lunes, 15 de septiembre de 2008

Se acabó la complacencia

La bancarrota de Lehman confirma que se ha terminado una década de complacencia en la economía global. Hay que revisar a la baja las previsiones de crecimiento económico y hay que corregir, a la alza, las previsiones sobre el costo del dinero y del capital. Para variar, el viraje largamente anunciado toma a México muy mal pertrechado, fuera de sintonía, discutiendo apasionadamente sobre detalles decorativos.


La tarde de hoy, lunes 15 de septiembre, no se necesita ninguna bola de cristal para saber que el precio de la mezcla mexicana de petróleo ya estaba muy cerca de los 80 dólares el barril… y cayendo. En su sitio de la red Pemex avisaba que no daría a conocer la cotización diaria hasta el miércoles 17 de septiembre, a las 18 horas, aduciendo como motivo las fiestas patrias. Típico: El mundo debe esperar a que demos el tradicional “grito” y disfrutemos del mullido “puente patrio”…El problema es que el mundo sigue su curso y que los mercados no se detienen para ver si nuestros festejos concluyen en paz.

A estas alturas, el precio del petróleo previsto en el proyecto de Presupuesto de Egresos es candoroso. Pero algunos legisladores siguen haciendo cálculos alegres para aumentar las partidas para el campo, para las universidades, para subsidiar esto o aquello, para estados y municipios…

Ya llegó la época de las “vacas flacas” en la economía mundial (la de las “vacas gordas” nos pasó de noche), pero aquí seguiremos escuchando sentidas declaraciones acerca de la competitividad y la Secretaría de la Función Pública – uno de los más grandes obstáculos a la, de suyo pobre, productividad gubernamental- será el juez de un bonito concurso para descubrir el trámite más engorroso.

Mientras políticos y gobiernos se enteran de que se acabó el entorno favorable (algo que les puede tomar años), le recomiendo anotar lo siguiente para su empresa y su economía familiar: Sólo con productividad se genera valor agregado; no haga presupuestos que dependan de la voluntad de agentes externos o de la suerte; concéntrese en sus ventajas distintivas; explote las economías de escala y no tome créditos sólo porque el banco ofrece no cobrarle comisiones (un anzuelo de veras tonto).

Se acabó lo que se daba. Pregúntele a Richard Fuld, el CEO de Lehman Brothers que dijo en abril: “Lo peor de la crisis ha pasado”.

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domingo, 14 de septiembre de 2008

Precios distorsionados, presupuesto e incompetencia

El proyecto de presupuesto de egresos para 2009 está programando un amplio margen de distorsión en los precios de los energéticos. Esto significa, por increíble que parezca, que el gobierno gastará, otra vez, varios miles de millones de pesos en promover la falta de competitividad.



El gobierno procurará en 2009 que el monto de los subsidios a ciertos energéticos – como la gasolina o el diesel – sea menor que en 2008. Bien, pero la mala noticia es que dicho propósito es muy probable que se vea frustrado, toda vez que la trayectoria futura de los precios del petróleo en el mundo es particularmente incierta.

Y una peor noticia – que todo mundo callamos por conveniencia – es que mediante estas distorsiones en el sistema de precios, México se aleja de los estándares de una economía verdaderamente competitiva en la que la búsqueda de una mayor productividad sea la norma.

Cuando en México un litro de gasolina regular sin plomo cuesta 26% menos que el mismo litro de combustible en Estados Unidos es perfectamente lógico que en México los agentes económicos (consumidores, productores, gobiernos) le demos un menor peso al costo de los energéticos en nuestros cálculos económicos cotidianos. Y es por ello por lo que la política económica plasmada en el presupuesto promueve una mala asignación de los recursos.

La gran ventaja de un mercado libre, en el que concurren varios oferentes en competencia frente a miles de consumidores, y en el que el gobierno no interviene fijando los precios, es que los precios ofrecen la información más fidedigna acerca de la escasez o abundancia de los recursos y permiten asignarlos con mayor eficiencia lo que, a su vez (ojo señor secretario de Economía) fomenta una mayor productividad y, por ende, una mayor competitividad.

Estados Unidos tiene un mercado de energéticos mucho más libre que el de México. Los agentes económicos en Estados Unidos reciben, por tanto, una mejor información acerca del valor relativo de los recursos. Y deciden mejor que nosotros acerca de cómo ponderar los factores que intervienen en la producción o acerca de cómo asignar el gasto familiar.

Todo esto se resume así: Los subsidios a los energéticos son un obstáculo para la competitividad.

Que esto, tan claro, no lo entiendan ni el gobierno, ni los negociantes, ni los institutos privados que pretenden medir la competitividad es una gran tragedia.

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El gran error en el Presupuesto

Se presentó el proyecto de Presupuesto de Egresos para 2009 y se inició el proceso ritual de cada año. Al final, me temo, tendremos un presupuesto que cerrará los ojos al inminente fin del modelo fiscal apuntalado en el petróleo.


La discusión y aprobación del presupuesto de egresos es el más importante ejercicio político de cada año, en el que cada sector, cada entidad, cada grupo de interés, cada partido, lucha por llevarse una mayor tajada de recursos públicos. El resultado de esa lucha – en la que menudean todo tipo de negociaciones y presiones, desde las burdas hasta la sutiles y desde las inconfesables hasta las medianamente decorosas- permite percibir cuál es la verdadera agenda de la clase política y cuán distante suele estar dicha agenda respecto de un modelo racional para asignar eficientemente los recursos escasos.

La mayor falacia consiste en la presunción de que una mayor asignación de recursos públicos resuelve automáticamente problemas. Aunque todos sabemos que aumentar el salario de los maestros – para poner un ejemplo específico – NO ha mejorado los resultados de la instrucción pública medidos por las capacidades y el desempeño de los alumnos, esta vez, como siempre, veremos formidables presiones de sindicatos, partidos, universidades públicas y demás entidades relacionadas con la educación pública, que partirán del mito "aumentar el gasto es la única solución" como si se tratase de un axioma indiscutible o de una evidencia palmaria.

Otra falsa presunción consiste en la creencia de que la totalidad de los recursos pueden asignarse entre distintos destinos en competencia. Falso. El gasto susceptible de reasignarse es un porcentaje menor al diez por ciento del total; lo que, por cierto, incentiva en forma perversa la creación "ex nihilo" (de la nada) de recursos, por ejemplo incrementando el precio previsto para las exportaciones de petróleo y/o el volumen de las mismas, pese a la evidencia en contrario. ¿Alguno de los responsables rendirá cuentas, en el futuro, de las nefastas consecuencias de su "optimismo" infundado y voluntarioso? No.

En el caso del presupuesto para 2009 el gran error, en el que seguramente incurrirá la clase política en su conjunto, será el de desdeñar el hecho irrefutable de que la fuente de una tercera parte de los recursos fiscales se agota inevitable y aceleradamente. La gran irresponsabilidad de unos pocos la pagaremos todos

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El 2009, plagado de riesgos

Lo peor de la crisis económica global no ha pasado. El próximo será un año de débil actividad económica en Estados Unidos y Europa, de presiones inflacionarias tal vez contenidas pero persistentes y de agotamiento de los expedientes monetario y fiscal para estimular el crecimiento.



Una lección que debemos aprender de la estrategia de la Reserva Federal de Estados Unidos durante lo que va de 2008 es que cuando el sistema financiero está en problemas, bajar las tasas de interés de referencia NO se traduce en un estímulo al crecimiento de la actividad económica, sino en un paliativo para posponer o atemperar los quebrantos en el sistema financiero.

En efecto, las bajas tasas de interés del banco central estadounidense no se han traducido en mejores condiciones de crédito para consumidores y productores; por el contrario, dado que el sistema financiero enfrenta aún el proceso de purga de activos crediticios tóxicos, la llave del financiamiento para el común de los mortales se ha cerrado. Las tasas bajas sólo sirven para que el sistema financiero pueda limpiarse gradualmente y, con suerte, para disminuir el monto y la extensión de los quebrantos.

La reciente caída en los precios de los bienes genéricos (commodities) obedece a una disminución de la cantidad demandada, como respuesta del consumidor a los altos precios; en la que nada ha tenido que ver la política monetaria.

Esto significa que el escenario para 2009 combina varios riesgos: 1. Una actividad económica débil; 2. Presiones inflacionarias latentes en energéticos y alimentos, que no se han transmitido de lleno a otros precios, en gran medida por la débil actividad económica; 3. La ineficacia de una política monetaria relajada para estimular la actividad económica (como ha venido sucediendo en Japón durante varios años) y 4. El muy estrecho margen de maniobra para otorgar nuevos estímulos fiscales, que tienen – además- sólo un efecto efímero.

El escenario en Europa no es muy diferente. Hoy en México tal parece que estamos en una precaria "zona de confort" (indicadores macroeconómicos relativamente buenos) que en cualquier momento podría desaparecer.

Ya se presentó, el 8 de septiembre, el Proyecto de Presupuesto de Egresos para 2009, ¿será realista esperar lo deseable, esto es: que los 500 diputados federales le den más peso, en sus discusiones y decisiones respecto del gasto, a los riesgos latentes que a los cálculos electorales?

Me temo que no.

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Reinventarnos como país NO petrolero (3 de septiembre)

El martes 2 de septiembre la mezcla mexicana de petróleo cerró en $100.88 dólares por barril, un precio 30 dólares por debajo del de hace dos meses. Ante esta tendencia, que parece duradera, sigo sosteniendo que sería una temeridad presupuestar los ingresos federales de 2009 con la previsión de un precio del petróleo mexicano arriba de los $75 dólares.



En diarios de circulación global, como Financial Times, la legendaria General Motors está anunciando en planas a color que ahora sí de veras le están apostando a los vehículos eléctricos, específicamente a construir el "Chevy Volt". Anticipan que el 16 de septiembre de 2008 empieza, para ellos, su segunda centuria y también definen: "Nuestro desafío: Nada menos que reinventar el automóvil".

Es propaganda, desde luego, y debe tomarse con escepticismo, pero también es otra de las múltiples señales de que 2008, con sus altos precios del petróleo, pasará a la historia como un punto de inflexión mundial en materia energética.

Tres puntos a tomar en cuenta para poner en perspectiva este cambio de tendencia: 1. Sí hay fundamentos reales que explican el episodio de los altos precios del petróleo; es un hecho que ya no existe aquél margen o amortiguador de unos 5 o más millones de barriles de petróleo excedentes en el mercado global que, otrora, ayudaba a sortear los golpes circunstanciales de oferta (un huracán, una huelga, una tensión bélica) y es un hecho que en el corto y mediano plazos no se ve forma de reconstruir ese margen; pero también es cierto que…

2. Los precios funcionan con singular flexibilidad en una economía global. La caída de la demanda de gasolina en Estados Unidos (así como de millas recorridas y hasta de accidentes fatales en autopistas y caminos) es un ejemplo de libro de texto de cómo funciona la pendiente negativa de la curva de la demanda; suben los precios, cae la cantidad demandada; esto para países como México significa que…

3. Así como GM se plantea, parece que ahora sí en serio, "reinventar el automóvil", países petroleros cuyas reservas declinan inexorablemente (con o sin reformas) deben reinventarse lo antes posible como países no petroleros, mediante reformas fiscales radicales y un achicamiento significativo del sector público, dictado por criterios de eficacia y de racionalidad económica, no ideológicos.

El presupuesto de 2009 debiera ser el primer intento para esa reinvención fiscal; dejemos de apostarle a la renta petrolera.

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Cifra "mágica": $64 dólares el barril (18 de agosto)

Si alguien me preguntase, que nadie lo hará, qué precio promedio pondría en el presupuesto de egresos de 2009 para el barril de la mezcla mexicana de petróleo, mi respuesta sería: $64 dólares. Le explico por qué.


En términos de costo de oportunidad cada persona que compró gasolina regular en México el viernes pasado recibió un subsidio de 2.82 pesos por litro. Este es el diferencial, en pesos, entre el precio promedio de la gasolina regular sin plomo en Estados Unidos ($3.77 dólares el galón, lo que equivale a 10.14 pesos por litro) y el precio de la gasolina Magna en México (7.32 pesos por litro). Medido en porcentaje ese diferencial es 38.5 por ciento.

Dado que el gobierno no parece dispuesto a eliminar de golpe el subsidio implícito en los precios de la gasolina, el mejor escenario para México en el 2009 es que el proceso de abatimiento de los precios internacionales del petróleo –iniciado en julio pasado- lleve los precios "spot" del crudo WTI a los $70 dólares promedio el año próximo, ello permitiría que los precios de la gasolina en Estados Unidos (directamente relacionados con el precio del crudo) cayesen a un precio cercano a los $2.32 dólares el galón.

La brecha actual entre el precio del WTI y el de la mezcla mexicana es de 8.5%, por lo que el precio promedio internacional del petróleo de Pemex debería ser de $64 dólares el barril.

Para que ello suceda es necesario, entre otras cosas, que: 1. Después de las elecciones presidenciales, la Reserva Federal inicie un proceso de alza en las tasas de interés, 2. Que prosiga la disminución de la demanda de gasolina en Estados Unidos, en China y en la Unión Europea, 3. Que se mantenga el proceso de mayor oferta de petróleo que ha iniciado Arabia Saudita y, en general, en los países miembros de la OPEP, 4. Que no se suscite un evento extraordinario que haga prever a los mercados una caída en la oferta mundial de petróleo.

Sólo en dicho escenario, que no es improbable, la apuesta del gobierno mexicano – "sostener el subsidio a los combustibles", como advirtió El Economista/span> – tiene sentido.

O ponen el precio en una cifra cercana a los $64 dólares o deberán restar 200 mil millones de pesos (o más), el monto del subsidio, a sus ofertas de gasto.

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