martes, 19 de junio de 2007

Distrito Federal: ¿Libertad para injuriar?

¿Cuál es la frontera entre la injuria y la expresión de inconformidad por motivos políticos?

Una tarde de hace un par de semanas presencié estos hechos en la plaza central de la Ciudad de México, popularmente conocida como Zócalo. Un sujeto con un altavoz, y que se protegía bajo un improvisado tejado con propaganda de Andrés López Obrador, provocaba sin embozo a los soldados que estaban a punto de salir de Palacio Nacional para arriar la bandera.

Las excitativas de este sujeto consistían, entre otras cosas, en poner en duda la virilidad de los militares, en llamarles esbirros de un gobierno espurio y en, fin, en incitarlos a enfrentársele. Una provocación totalmente burda buscando, tal vez, ser víctima de una eventual “represión”.

A mí no me cabe duda que dicho sujeto, a quien ni siquiera un gendarme o alguna autoridad del gobierno de la ciudad le llamó la atención (y que, al parecer, todos los días hace el mismo numerito), violó plenamente, entre otras leyes y normas de elemental urbanidad, el artículo 24 de la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal que califica como “infracción contra la tranquilidad de las personas” en su fracción sexta el “incitar o provocar a reñir a uno o más personas”. Desde luego, las penas previstas para esa infracción son irrisorias, pero como todo lo demás, en esa ley de pacotilla, se sujeta a la discrecionalidad y al criterio de la autoridad cuya cabeza es el Jefe de Gobierno. Si el Jefe de Gobierno, supongo, o el policía de turno, consideran que las injurias a los militares no son injurias sino expresión libre de opiniones políticas en una plaza pública, no pasa nada.

Pero más allá de las leyes insignificantes (eso quiere decirse al calificarlas de “pacotilla”) llama poderosamente la atención cómo ha cundido, entre los fervientes seguidores de Andrés López, esta moda de condimentar el discurso político con injurias, o incluso de reducirlo a ellas. El malhadado “¡cállate, chachalaca!” por lo visto marcó la pauta.

Que una oposición política no tenga mejores recursos que la injuria es lamentable, pero más lamentable y grave es que la autoridad en la Ciudad de México parezca ver con buenos ojos – al dejarla impune- esta nueva modalidad de activismo político: injuriar, agredir, mentir.

Vaya, hemos avanzado una barbaridad. Debe ser la izquierda “posmoderna”.

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1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Don Ricardo,

Ayer escuché en los noticieros de radio al Jefe de seguridad publica del DF hablar del nuevo reglamento de tránsito, no puse mucha atención si la obligatoriedad de instalar un sistema de rastreo en el automóvil es una "ideota" en germinación o ya es un hecho consumado, pero en caso de prosperar me parece una invasión a los derechos individuales, una cosa es que quieran combatir el robo de autos pero otra muy distinta es el obligarnos a realizar cosas que están en nuestra plena decision hacer o no. O que después nos van a decir, so pretexto de que es por nuestro bien,que comer, que leer, cuando ir a dormir, cuantas y de que tipo, cerraduras debemos instalar en nuestras casas. Van a terminar por obligarnos a ir de gorra y camiseta parda?.

Saludos!

junio 20, 2007  

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