Gravar el conocimiento: Pésima idea
El hecho de que uno sea un buen científico - dedicado, digamos, a la biología molecular- no quiere decir que por ese hecho haga propuestas inteligentes de política tributaria.
La doctora Esther Orozco es la primera directora del flamante Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal y ha propuesto la siguiente barbaridad:
La doctora Orozco es una destacada especialista en biología molecular a quien no se le deben escatimar méritos como investigadora científica, pero su propuesta es una tontería del tamaño del Océano Pacífico. Encaracer el conocimiento sólo porque ese conocimiento proviene del extranjero es una propuesta primitiva que, de aplicarse, sólo aislaría a México de la economía del conocimiento, agravaría el atraso del país en productividad – y por lo tanto en bienestar – y ni siquiera beneficiaría a los científicos e investigadores mexicanos que es a quienes Orozco pretende otorgar una ventaja frente a los investigadores extranjeros.
A todas las discapacidades y taras competitivas que le hemos fabricado a México – protegiendo a productores ineficientes y depradores del mercado, sea en producción agrícola, sea en telecomunicaciones, sea en transporte, sea en algunas industrias manufactureras- añadiríamos una barrera proteccionista más: la de los conocimientos científicos y tecnológicos.
Es realmente extraño que una científica competente como la doctora Orozco ignore la importancia crucial de que el conocimiento no tenga nacionalidad ni barreras. ¿Estaría dispuesta la doctora Orozco a pagar un impuesto para enterarse de los hallazgos de sus colegas del departamento de biología molecular de la Universidad de Princeton o por conocer a los avances del Proyecto del Genoma Humano del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos o estaría encantada de pagar un impuesto – que nadie paga en ningún lugar del mundo- sólo por acceder a la impresionante base de datos del Instituo Suizo de Bioinformática (SIB, Swiss Institute of Bioinformatics)?
Doctora Orozco: ¿Usted cree que los avances cientìficos y tecnológicos que han hecho China, los tigres asiáticos, la India y otros países, se lograron encareciendo o abaratando el conocimiento?
Usted sabe la respuesta. No juegue a la política barata, aunque esté en el equipo de Marcelo Ebrard. Dedíquese a la ciencia.
La doctora Esther Orozco es la primera directora del flamante Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal y ha propuesto la siguiente barbaridad:
"Queremos proponer a las entidades correspondientes un impuesto al conocimiento importado. Que las industrias y las empresas que decidan contratar personal y tecnología extranjera paguen un impuesto para preparar mejor a los mexicanos"
La doctora Orozco es una destacada especialista en biología molecular a quien no se le deben escatimar méritos como investigadora científica, pero su propuesta es una tontería del tamaño del Océano Pacífico. Encaracer el conocimiento sólo porque ese conocimiento proviene del extranjero es una propuesta primitiva que, de aplicarse, sólo aislaría a México de la economía del conocimiento, agravaría el atraso del país en productividad – y por lo tanto en bienestar – y ni siquiera beneficiaría a los científicos e investigadores mexicanos que es a quienes Orozco pretende otorgar una ventaja frente a los investigadores extranjeros.
A todas las discapacidades y taras competitivas que le hemos fabricado a México – protegiendo a productores ineficientes y depradores del mercado, sea en producción agrícola, sea en telecomunicaciones, sea en transporte, sea en algunas industrias manufactureras- añadiríamos una barrera proteccionista más: la de los conocimientos científicos y tecnológicos.
Es realmente extraño que una científica competente como la doctora Orozco ignore la importancia crucial de que el conocimiento no tenga nacionalidad ni barreras. ¿Estaría dispuesta la doctora Orozco a pagar un impuesto para enterarse de los hallazgos de sus colegas del departamento de biología molecular de la Universidad de Princeton o por conocer a los avances del Proyecto del Genoma Humano del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos o estaría encantada de pagar un impuesto – que nadie paga en ningún lugar del mundo- sólo por acceder a la impresionante base de datos del Instituo Suizo de Bioinformática (SIB, Swiss Institute of Bioinformatics)?
Doctora Orozco: ¿Usted cree que los avances cientìficos y tecnológicos que han hecho China, los tigres asiáticos, la India y otros países, se lograron encareciendo o abaratando el conocimiento?
Usted sabe la respuesta. No juegue a la política barata, aunque esté en el equipo de Marcelo Ebrard. Dedíquese a la ciencia.
Etiquetas: ciencia, Ciudad de México, impuestos, nacionalismo, políticas públicas, políticos, proteccionismo comercial
3 Comentarios:
Cuando la ciencia no va acompañada del conocimiento, esto es lo que sucede de inmediato: una tontería tan grande, que raya en el nacionalismo absurdo...
Es una gran estupidez. Ojalá otros tomadores de decisiones frenen esta propuesta absurda.
El impuesto propuesto por la doctora Orozco sería muy difícil de recaudar. Yo propongo, en aras de la simplificación, el cobrar un impuesto por uso de ruedas.
Después de todo, la rueda es una tecnología de origen extranjero cuyo uso se ha difundido ampliamente sin tomar en cuenta el impacto que pudiera tener en nuestra cultura e identidad nacional.
Podría fijarse un impuesto unitario a cada rueda producida. Cada vez que alguien produzca una llanta, un valero, un rin, o cualquier otro objeto suceptible de ser montando en un eje y girar deberá declararlo al gobierno y pagar el impuesto correspondiente.
Podría llamarse el INPRU (Impuesto nacionalista a la producción de ruedas). Lo recaudado sin duda alcanzaría para "preparar mejor a los mexicanos" y hasta para financiar el programa de enseñanza obligatoria del náhuatl.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal