Verde, que te quiero verde
Una desgracia ecológica es que son más ruidosos los ecologistas de pacotilla, que los ecologistas serios. Que taxis y microbuses estén pìntados de verde en la ciudad de México, ¿disminuye el daño que hacen?
Al Gore fue a España y les reveló a los españoles la causa última de la migración de cientos de miles de africanos a Europa: El calentamiento global. Ahora resulta que los africanos que arriesgan la vida atravesando el mar en precarias embarcaciones para llegar a las Canarias y de ahí al continente europeo, no lo hacen en busca de oportunidades de trabajo o de libertad, sino huyendo del calentamiento global.
¡Haberlo dicho antes! La miseria, la opresión social y política, la falta de oportunidades de desarrollo, el fanatismo pseudoreligioso, la corrupción de los gobiernos…Todo borrado de un plumazo gracias al espectáculo del cambio climático.
Predicado su evangelio, Gore tomó su avión – previo pago de indulgencias verdes, bonos de carbono, a una organización idónea de la que el propio Gore, causalmente, es miembro fundador- y siguió su apostolado.
Una de las peores pesadillas de la ciudad de México es de color verde: es el ejército de destartalados microbuses, diseñados por alguien que cree que los mexicanos no miden más de 1.30 metros o no tienen piernas y que está convencido de que los pasajeros disfrutan lo indecible con los erráticos y sorpesivos bamboleos – acelerar, frenar, virar a la izquierda, ahora a la derecha-, y gozan con la refinada experiencia de ser compactados como ganado rumbo al matadero. Esa pesadilla se complementa con otra plaga verde: cientos de vehículos compactos descontinuados, que han sido perfeccionados por los conductores con variados artilugios que mantienen en exhibición, para disfrute de todos, los motores jadeantes. Se llamaron en su origen, ¿alguien se acuerda?, taxis ecológicos. Humor negro que se pinta de verde.
La plaga verde se ha extendido por la ciudad gracias a que el gobierno local consideró por años que era innecesario ampliar el Metro.
El gobierno de la ciudad recibirá sin duda nuevos recursos de almas ecológicas y pías – bonos de carbono- por el Metrobus. No importa que para establecerlo, y ahora para ampliarlo, se derriben decenas de árboles y se eliminen prados y arbustos.
“¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga”.
Al Gore fue a España y les reveló a los españoles la causa última de la migración de cientos de miles de africanos a Europa: El calentamiento global. Ahora resulta que los africanos que arriesgan la vida atravesando el mar en precarias embarcaciones para llegar a las Canarias y de ahí al continente europeo, no lo hacen en busca de oportunidades de trabajo o de libertad, sino huyendo del calentamiento global.
¡Haberlo dicho antes! La miseria, la opresión social y política, la falta de oportunidades de desarrollo, el fanatismo pseudoreligioso, la corrupción de los gobiernos…Todo borrado de un plumazo gracias al espectáculo del cambio climático.
Predicado su evangelio, Gore tomó su avión – previo pago de indulgencias verdes, bonos de carbono, a una organización idónea de la que el propio Gore, causalmente, es miembro fundador- y siguió su apostolado.
Una de las peores pesadillas de la ciudad de México es de color verde: es el ejército de destartalados microbuses, diseñados por alguien que cree que los mexicanos no miden más de 1.30 metros o no tienen piernas y que está convencido de que los pasajeros disfrutan lo indecible con los erráticos y sorpesivos bamboleos – acelerar, frenar, virar a la izquierda, ahora a la derecha-, y gozan con la refinada experiencia de ser compactados como ganado rumbo al matadero. Esa pesadilla se complementa con otra plaga verde: cientos de vehículos compactos descontinuados, que han sido perfeccionados por los conductores con variados artilugios que mantienen en exhibición, para disfrute de todos, los motores jadeantes. Se llamaron en su origen, ¿alguien se acuerda?, taxis ecológicos. Humor negro que se pinta de verde.
La plaga verde se ha extendido por la ciudad gracias a que el gobierno local consideró por años que era innecesario ampliar el Metro.
El gobierno de la ciudad recibirá sin duda nuevos recursos de almas ecológicas y pías – bonos de carbono- por el Metrobus. No importa que para establecerlo, y ahora para ampliarlo, se derriben decenas de árboles y se eliminen prados y arbustos.
“¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga”.
Etiquetas: bonos de carbono, Ciudad de México, demagogia, ecología, migración. xenofobia, transporte público
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