miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Ya se desinfló la burbuja?

El miedo a la recesión en pleno año de elecciones presidenciales en los Estados Unidos parece estar posponiendo, dolorosamente, el ajuste definitivo en los precios de las viviendas y, por ende, las pérdidas en los activos financieros que las viviendas respaldan.

El último martes de cada mes se difunden los índices S &P (Standard & Poor’s)/ Case- Shiller de los precios de las viviendas en 20 áreas metropolitanas de los Estados Unidos. Los índices dados a conocer el martes pasado correspondieron a los precios del cierre de 2007.

Sin duda los precios están sufriendo un ajuste acelerado a la baja. En el índice nacional trimestral se observa una caída en los precios de las viviendas en el cuatro trimestre de 2007 respecto del trimestre inmediato anterior de menos 5.4 por ciento y un decenso anual de menos 8.9 por ciento.

Sin embargo, y a pesar de que los precios han seguido bajando durante enero y febrero, sería precipitado concluir que la burbuja inmobiliaria ya se desinfló. Cabe pensar que la relajación de la política monetaria, así como los estímulos fiscales de emegencia, están posponiendo la caída final. Por su parte, el descenso en las tasas se entiende en los mercados, con toda razón, como anticipo tanto de una futura alza abrupta en las tasas – una vez desatada la inflación- como de una restricción crediticia severa.

El punto más alto de la burbuja inmobiliaria se alcanzó en el segundo trimestre del 2006 (189.94 puntos contra 170.64 puntos del cuarto trimestre de 2007), lo que significa que al cierre del año los precios habían caído 10.6% respecto de su punto más alto. Pero también al cierre de 2007 los precios de la vivienda seguían 20% arriba de los vigentes cuatro años atrás (último trimestre de 2003). Para darse una idea de la magnitud de la burbuja vale la pena recordar que en un solo año, 2005, los precios de la vivienda en Estados Unidos crecieron un impresionante 14.7 por ciento (viniendo de otra alza anual, 2004, de 11.5 por ciento).

Los precios actuales parecen todavía muy altos para que la ejecución de las hipotecas (“foreclosures”) sea viable y se encuentren compradores de los inmuebles que tendrían que rematarse (con pérdidas para los tenedores de vehículos de inversión estructurados, donde están dichas hipotecas).

Va para largo.

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