domingo, 14 de septiembre de 2008

¿Qué diría una "izquierda" inteligente?

Los principales críticos a los monstruosos subsidios a la gasolina en México deberían ser los políticos inteligentes de "izquierda"; tal parece que ese universo – políticos inteligentes de "izquierda"- es un conjunto vacío porque lo que escuchamos de la "izquierda" vernácula y protagónica es ¡la defensa de esos subsidios regresivos, promotores del deterioro ambiental y del desperdicio de los escasos (y "soberanos") recursos petroleros!



Unos datos para meditar:

1. Monto anual del subsidio federal a los combustibles en 2008: Alrededor de 240 mil millones de pesos; más de 657 millones de pesos diarios.

2. Monto anual del subsidio al Sistema de Transporte Colectivo de la ciudad de México o "Metro": Aproximadamente cinco mil millones de pesos; 13.7 millones de pesos diarios.

3. Con el subsidio federal de este solo año a los combustibles se podrían financiar 48 años de funcionamiento del "Metro" capitalino con tarifas congeladas y subsidiadas.

4. Número de pasajeros-viaje transportados por el "Metro" en un año: Cerca de 1,208 millones.

5. Equivalencia del subsidio federal de este año a los combustibles: La mitad de toda la recaudación anual del Impuesto Sobre la Renta (empresas y personas físicas) estimada para 2008.

6. Número de vehículos de combustión interna – consumidores de gasolina, diesel o gas natural- registrados en la ciudad de México: Más de cinco millones.

7. Número de vehículos particulares y taxis: Alrededor de cuatro millones.

8. Pasajeros promedio en un auto particular o taxi en la ciudad de México: Menos de 1.5 pasajeros.



¿Cuál de los dos subsidios es el más dispendioso e ineficiente?, ¿cuál de los dos subsidios beneficia a "quienes menos tienen"?, ¿cuál es más injusto?, ¿cuál perjudica más el ambiente y cuál promueve más el desperdicio de la declinante riqueza petrolera nacional?, ¿qué clase de políticos de "izquierda" tenemos que defienden la "bondad" de un subsidio regresivo que beneficia a los ricos y a las clases medias, y que es 48 veces mayor que el subsidio que les permite hacer todos los días más de 3 millones de viajes a personas que no tienen automóvil?

Seguramente son políticos de "izquierda" que no viajan ni por asomo en el "Metro".

Y, sí ¡qué pena! Por lo que se escucha y por lo que se lee tal parece que ese hipotético universo -"políticos inteligentes de izquierda"- es en México un conjunto vacío.

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domingo, 7 de octubre de 2007

Milagro en el Metro

¡Gloria a Dios en las alturas!, recogieron las basuras en el Metro, ayer a oscuras y hoy sembrado de bombillas…, desparecieron los ambulantes y surgieron pulcros y trajeados los empleados del servicio, le sacaron brillo a pisos y muros…El milagro lo consumó una efímera y propagandística visita de Marcelo Ebrard y su marabunta.


Escribí hace días que una de las ventajas de viajar en el Metro de la ciudad de México es la bajísima probabilidad de toparse en uno de los atestados vagones con Marcelo Ebrard. Pues bien, me equivoqué. El jueves pasado poco después de las nueve de la mañana los desprevenidos pasajeros salíamos apresurados del vagón en la estación "Zócalo" cuando nos dimos de frente con una marabunta (conjunto de gente alborotada y tumultuosa) no de hormigas sino de malencarados guardaespaldas, fotógrafos, camarógrafos, reporteros, funcionarios con cara de embobamiento y, en medio de la turba, como figura estelar de la farándula, Marcelo Ebrard, el mismo que está encantado de conocerse desde que se llama: "La Ciudad", con mayúscula mayestática por favor.

Lamento que por todo saludo a mi amigo Arturo Tornell, de Televisión Azteca, yo le espetara una irritada queja: "Oye, yo tomo el Metro en serio como medio de transporte, no con fines de propaganda" y haber huido del sitio como alma que ha visto al demonio…

Ni un solo vendedor ambulante en andenes, pasillos y escaleras de salida. Relucientes los pisos, pulcros y elegantes – de traje- unos empleados del Metro que salieron de quién sabe dónde (a lo mejor los tienen guardados en un almacén y los sacan los días de fiesta) y hasta la estación de radio del Metro – pletórica de amables y serviciales consejos para los usuarios- se escuchaba prístina por los altavoces (normalmente se escuchan intermitentes y crípticos llamados como: "Rigoberto Godinez, reportarse a su permanencia para un H-17").

Más tarde me enteré de que el inmerecido honor de la visita se debió a que el señor Ebrard daría fe de la instalación de unos dispositivos que retardan la velocidad de las escaleras eléctricas en alguna estación del Metro, con el fin de ahorrar energía en las horas de menor afluencia de pasajeros, ¡guau!, ¡gran logro!...supongo que después de eso vendrá la entrega por parte de alguna ONG de algunos bonos de carbono por combatir con tanto fervor el calentamiento global…

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martes, 25 de septiembre de 2007

El Metro y la parábola de la incuria

El Metro de la ciudad de México ejemplifica cómo la incuria puede fastidiar una magnífica inversión en infraestructura. Tan sólo su deuda equivale a 3.6 años de la totalidad de sus ingresos propios.

Una de las ventajas de viajar en el Metro de la ciudad de México es que la probabilidad de toparse con el jefe de gobierno en uno de los atestados vagones es prácticamente igual a cero. Salvo que se trate de una esporádica excursión, calculada para salir fotografiado en los periódicos del día siguiente, Marcelo Ebrard no se aventura por tales sitios.

Esa es una ventaja emocional que no arroja muchas enseñanzas. Otra de la ventajas de viajar en el Metro, que sí es didáctica, es comprobar en carne propia el deterioro de una magnífica obra de infraestructura debido a la incuria de los gobiernos que la han tenido bajo su responsabilidad. Saltan a la vista el descuido en que se mantienen las instalaciones, así como la precaria situación financiera que padece. En justicia debería compartir con el cuerpo de bomberos el adejtivo de "heroico", dado que su funcionamiento "normal" se antoja una hazaña sobrehumana.

Cuando se inauguraron las dos primeras líneas del Metro – en los años 1969 y 1970- simbolizaban la modernidad de un país en desarrollo, que aún gozaba de los frutos del llamado "milagro económico". Más que suficiente para las necesidades de la capital, el Metro era un medio de transporte seguro, limpio, eficaz y sostenible financieramente. Pero llegó la docena trágica de LEA y JLP (1970-1982) y empezó el desastre…

Algunas cifras para estremecerse: En el primer semestre de este año el Metro transportó más de 604 millones de pasajeros y tuvo ingresos propios por transporte (no incluye otros ingresos diversos) de $1,348.4 millones de pesos (promedio de ingresos por usuario de $2.23 pesos), pero sus egresos para operar fueron de $3, 003.4 millones de pesos; para que el precio del boleto cubriese sólo el gasto de operación cada viaje tendría que costarle al usuario $4.96 pesos.

A esto hay que sumar los costos financieros de una deuda de $9,834 millones de pesos, cuyo servicio cuesta como $928 millones de pesos cada año (34% de los ingresos propios), y la cifra no es mayor gracias a que la "nefasta" política económica del gobierno federal logró abatir las tasas de interés de 1996 a la fecha.

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miércoles, 5 de septiembre de 2007

Marcelo Ebrard y los mercados petroleros

Para ser algo así como el alcalde de una de las ciudades más importantes del continente americano Marcelo Ebrard debería estar mejor informado...y no hacer el ridículo.

Marcelo Ebrard sentenció hoy miércoles 5 de septiembre: "Entonces los mexicanos estaríamos pagando cada vez más cara la gasolina cuando está bajando el petróleo a nivel mundial (énfasis mío, las declaraciones fueron tomadas de la versión en línea del periódico “El Universal”). Y Ebrard dicho esto se quedó tan campante.

Por supuesto, también los mercados petroleros mundiales se quedaron tan campantes y el precio del petróleo siguió presionado al alza. Para los mercados las desmesuras verbales de políticos aldeanos y mal informados son cien por ciento irrelevantes.

No me referiré al asunto de que sería una estupenda política pública en la ciudad y en el estado de México encarecer el consumo de gasolina, y que las respectivas haciendas locales captasen, con ello, recursos para mejorar el desastroso sistema de transporte público. No, ya se sabe que los intereses de quienes gobiernan esas entidades son otros.

El problema adicional y al que hoy me refiero es la irrefrenable manía que tienen algunos políticos de abrir la boca para decir mentiras o disparates.

El mismo día que Ebrard jugaba a profeta fallido de los mercados petroleros decenas de miles de medios en el mundo difundían notas como ésta, de la agencia alemana DPA:

Singapur.-
El precio del petróleo estadounidense del tipo ligero WTI para entrega en octubre subió hoy en el comercio asiático a 75,20 dólares el barril (159 litros), 12 centavos más que el martes. .El precio del petróleo ya había registrado un notable aumento el martes, lo que los expertos atribuyeron a las afirmaciones del ministro de Energía de Qatar, Abdullah al Atiya, quien consideró improbable que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decida aumentar las cuotas de extracción en su próxima reunión ordinaria, que se realizará el 11 de septiembre.


Tal vez Ebrard confundió las fechas. Que alguien le avise que estamos en 2007, no en 1986. La próxima vez que mejor hable de las cotizaciones de los tacos de lengua. A ver si a ésas sí les atina.

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lunes, 9 de julio de 2007

Verde, que te quiero verde

Una desgracia ecológica es que son más ruidosos los ecologistas de pacotilla, que los ecologistas serios. Que taxis y microbuses estén pìntados de verde en la ciudad de México, ¿disminuye el daño que hacen?

Al Gore fue a España y les reveló a los españoles la causa última de la migración de cientos de miles de africanos a Europa: El calentamiento global. Ahora resulta que los africanos que arriesgan la vida atravesando el mar en precarias embarcaciones para llegar a las Canarias y de ahí al continente europeo, no lo hacen en busca de oportunidades de trabajo o de libertad, sino huyendo del calentamiento global.

¡Haberlo dicho antes! La miseria, la opresión social y política, la falta de oportunidades de desarrollo, el fanatismo pseudoreligioso, la corrupción de los gobiernos…Todo borrado de un plumazo gracias al espectáculo del cambio climático.

Predicado su evangelio, Gore tomó su avión – previo pago de indulgencias verdes, bonos de carbono, a una organización idónea de la que el propio Gore, causalmente, es miembro fundador- y siguió su apostolado.

Una de las peores pesadillas de la ciudad de México es de color verde: es el ejército de destartalados microbuses, diseñados por alguien que cree que los mexicanos no miden más de 1.30 metros o no tienen piernas y que está convencido de que los pasajeros disfrutan lo indecible con los erráticos y sorpesivos bamboleos – acelerar, frenar, virar a la izquierda, ahora a la derecha-, y gozan con la refinada experiencia de ser compactados como ganado rumbo al matadero. Esa pesadilla se complementa con otra plaga verde: cientos de vehículos compactos descontinuados, que han sido perfeccionados por los conductores con variados artilugios que mantienen en exhibición, para disfrute de todos, los motores jadeantes. Se llamaron en su origen, ¿alguien se acuerda?, taxis ecológicos. Humor negro que se pinta de verde.

La plaga verde se ha extendido por la ciudad gracias a que el gobierno local consideró por años que era innecesario ampliar el Metro.

El gobierno de la ciudad recibirá sin duda nuevos recursos de almas ecológicas y pías – bonos de carbono- por el Metrobus. No importa que para establecerlo, y ahora para ampliarlo, se derriben decenas de árboles y se eliminen prados y arbustos.

“¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga”.

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lunes, 25 de junio de 2007

Las ventajas políticas de globalizar la contaminación

Surrealismo puro: Premian a la ciudad de México por reducir la contaminación en el planeta, gracias al Metrobús, y un día después se decreta una emergencia ambiental porque, en la misma zona en que opera ese sistema de transporte, la calidad del aire alcanzó la categoría de “muy mala”: el ozono llegó a 176 unidades.

Por supuesto, la mala calidad del aire el sábado en la zona suroeste de la ciudad no es culpa del Metrobús, sino de que hay ya más de cuatro millones de automóviles en el valle de México. Lo cual, a su vez, obedece a décadas de gobiernos erráticos en la capital del país: desatención criminal al transporte público, uso político-electoral del gasto, crecimiento caótico de los asentamientos de población, pésima infraestructura vial y opacidad en la construcción de obras públicas lo que impide vetar proyectos faraónicos – como el famoso “segundo piso”- carentes de justificación económica y social y pésimamente ejecutados.

A este rosario de problemas propios se suma que la burocracia multinacional – Naciones Unidas, Banco Mundial, entre otras organizaciones- así como una legión de organizaciones no gubernamentales, ambientalistas, empresas culposas y estrategas financieros han logrado colocar en la opinión pública la creencia de que los daños al ambiente son planetarios más que localizados y, por lo tanto, es válido “perdonar” algo de la contaminación que se genera en España si se dan fondos para proyectos que reducen algo la contaminación en México.

No sabemos si la emisión de gases en la avenida Insurgentes de México tenga efectos ambientales en España, pero como es algo “probable” da un buen efecto de relaciones públicas que el Fondo Español del Carbono – por intermedio del Banco Mundial- le de casi 122 mil euros al gobierno de la ciudad de México porque, se supone, gracias al Metrobús en dos años se han emitido unas 60 mil toneladas de gases de efecto invernadero menos…, aunque se omite decir que la pésima planeación y ejecución de las obras del Metrobús ocasionaron una emisión adicional de gases invernadero de ¿cuántas toneladas?

Este “reconocimiento” – a la vista de la contaminación real, local, específica y comprobada que se padece en la Ciudad de México-, es algo así como hacerle una fiesta al estudiante que, ¡por fin!, aprobó una de 15 materias…, y eso en examen extraordinario.

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jueves, 14 de junio de 2007

Su majestad, el automóvil, debe pagar

El desarrollo sostenible de la Ciudad de México requiere desalentar en serio el uso del automóvil e invertir cantidades multimillonarias en extender el Metro y mejorar de veras el transporte público.

El locutor que platicaba con Carlos Elizondo Mayer-Serra manifestó su asombro de que Carlos hubiese llegado a un concierto en Bellas Artes tomando el Metro. Lo asombroso, sin embargo, es que el locutor se asombrase de que una persona inteligente tomase la decisión más inteligente para llegar a su destino. El Metro, aun con su saturación y sus múltiples carencias de mantenimiento y seguridad, es un medio de transporte mucho más eficaz, rápido y limpio que el automóvil.

Lamentablemente, la extensión del Metro y su capacidad para transportar a los millones de usuarios potenciales están muy por debajo de las necesidades de la Ciudad de México. En el aciago gobierno de Andrés López Obrador el Metro no creció un solo centímetro; a cambio tuvimos obras caras, mal hechas, fastuosas y de relumbrón político para su majestad: el automóvil. Esa pésima decisión sólo agravó el problema.

Uno no necesita suscribir la dudosa hipótesis del calentamiento global para percatarse del inmenso daño que le ha hecho a la Ciudad de México la explosión automovilística. No se trata de un hipotético daño planetario sino de un grave daño específico, localizado y creciente: Los contaminantes que arrojamos a diario millones de automovilistas en la capital mexicana se quedan aquí, no dañan la selva amazónica ni ocasionan huracanes en el Golfo. Se quedan aquí y se traducen en enfermedades, en deterioro de la convivencia, en improductividad, en desperdicio de recursos públicos (calcúlese cuántos policías y recursos se dedican en la ciudad a facilitar, como sus comandantes les dan a entender, el tráfico de automóviles y camiones), en irritación y, sí, también en falta de competitividad.

El ejemplo de Carlos tomando el Metro es cien veces más honesto y realista que los paseos en bicicleta para tomarse la foto.

El gobierno de la Ciudad requiere invertir mucho más en extender la red del Metro y darle adecuado mantenimiento. Para ello debería cobrarnos a los automovilistas y destinar lo recaudado a sufragar esas multimillonarias inversiones en transporte público. Eso es lo que hacen los gobiernos de izquierda modernos. Lo demás es “posar para la foto”.

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