificando: La variable “ayuda” – préstamos blandos, subsidios, condenaciones de deudas anteriores, aportaciones directas de gobiernos y de organismos multilaterales- va de abajo hacia arriba (aumenta) leyendo la gráfica de izquierda a derecha, mientras que la variable “crecimiento” sigue la dirección inversa: de arriba hacia abajo (disminuye). La escala para la variable “ayuda como porcentaje del PIB” va de 5% a 17%; la escala para la variable “crecimiento per cápita” va de menos 0.5% a 2 por ciento. (Ver: Can Foreign Aid Buy Growth?, investigación del propio Easterly del verano de 2003, disponible en el sitio: http://www.nyu.edu/fas/institute/dri/Easterly/index.html en “Research”).
Mientras más “ayuda” recibe África, más pobre se vuelve. Así de terrible.
Esa “X” gigantesca es la expresión más elocuente del trágico auto-engaño – y fracaso – detrás de las ideas convencionales acerca de la ayuda para los países pobres.
Valdrá la pena explorar en los siguientes artículos en qué nos estamos engañando, ¿qué hemos dado por sentado cuando en realidad nadie lo ha comprobado?, ¿estamos definiendo correctamente conceptos como “ayuda”, “inversión” y “crecimiento”?, ¿cuáles son las excusas para este trágico auto-engaño global que ha durado tantas décadas?

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal