¿A quién beneficia la libre competencia?
Respuesta: A los consumidores más pobres. Veamos por qué.
Hay dos formas de combatir la pobreza: la ruinosa y la efectiva.
La forma ruinosa de combatir la pobreza: Impedir el funcionamiento de los precios en un mercado libre (lo que “mata” las ventajas relativas y absolutas) sea mediante uno o varios de estos mecanismos: Controles de precios, subsidios a los productores ineficientes, subsidios no discriminados al consumo (que benefician a los más ricos, que son quienes consumen más; verbigracia: tasa cero de IVA en alimentos), barreras a la entrada de más oferentes en el mercado (impedimentos a la inversión privada y extranjera; prohibiciones o aranceles elevados a la importación y otros), restricciones a la libre exportación (verbigracia: el gobierno argentino impide la exportación de carne dizque para bajar los precios internos; lo que conseguirá es desalentar la oferta y por tanto ¡elevar los precios!); sesgos fiscales o de regulación a favor de determinados productores o gremios.
La forma efectiva de combatir la pobreza es liberalizar la economía, permitiendo la libre entrada de cualquier oferente (libertad de inversión) y garantizando el libre acceso a cualquier demandante (libertad de comercio).
Los demagogos, que confunden el éxito competitivo con el abuso, dirán que esta segunda forma de combatir la pobreza (que no es otra cosa que generar bienestar) es “injusta” porque premia a los más eficientes, a los más talentosos y a los más productivos. Lo cual revela, de paso, que los demagogos, oficiosos “defensores de los pobres”, creen que sus “defendidos” son ineficientes, carentes de talento e improductivos. ¡Cuánto los quieren!
Sucede lo contrario: Los principales beneficiarios de la libre competencia son los más pobres, porque la libre competencia desparrama la productividad característica de los más competentes.
Dos ejemplos:
1. ¿En dónde cuesta más caro hoy un kilo de tortilla en México? En comunidades aisladas, remotas y pequeñas donde viven los más pobres de entre los pobres, ¿por qué?, porque ahí no hay supermercados (con precios muchos más bajos para la tortilla) y sólo hay uno o dos oferentes que se reparten el mercado. Nada los obliga a volverse competitivos (eficientes) y bajar sus precios.
2. Gracias al proteccionismo comercial de Brasil en materia de equipos de informática, para un brasileño es notoriamente más caro adquirir una computadora personal que para un mexicano, y probablemente la computadora del brasileño será de calidad inferior y de tecnología atrasada.
Hay dos formas de combatir la pobreza: la ruinosa y la efectiva.
La forma ruinosa de combatir la pobreza: Impedir el funcionamiento de los precios en un mercado libre (lo que “mata” las ventajas relativas y absolutas) sea mediante uno o varios de estos mecanismos: Controles de precios, subsidios a los productores ineficientes, subsidios no discriminados al consumo (que benefician a los más ricos, que son quienes consumen más; verbigracia: tasa cero de IVA en alimentos), barreras a la entrada de más oferentes en el mercado (impedimentos a la inversión privada y extranjera; prohibiciones o aranceles elevados a la importación y otros), restricciones a la libre exportación (verbigracia: el gobierno argentino impide la exportación de carne dizque para bajar los precios internos; lo que conseguirá es desalentar la oferta y por tanto ¡elevar los precios!); sesgos fiscales o de regulación a favor de determinados productores o gremios.
La forma efectiva de combatir la pobreza es liberalizar la economía, permitiendo la libre entrada de cualquier oferente (libertad de inversión) y garantizando el libre acceso a cualquier demandante (libertad de comercio).
Los demagogos, que confunden el éxito competitivo con el abuso, dirán que esta segunda forma de combatir la pobreza (que no es otra cosa que generar bienestar) es “injusta” porque premia a los más eficientes, a los más talentosos y a los más productivos. Lo cual revela, de paso, que los demagogos, oficiosos “defensores de los pobres”, creen que sus “defendidos” son ineficientes, carentes de talento e improductivos. ¡Cuánto los quieren!
Sucede lo contrario: Los principales beneficiarios de la libre competencia son los más pobres, porque la libre competencia desparrama la productividad característica de los más competentes.
Dos ejemplos:
1. ¿En dónde cuesta más caro hoy un kilo de tortilla en México? En comunidades aisladas, remotas y pequeñas donde viven los más pobres de entre los pobres, ¿por qué?, porque ahí no hay supermercados (con precios muchos más bajos para la tortilla) y sólo hay uno o dos oferentes que se reparten el mercado. Nada los obliga a volverse competitivos (eficientes) y bajar sus precios.
2. Gracias al proteccionismo comercial de Brasil en materia de equipos de informática, para un brasileño es notoriamente más caro adquirir una computadora personal que para un mexicano, y probablemente la computadora del brasileño será de calidad inferior y de tecnología atrasada.
Etiquetas: competencia, competitividad, computadoras, demagogia, liberalización comercial, mercados, populismo, tortillas
1 Comentarios:
Hay otro antídoto para la pobreza que yo presenté originalmente en el blog México Liberal:
La razón en principio por que existe tanta pobreza en este país es porque la mayoría de los empleadores no quieren pagar salarios decentes. Un nivel de vida decente sería un mínimo de $30 pesos por hora que la mayoría de la industria puede pagar ahora.
Nosotros los Libertarios tenemos que presionar el congreso a crear estímulos para alentar la industria a pagar a sus empleados un mínimo de $30 pesos por hora.
Nosotros los Libertarios somos opuestos a los impuestos desde principio. Sin embargo, existen algunos bienes y servicios esenciales que el sector privado no puede prestar por un costo razonable, como eficientemente, ni nada en el absoluto. Por eso los impuestos para algunos bienes y servicios gubernamentales continúan a ser una necesidad.
Mi propuesta es de ofrecer a todos los empleadores un impuesto de ingresos fijo de la cantidad de 8% en cambio por pagar a sus empleados un mínimo de $30 pesos por hora, y no discriminar en el empleo por la edad, por el género, etnia, religión, ni por la orientación sexual.
Aquellos empleadores que no pueden o no quieren cumplir esos requisitos pueden pagar un impuesto de ingresos fijo de 16%.
También el congreso tenga que crear bonos de salud y bonos educativos (también conocidos como "cheque de salúd" y "cheque educacional") para reemplazar en el final los menos eficientes IMSS y Seguro Popular, y las escuelas públicas primarias, secundarias, y las prepas.
Como un motivo para los prestadores de la salud privados para aceptar los bonos gubernamentales, ellos pagarán un impuesto de ingresos fijo de solo 5%. También cumplirán el requisito de pagar a sus empleados un mínimo de $30 pesos por hora, y no discriminar en el empleo por la edad, género, etnia, religión, ni la orientación sexual.
Las escuelas primarias, secundarias, y prepas privadas también tendrán la opción de pagar un impuesto de ingresos fijo de 5% por aceptar el cheque educacional y por no discriminar en el empleo por la edad, género, etnia, religión, ni la orientación sexual, y por no discriminar contra los alumnos por su género, etnia, religión, u orientación sexual.
Todos los empleadores y escuelas privadas también podrían recibir un crédito extra de 1% cuando aceptan aquellos empleados o alumnos con las discapacidades físicas o mentales.
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