martes, 1 de diciembre de 2009

Solicito premio Nóbel para sustentar crítica

¿Para qué sirven los premios Nóbel?
Por lo visto, para darle sustento y un barniz de autoridad a las críticas gratuitas y sin fundamentos racionales. Escribe hoy Miguel Ángel Granados Chapa:
"Si el Premio Nobel se entregara también en materia de seguridad pública y su recipiendario viniera a México, seguramente descalificaría la política de Calderón en esa materia, fracasada por dondequiera que se la vea."

El fallido humor de Granados Chapa revela:
1. Que él cree que un Premio Nóbel da autoridad absoluta. "El maestro habló, el maestro nunca se equivoca, lo que diga el maestro ni siquiera necesita un argumento para aceptarse, es verdad incuestionable".
2. Que a falta de razones, buenas son las invenciones.

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jueves, 1 de octubre de 2009

"Ni como abono para maguey"

Al licenciado Miguel Ángel Granados Chapa le quedó el saco. Se lo probó, se vió inquisitivo en los espejos, de frente, de perfil, de espaldas, y dijo: "Ése soy yo". Volteó con el solícito vendedor de atuendos a la medida y le dijo: "Me lo llevo..., pero puesto".

Sólo así me explico que hoy en su columna Granados Chapa se duela de que alguien - a quien no se atreve a mencionar - haya dicho que los críticos "a priori" de las designaciones que hizo el Presidente Felipe Calderón como candidatas a comisionadas del IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información) de dos mujeres, Sigrid Arazt Colunga y María Elena Pérez-Jaén, no sirven "ni como abono para maguey". (Ojo: Los críticos son quienes NO sirven ni para abonar los magueyes; no las mujeres designadas). Acto seguido el licenciado Granados Chapa se despacha una farragosa y extensa columna - "el estilo es el hombre" - para descaliifcar "a priori" dichas designaciones - que aún ha de aprobar o descartar el Senado de la República-, con lo que no sólo le agradó el saco y se lo puso, sino que salió muy orondo a "su" plaza pública a lucirlo.

Van los antecedentes.

El domingo pasado, 27 de septiembre, el caricaturista Paco Calderón hizo la apología de ambas mujeres, a quienes conoce, y remató su gustado cartón dominical con la siguiente frase:

"Yo a las dos las conozco muy bien...pero creo conocer mejor a quienes las descalifican: Ninguno sirve ni como abono para maguey".

Vale la pena ver el cartón completo en el sitio de la red de Paco, pinchando aquí.

Y hoy, jueves primero de octubre, Granados Chapa, cuyo estilo periodístico definió con agudeza y sin compasión mi amigo Otto Granados Roldán como el propio de un "notario de pueblo", se pone el saco y escribe:

Tras el nombramiento de Wanda Sigrid Arzt Colunga y María Elena Pérez-Jaén Zermeño como comisionadas del IFAI se ha descalificado, a priori, a quienes las descalifican: "Ninguno sirve ni como abono para maguey". Supongo que entro en esa triste categoría al objetar a esas funcionarias.
(Para leer el texto original de este inopinado académico de la lengua, en deslustrada versión mexicana, se puede hacer clic aquí).

Si tanto le afectó a Granados Chapa el calificativo - quien tal vez, con ilusión, se vió dibujado por el caricaturista, cuando en realidad él es notoriamente más viejo que los monigotes que dibujó Paco - y se apresuró a ponerse el saco (endilgarse el epíteto a sí mismo), lo menos que debería hacer es dar crédito al perverso que les arrojó a los críticos "a priori" una analogía tan bucólica como denigratoria: "Ninguno sirve ni como abono para maguey". Pero no, Granados Chapa cita y entrecomilla las palabras exactas, pero omite la referencia. ¿Mezquindad?, ¿amnesia selectiva?, ¿temor? Quién sabe.

Por mi parte, he de decir que no tengo ni la más remota noción de qué sustancias orgánicas son aptas para abonar los magueyes y, por lo tanto, estoy incapacitado para opinar cuán denigrante pueda ser el hecho de ni siquiera calificar para esa humilde función.

También he de decir que no conozco a ninguna de las dos mujeres designadas por el Presidente (y aún pendientes del trámite en el cual serán aprobadas o descartadas por los senadores), por lo que, a diferencia de Paco, no puedo avalarlas, y, a diferencia de Granados Chapa, sería temerario que las descalificase a partir de unos cuantos datos "rabones" de sus respectivos desempeños laborales y académicos.

Lo único que me queda es la confianza en el buen juicio de Paco, quien dice conocerlas bien. Yo conozco bien a Paco y jamás he tenido motivo para dudar de su agudeza perceptiva y de su honestidad intelectual. También conozco a Granados Chapa y, siguiendo el consejo de mi abuela ("si no tienes nada agradable que decir, mejor guarda silencio"), prefiro omitir los calificativos que se ha ganado, a pulso, en mi fuero interno.

Todo esto, lo advierto, es un mero juicio privado y subjetivo - el mío- acerca de otro juicio privado y subjetivo - el de Paco - y mi confianza en lo acertado de ambas designaciones presidenciales lo sustento de forma vicaria: "Confio en quien dice confiar en ellas porque dice conocerlas bien". Esto, desde luego, carece de fuerza demostrativa ante la opinión pública, es una persuasión estrictamente privada, entre amigos. Pero en este caso me basta.

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