jueves, 21 de febrero de 2008

Los ruido – traficantes

Un gran porcentaje de la supuesta información que difunden los medios no es tal sino “ruido” a veces involuntario y a veces deliberado. Por eso, como aconsejaba Antonio Machado, conviene pararse “a distinguir las voces de los ecos”.

El prematuramente fallecido economista Fischer Black (1938-1995) desarrolló, entre otras valiosas aportaciones a las finanzas modernas (derivados y opciones), una sugerente descripción del mercado financiero como el lugar de encuentro entre los “information traders” y los “noise traders”. Dicho en forma simple: Los mercados se mueven porque no somos omniscientes y diferimos en nuestras especulaciones acerca del futuro; pero algunas de esas especulaciones están sustentadas en información – por ejemplo, los datos sobre el crecimiento de las importaciones de bienes de capital que nos dan indicios sobre el futuro de la actividad económica – mientras que otras de las especulaciones se mueven por puro “ruido”, sinónimo de cualquier interferencia que distorsiona los mensajes. Dos ejemplos de ruido: los múltiples datos falsos que maneja en sus peroratas el patriarca de los pantanos (López) o las frecuentes campañas de desinformación que emprenden las televisoras – y sus apéndices- con el objeto de obtener alguna ventaja para sus negocios.

Tomo prestada la descripción de Black para hablar de los traficantes de ruido – o ruido-traficantes- que padecemos en México y en otros países. Tengo para mí que hay una correlación estrecha entre la proliferación de ruido y los obstáculos al desarrollo. Suele haber más ruido que información en los países pobres e improductivos y la más clara muestra de la improductividad es que hay en dichos países muchas más personas que obtienen rentas mediante el tráfico del ruido, que personas ganando utilidades legítimas al difundir información.

Una de las fuentes más prolíficas de ruido son las supersticiones y mitos disfrazados de dogmas “nacionalistas” o “revolucionarios” que caen en tierra fértil gracias a un sistema educativo diseñado para promover y perpetuar la ignorancia. El sistema educativo es la nodriza y ése, y no otro, es el significado de la frase acerca del gran poder que tiene “la mano que mueve la cuna” acuñada por James Joyce.

A mayor ruido en el sistema mayor será la brecha futura entre los ingresos de quienes tienen información y los ingresos de quienes sólo tienen ruido. Y a mayor pobreza y desigualdad se refuerza el negocio de los “ruido-traficantes”.

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