En el espejo de Francia
¿Qué hay detrás de las terribles jornadas de violencia urbana, vandalismo y caos que se viven hoy en Francia? Decadencia, una burocracia gubernamental hipertrofiada y asfixiante, una clase política corrupta y corruptora, el desencanto final ante las mentiras del Estado de Bienestar socialista e intervencionista. Hastío, descreimiento religioso. Desesperanza.
“Aún más preocupante que la mediocridad económica, la rigidez estructural y los persistentes problemas sociales…es la falta de esperanza entre la gente en Francia- una completa falta de fe en que el futuro pueda brindarnos algo mejor que en lo que se ha convertido la última nación colectivista en el mundo occidental”.
Esto lo escribió el 28 de abril de 2005 en The Wall Street Journal, el libertario francés Aurélien Véron, vicepresidente del grupo Liberté Chérie. En el artículo enuncia datos escalofriantes acerca del opresivo aparato gubernamental francés: Cerca del 55 por ciento del producto nacional bruto es acaparado por el gobierno, la economía francesa obtiene el vergonzoso lugar 122 en términos de libertad económica (listado del Fraser Institute de Canadá), crónico desempleo que en los últimos 20 años ha oscilado de 8.5 a 12 por ciento y del que son las principales víctimas los jóvenes entre los 15 y los 24 años (sólo el 25 por ciento de ese grupo de jóvenes franceses tiene empleo, contra el 54 por ciento de los jóvenes de esa edad que tienen empleo en los Estados Unidos), los desempleados en Francia permanecen sin trabajo un promedio de 16 meses (el promedio en los Estados Unidos, en cambio, es menor a cinco meses) y concluye: “Nadie se debe sorprender de que la juventud francesa se sienta insegura y vulnerable”.
Véron explica que el Presidente Jacques Chirac, que goza desde 2002 de una cómoda mayoría parlamentaria, ha traicionado la plataforma de reformas liberalizadoras que podía haberse esperado de él y por el contrario ha reforzado las políticas socializantes de opresiva presencia gubernamental en la economía, ha predicado el más feroz anti-americanismo y se ha mostrado alérgico a cualquier reforma de libre mercado. Podría añadirse el sórdido historial de corrupción que persigue a Chirac y sus relaciones comerciales – desde antaño- nada claras con el régimen depuesto de Saddam Hussein y que le ganaron el mote de Monsieur Irak.
Desde su más tierna infancia el francés camina en un universo tan centralizado como el del último régimen soviético, describe Véron. La rígida estructura de las escuelas públicas mata cualquier chispa de creatividad y ambición. Y ese elefante blanco – o mamut – sigue sometido a una dieta alta en calorías. Raramente un título obtenido en una universidad pública francesa conduce a una carrera profesional productiva (por lo general, engrosa las filas de la mendicante burocracia dizque académica).
Vale la pena leer íntegro el agudo artículo de Véron “Jacques in charge” (ver aquí) que desnuda la pesadilla que es el “Estado niñera” francés. Es una explicación lúcida de algunas de las causas de la crisis que hoy ha estallado en las calles de Francia.
“Aún más preocupante que la mediocridad económica, la rigidez estructural y los persistentes problemas sociales…es la falta de esperanza entre la gente en Francia- una completa falta de fe en que el futuro pueda brindarnos algo mejor que en lo que se ha convertido la última nación colectivista en el mundo occidental”.
Esto lo escribió el 28 de abril de 2005 en The Wall Street Journal, el libertario francés Aurélien Véron, vicepresidente del grupo Liberté Chérie. En el artículo enuncia datos escalofriantes acerca del opresivo aparato gubernamental francés: Cerca del 55 por ciento del producto nacional bruto es acaparado por el gobierno, la economía francesa obtiene el vergonzoso lugar 122 en términos de libertad económica (listado del Fraser Institute de Canadá), crónico desempleo que en los últimos 20 años ha oscilado de 8.5 a 12 por ciento y del que son las principales víctimas los jóvenes entre los 15 y los 24 años (sólo el 25 por ciento de ese grupo de jóvenes franceses tiene empleo, contra el 54 por ciento de los jóvenes de esa edad que tienen empleo en los Estados Unidos), los desempleados en Francia permanecen sin trabajo un promedio de 16 meses (el promedio en los Estados Unidos, en cambio, es menor a cinco meses) y concluye: “Nadie se debe sorprender de que la juventud francesa se sienta insegura y vulnerable”.
Véron explica que el Presidente Jacques Chirac, que goza desde 2002 de una cómoda mayoría parlamentaria, ha traicionado la plataforma de reformas liberalizadoras que podía haberse esperado de él y por el contrario ha reforzado las políticas socializantes de opresiva presencia gubernamental en la economía, ha predicado el más feroz anti-americanismo y se ha mostrado alérgico a cualquier reforma de libre mercado. Podría añadirse el sórdido historial de corrupción que persigue a Chirac y sus relaciones comerciales – desde antaño- nada claras con el régimen depuesto de Saddam Hussein y que le ganaron el mote de Monsieur Irak.
Desde su más tierna infancia el francés camina en un universo tan centralizado como el del último régimen soviético, describe Véron. La rígida estructura de las escuelas públicas mata cualquier chispa de creatividad y ambición. Y ese elefante blanco – o mamut – sigue sometido a una dieta alta en calorías. Raramente un título obtenido en una universidad pública francesa conduce a una carrera profesional productiva (por lo general, engrosa las filas de la mendicante burocracia dizque académica).
Vale la pena leer íntegro el agudo artículo de Véron “Jacques in charge” (ver aquí) que desnuda la pesadilla que es el “Estado niñera” francés. Es una explicación lúcida de algunas de las causas de la crisis que hoy ha estallado en las calles de Francia.
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