viernes, 19 de diciembre de 2008

La crisis de los disparates

En esta crisis global reina la más completa impunidad lógica, semántica, sintáctica e intelectual. Es la crisis del "todo se vale" porque "vivimos situaciones inéditas" o "navegamos en aguas desconocidas".
Por ejemplo, la newtoniana ley de la gravedad fue modificada radicalmente por un periódico que anunció ayer: "El mundo se hunde en un credit crunch". ¿Cómo puede hundirse algo cuando está sometido a un ruidoso apretón? Misterios de la crisis. Como sustantivo, "crunch" significa en inglés "un punto crítico al que se llega a causa de la presión ejercida por elementos opuestos" y como verbo "crunch" quiere decir "apretar produciendo un ruido semejante a un crujido". Podría decirse en todo caso que el mundo gime aplastado por la falta de crédito, lo que está por demostrarse, pero ¿hundiéndose?
Otro ejemplo divertido. Escribió un columnista de negocios: "Cuando el mundo vive la peor recesión contemporánea". ¡Vaya! ¿Pueden existir varias recesiones al mismo tiempo, es decir: contemporáneas?, ¿unas mejores y otras peores? El peor día de hoy es hoy; el mejor día de hoy es hoy. La peor recesión contemporánea es la que sucede ahora y la mejor recesión contemporánea es la que sucede ahora.
Otra perla, repetida por más de un columnista, ha sido la tontería de que disminuir aranceles en una etapa de recesión económica está contraindicado y sólo se le ocurriría a un inexperto funcionario. ¿De dónde sacaron esa idiotez? Tal vez del caletre de algún gestor de negocios – dirigente de alguna cámara mercantilista como la Concamin, digamos- que ni por asomo sabe que el proteccionismo comercial (a través de los aranceles originados por la infame ley Smoot-Hawley) agravó y prolongó la Gran Depresión.
Mañana nos van a decir que deberíamos pagar una multa quienes nos rehusemos a endeudarnos por encima de nuestras posibilidades de pago o que la mejor forma de estimular el crecimiento económico es cobrando más impuestos o que impedir la existencia de corresponsales bancarios promueve la competencia en beneficio de los consumidores. O que hay que añadir otros mandatos constitucionales al banco central, digamos: el de fomentar el consumo de carnitas de Michoacán y el de prevenir el contagio de enfermedades respiratorias en las sucursales bancarias.

Una crisis que da para todo género de idioteces

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jueves, 18 de diciembre de 2008

¿Por qué Banxico NO debe bajar la tasa?

Una consecuencia no buscada de la ganga de dólares decretada por la Reserva Federal será que el euro, el peso mexicano, el real brasileño y el peso chileno, entre otras divisas, resultarán fortalecidas.
Como toda previsión en los tiempos que corren se trata de un pronóstico provisional, pero altamente probable. Basta observar – en el caso de Brasil, Chile y México- que las tasas de interés en cada uno de estos países han seguido una tendencia contraria a la de las tasas en los países desarrollados. Y basta considerar, para el caso del euro, la ortodoxia monetaria del presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, que contrasta con la entusiasta fiebre inflacionista de la Reserva Federal.
Si a esto sumamos los escalofriantes datos del balance de la propia Reserva Federal (es decir: la generación voluntarista de dólares mediante la imprenta) la previsión se refuerza.
En la víspera de que la burbuja de las hipotecas de baja calidad empezase a desinflarse, agosto de 2007, los dólares de que disponía la Reserva Federal sumaban $874.1 miles de millones; unos días antes de la debacle de Lehman, el 4 de septiembre de 2008, los “verdes” a disposición de la Reserva Federal sumaban ya $905.7 miles de millones. Hace una semana, 11 de diciembre, las “municiones verdes” del general Bernanke para su guerra contra la deflación (que al día de hoy es un fenómeno netamente imaginario) totalizaban más de $2.2 millones de millones. Un incremento de más de 153% en sólo 17 meses. Hay que decir, por cierto, que la tasa de crecimiento de las “municiones verdes” (dólares) es inversamente proporcional al poder de las mismas: mientras más billetes imprimes, menos significan y menos sirven.
A pesar de lo que digan los neo-neo-neo keynesianos, y de los deseos de los negociantes mercantilistas, para los mexicanos sería suicida que el Banco de México imitara al general Bernanke. Las tasas de interés reales preservan el poder adquisitivo de asalariados y pensionados, entre otros. Nada más y nada menos. No se trata de encarecer el peso, sino de evitar que el peso sea arrastrado por el dólar en la loca carrera hacia el fondo del abismo.

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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sorpréndeme, Ben, sorpréndeme

¿Qué es lo que sucede cuando los políticos le añaden al mandato del banco central, que es preservar la estabilidad de la moneda, el mandato de estimular el crecimiento y la creación de empleos? Sucede que los banqueros centrales se transforman en políticos y cometen errores garrafales. Como el que cometió ayer, ávida de mostrar que está haciendo algo espectacular en medio de la crisis, la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Si lo que Ben Bernanke y su banda querían era sorprender – y complacer- al presidente electo, probablemente lo lograron. Merecen un diez como políticos astutos y un cero como banqueros centrales responsables.
También sorprendieron – y complacieron, al menos en el corto plazo- a los mercados bursátiles, que festejaron un tremendo error de política monetaria como si fuese una maravillosa noticia (“esto sí es exuberancia irracional, ¿no lo cree, mister Greenspan?”). Como agudamente señaló John Authers, columnista de Financial Times, si de veras la situación es tan desesperada como para que el banco central queme sus naves y agote todas sus municiones, significa que pasará muchísimo tiempo antes de que una empresa genere de nuevo utilidades. En realidad la situación no es desesperada, pero se necesitaba un espectacular golpe de efecto político con miras al 20 de enero, fecha en que asumirá el mando Barack Obama.
Del mismo modo, sorprendieron y complacieron de veras a los bancos en problemas, los que ahora podrán cambiar en la Fed sus préstamos malos por dinero, apalancarse diez veces o más (generar diez dólares de activos por cada dólar de capital), endeudarse a una tasa anual de 0.25% o menos e invertir en bonos de empresas y en papel comercial que les rendirán 8% o más.
Sin embargo, y sorpresas aparte, la decisión de la Reserva Federal sólo hará más prolongada la crisis. Leyeron mal un descenso en los precios y se imaginaron una terrible deflación. No hay tal. Una vez que se ha ubicado en el rango del cero al cuarto de punto (0 a 0.25) a la Fed sólo le quedará, para repetir el numerito, anunciar que le pagará a la gente para que se endeude. La locura.

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lunes, 15 de diciembre de 2008

Is Christmas too big to fail? en WSJ (sátira)

Chaparros del mundo: ¡Perdamos las esperanzas!

¿Demasiado grandes para dejarlas quebrar?

Vean esta caricatura en el blog de Greg Mankiw

La hormiga noruega y la cigarra mexicana

Noruega es uno los países mejor preparados del mundo para hacer frente a la recesión global gracias a su fondo soberano de riqueza petrolera que hoy suma alrededor de 332 mil millones de dólares.
La crisis ha sorprendido a Noruega tras un periodo de cuatro años de fuerte y sólido crecimiento económico (tasa promedio de crecimiento real del PIB de 5% anual en los últimos cuatro años) y con un fondo soberano proveniente de los ingresos petroleros que es el segundo más cuantioso del orbe, sólo superado por el fondo petrolero de Abu Dhabi.
De esta forma, Jens Stoltenberger, primer ministro de Noruega, ha anticipado que se instrumentará un paquete fiscal en el presupuesto que estimulará el crecimiento durante 2009 en alrededor de 0.7% del PIB. Un estímulo fiscal anticíclico que NO genera déficit alguno en las cuentas públicas.
En contraste, Estados Unidos, España, México, entre otras muchas naciones, han anunciado paquetes de gasto público contra la recesión que generan o incrementan el déficit fiscal y, a la postre, provocarán presiones inflacionarias y reducirán aún más el crédito disponible para la inversión privada en sus respectivos países.
Por eso, para Noruega – que no pertenece a la Unión Europea- las perspectivas son hoy mucho menos sombrías. Se espera que el crecimiento real del PIB en 2009 será de 1.5% (cuando la mayoría espera caídas o, en el mejor de los casos, un estancamiento) y que la tasa de desempleo se incremente del actual 2% al doble: 4 por ciento. Envidiable.
Cada vez que tuvo oportunidad el anterior Secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, mencionó a los legisladores mexicanos el ejemplo de Noruega e invitó a reconsiderar el uso de los llamados "excedentes" petroleros. Esa prédica cayó en el desierto. Ya se sabe que buena parte de esos "excedentes" petroleros – especialmente en el caso de estados y municipios-, terminaron financiando la compra de flotillas de ostentosos e ineficientes vehículos de General Motors, Ford y Chrysler. ¿Sería nuestro granito de arena para tratar de rescatar anticipada e inútilmente a las "tres grandes" armadoras estadounidenses?

"Es que México no es Noruega" se dirá como justificación. Es cierto, ya lo habíamos notado. ¡Qué vergüenza!

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Competencia bancaria: Punto muerto

Otra vez, la pantalla de la TV como garrote
Hasta febrero, en el mejor de los casos, podremos saber para quién legislan, en materia de competencia bancaria y de defensa efectiva de los derechos de los usuarios de servicios financieros, los senadores y los diputados mexicanos.
Por lo pronto, el jueves pasado, 11 de diciembre, el senado apareció alineado con quienes desean poner barreras al acceso de millones de mexicanos a servicios financieros más o menos competitivos; acceso que se lograría con la modalidad de los corresponsales bancarios tal y como se había diseñado originalmente. Del mismo modo, el senado se opuso a brindar a los usuarios de servicios financieros una defensa más efectiva ante eventuales abusos de las instituciones bancarias: votó en contra de dotar a los dictámenes de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) del carácter de títulos ejecutivos, lo que permitiría a las víctimas recuperar sus recursos mediante un procedimiento rápido y eficaz de ejecutoria mercantil.
Por fortuna los diputados no se doblegaron y se pusieron a favor de una mayor competencia bancaria y de una defensa más eficaz y expedita de los derechos de los consumidores de servicios financieros. Hay que reconocer, por sorprendente que parezca, que entre los primeros que se "fajaron los pantalones" ante las presiones estuvieron diputados del PRD.
Fue así como el asunto llegó a un punto muerto y habrá de dirimirse acaso hasta el próximo periodo ordinario de sesiones.
Lo que ha seguido es una campaña de desprestigio y vilipendios en las pantallas de cierta cadena de televisión (y en los espacios periodísticos que, con buenas o malas artes, controla el mismo consorcio) en contra de quienes no se allanaron a impedir una mayor competencia bancaria y una defensa más efectiva de los derechos de los usuarios financieros.
Ni hablar, cada cual cabildea con lo que tiene y hasta donde le permite su ética o su falta de escrúpulos.

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Recortar impuestos para crecer más

No gasten más; quítenle menos a los que gastan mejor
La típica creencia keynesiana señala que para estimular la demanda agregada es más eficaz incrementar el gasto público, por ejemplo en infraestructura, que recortar impuestos.
Por su parte, la inevitable propensión de los políticos a gastar más dinero del público refuerza poderosamente esta creencia. Pero sólo es eso: Una creencia en cuyo auxilio no puede aportase ninguna evidencia empírica contundente.
Por elemental honestidad intelectual sería deseable que los políticos y quienes diseñan las políticas públicas examinasen con más rigor crítico esta creencia keynesiana.
Esto es lo que propone el economista Greg Mankiw de la Universidad de Harvard a Barack Obama y a sus asesores en materia de economía y políticas públicas para hacer frente a la crisis, y eso es lo que propongo yo al gobierno mexicano y a nuestros legisladores: Armarse de humildad y examinar los resultados empíricos para decidir con honestidad cuál de las dos políticas públicas – incrementar el gasto público o reducir impuestos- tiene mayor efecto multiplicador en materia de inversión y crecimiento.
En su popular bitácora en la Internet, Mankiw menciona los resultados de diferentes investigaciones acerca del asunto. En contra de la creencia keynesiana, mientras que el multiplicador del gasto público es de uno (un dólar de gasto público en infraestructura genera un dólar de avance del PIB, según Susan Woodward y Robert Hall) el multiplicador de un recorte de impuestos es de tres a uno (tres dólares de avance en el PIB por cada dólar de recorte de impuestos, según una investigación de Christina D. Romer y David H. Romer de la Universidad de Berkeley en California).
Digan lo que digan los keynesianos este hallazgo tiene toda la lógica del mundo, ya que siempre asignamos con mayor eficiencia nuestro dinero que el dinero ajeno (que es lo que hacen los gobiernos: gastarse el dinero de otros). Y es aún más lógico, si el gasto público es deficitario ya que en tal caso el gasto está inhibiendo activamente la inversión privada. Piénsenlo sin trampas.

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Populismo multicolor

Corren tiempos a modo para la expansión del populismo de izquierda y de derecha.

En cierta forma es un partido "transversal" que ha tomado fuerza en la crisis global. Es el partido del populismo: Para ser un poco más precisos en la descripción, más que un partido en forma se trata de un estado de ánimo populista que invade a muchos políticos de los partidos más disímbolos y les impulsa a proponer – y lo que es peor: a llevar a efecto- políticas públicas desastrosas que, sin embargo, generan réditos de muy corto plazo en términos de resonancia en los medios de comunicación y acaso alguna popularidad efímera para sus promotores.
Para que se vea que hay populismo de todos los colores y sabores, de izquierda y de derecha (según las etiquetas al uso), van dos ejemplos recientes:
1. La ocurrencia de que se le debe agregar a la misión única del banco central, que es la preservación de la estabilidad de precios, el mandato equívoco de promover el crecimiento económico y la generación de empleos. Este disparate hoy se presenta como ocurrencia de legisladores panistas, que acaso con su silencio avala el mismo gobierno federal. Hace poco tiempo era bandera de la izquierda perredista y en muchas ocasiones ha sido prédica oportunista de priístas más o menos despistados. Es una propuesta idiota y peligrosa. Idiota porque nada hay que mejor garantice el crecimiento y la generación de empleos que un entorno de estabilidad de precios. Peligrosa, porque hoy, que la inflación anual es de 6.23% el horizonte es mucho más incierto para el empleo que hace sólo diez meses – febrero de este año- cuando la inflación anual era de sólo 3.72 por ciento. Hay pocos factores que inhiban con tanta eficacia la inversión, y por ende el crecimiento y el empleo, como la inflación y su consecuente distorsión en los precios relativos.
2. La descabellada idea de "regular" las tasas activas de la banca, usando como pretexto las tasas atípicas que los bancos cobran a los usuarios morosos de tarjetas de crédito. Es toda una pedagogía de la irresponsabilidad, fomentada por demagogos de derecha, de izquierda, azules, verdes, colorados y amarillos…y hasta por el señor más rico de la aldea. "Corren buenos tiempos/ para esos caballeros/ locos por salvarnos la vida/ a costa de cortarnos el cuello" (Joan Manuel Serrat).

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miércoles, 10 de diciembre de 2008

"Sacar tajada de desastres consentidos"

Una tasa de interés exorbitante tiene gran eficacia pedagógica: "No consumas por encima de tus ingresos o te costará carísimo".


Alguien dijo que el lunes pasado Carlos Slim Helú "salió a la defensa" de los usuarios de tarjetas de crédito. ¿De veras?
Se me hace que no le entendieron al ingeniero Slim. Su mensaje fue que si los bancos cobran tasas moratorias desorbitadas a quienes no pagan antes de la fecha límite la totalidad de sus consumos efectuados con tarjeta de crédito, lo que sucederá es que los usuarios de las tarjetas las usarán como las usa cualquier persona inteligente: sólo para financiar consumos que se tiene la certeza de pagar antes de un mes.
Si eso sucede, si cada vez más personas usan las tarjetas de crédito sólo como un financiamiento de cortísimo plazo (a liquidarse en su totalidad antes de la fecha límite), se cierra un negocio muy rentable para algunos bancos.
Entiendo que el ingeniero Slim está a favor de trasquilar a las ovejas, no de degollarlas, ya que una oveja muerta deja de dar lana. Por su parte, las ovejas, léase los usuarios de tarjetas de crédito, debemos cuidarnos incluso de ser trasquilados.
El ingeniero Slim no estaba en absoluto defendiendo a los usuarios del crédito al consumo, sino advirtiendo – en lógica de negociante- que si las tasas moratorias son excesivamente altas (digamos de más de 100% anual, en lugar de poco más de 60% anual que es la tasa que aplica el banco de Slim), cada vez menos personas estarían dispuestas a efectuar consumos endeudándose por encima de sus ingresos.
Fincar un negocio en cobrar intereses moratorios es "sacar tajada de desastres consentidos" (como dice la canción "Buenos tiempos" de Serrat). Por eso no me parece mal que, gracias a tasas moratorias exorbitantes, cada vez menos personas incurran en la pésima costumbre de vivir por encima de sus ingresos o de retrasar sus pagos.

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lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Rescate o fuga?

La receta populista: Volver a inflar las burbujas.
Aquí nadie debe sufrir. Rescatar a las tres grandes productoras de automóviles de Estados Unidos, algo que apoya sin titubeos Barack Obama, describe claramente que más que resolver la crisis global, atendiendo a sus causas, lo que se busca es una espectacular fuga hacia delante, desempolvando todo el arsenal de falsos remedios keynesianos, para que nadie sufra los efectos del ajuste…por ahora.
El razonamiento keynesiano es tan simplista como popular: Hay que gastar a toda costa para que la máquina no se detenga. Es la “idea fatal” que desenmascaró Friedrich A. Hayek. “Idea fatal” que dice: El desempleo se debe a una insuficiencia de la demanda global respecto del total de salarios necesarios para el pleno empleo.
¿Por qué es una “idea fatal”? Porque de ahí se deriva que lo importante no es asignar eficientemente los recursos escasos, sino fingir que la escasez no existe.
La verdadera causa del desempleo es la mala asignación de los recursos. Si los fabricantes de automóviles no pueden conseguir compradores para sus autos ineficientes y caros, la lógica indica que deberían fabricar autos competitivos o retirarse del negocio, pero eso es doloroso e impolítico, porque implica reconocer que los recursos – por ejemplo, el factor trabajo- se asignaron mal y hacer tal reconocimiento generará desempleo. ¡Horror! Hay que evitar tales cosas porque son veneno para la política. ¿Qué hacer? Estimular la demanda, para que la gente compre lo que no necesita o para que la gente vea como “barato” lo que en realidad es “caro”. Inflar la demanda, a la vez, supone devaluar el medio de cambio: el dinero.
¿Habrá que perder toda esperanza? Tal parece. Obama reclutó un estupendo equipo de economistas a quienes ahora exigirá que hagan las cosas mal. La política manda. Este keynesianismo reeditado les ofrece a los políticos la gran oportunidad de ofrecer curas milagrosas, baratas e indoloras: “Hermanos, ¡ya paren de sufrir!”.

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domingo, 7 de diciembre de 2008

¿Una economía sin consumidores?

Al consumidor no se le deja opinar sobre la reducción de aranceles

Un “especialista” (Luis Rubio) publicó hoy ("Reforma") un extenso artículo acerca de la reducción de aranceles en México. Son más de 1,100 palabras pero jamás aparece la palabra “consumidor” o las oraciones: “precios para el consumidor final”, “bienestar de los consumidores”.
En cambio, el artículo menciona constantemente las palabras: “productores”, “gobierno” y “apoyos”.
El autor argumenta que la reducción de aranceles podría ser impecable desde el punto de vista de la ciencia económica, pero carece de programas de “apoyo” para aquellos productores que podrían ser “arrasados” – ese es el verbo que emplea- por la competencia de productos extranjeros que serían, merced a la reducción de aranceles, más baratos que hoy.
Así como están ausentes los consumidores en el alegato, también se omite cualquier mención a que la devaluación del peso experimentada en los últimos meses ha encarecido para el consumidor final alrededor de 35% el precio de todos y cada uno de los bienes importados.
En México cuando los especialistas, los empresarios o el gobierno hablan de competitividad, de comercio exterior, de empleos, de precios o de crecimiento económico lo último que les interesa, si acaso les interesa, es el bienestar del consumidor.
Reducir aranceles equivale a regresar a millones de consumidores miles de millones de pesos que actualmente les son sustraídos por un puñado de negociantes. Pero tal “apoyo” a los consumidores – que no le costaría un solo centavo a los contribuyentes- es herético, porque no puede capitalizarse en aportaciones electorales, ni venderse como favor en el supermercado de la política, ni traducirse en patrocinios de algunos poderosos empresarios para centros de análisis e investigación.

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Ocurrencias para “crecer

Esperan que digamos: “¡Hasta que se les ocurrió!”

Hay dos conductas que están profundizando la crisis y que la harán más prolongada:
1. La resistencia de los gobiernos y de los afectados por la crisis a sufrir los ajustes necesarios para que se restablezca la fijación de precios a través del mercado, y
2. Las ocurrencias de los políticos que han encontrado un escenario lo suficientemente confuso para proponer falsas soluciones mágicas, que no son más que reediciones de recetas fracasadas.
La primera conducta hace que se multipliquen las inyecciones de dinero público, las iniciativas de rescate y los descensos en las tasas de interés con cada vez peores resultados. Se interpreta – y así se dice- que la siguiente carretada de recursos públicos servirá, ahora sí, para que quienes tendrían que sufrir las consecuencias del estallido de una burbuja especulativa no las padezcan. Al comprobar los afectados y los mercados que el nuevo rescate no evitará la recesión, el pesimismo y la confusión se incrementan.
La segunda conducta consiste en que cualquier político a la busca de unas migajas de notoriedad propone ocurrencias mágicas. Un ejemplo particularmente lamentable ha sido la propuesta de legisladores del PAN para “enriquecer” la misión constitucional del banco central – que es única, y es la preservación de la estabilidad de precios – con el añadido de que el Banco de México, además, deberá propiciar el crecimiento y el empleo. No han reflexionado que sin estabilidad de precios es ilusorio el crecimiento y los empleos se desvanecen. Suponen, en cambio, que ante tales disparates habremos de exclamar: “¡Albricias!, hasta que alguien encontró la fórmula para crecer a tasas de 7% anual”. Patético.

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La criminal miopía proteccionista

Si se dejase la solución de esta crisis económica global en manos de la Concamin o de la Canacintra, el mundo se hundiría en una depresión tan profunda y prolongada que haría palidecer a la “gran depresión” de los años 30.

Si aquí y allá los mercantilistas se enquistan en la defensa de barreras arancelarias y no arancelarias habremos transformado un severo colapso financiero en el peor desastre económico de la historia de la humanidad: Desempleo galopante, hiperinflaciones locales, pérdida total de confianza en el mercado, pobreza y miseria, violencia, nacionalismos y regionalismos exacerbados. El infierno.
La economía global ha funcionado en los últimos años – generando prosperidad- sostenida en un frágil balance entre países con abultados superávit y países con abultados déficit en sus respectivas cuentas corrientes. Los primeros tienen un exceso de ahorro respecto de su inversión y su consumo y ese excedente ha servido para financiar los déficit de ahorro (especialmente déficit fiscales) de los segundos.
Según cálculos difundidos el miércoles por Martin Wolf en el Financial Times los superávit en cuenta corriente de China, Alemania y Japón sumados a los superávit de los países exportadores de petróleo explican el 84% del superávit global en cuenta corriente (ese porcentaje equivale a 1.685 millones de millones de dólares).
Esos países frugales – que ahorran más de lo que consumen e invierten- sufragan el dispendio – dicho en sentido figurado – de los países con abultados déficit en sus cuentas corrientes. Los dispendiosos son encabezados por Estados Unidos y le siguen España, Reino Unido, Francia, Italia y Australia, cuyos déficit equivalen a poco menos de 1.159 millones de millones de dólares; casi al 70% del déficit global en cuenta corriente,.
El mundo aprentemente tiene un superávit en cuenta corriente consigo mismo de unos 350 mil millones de dólares (diferencia ente 2.006 millones de millones que suman los superávit y 1.656 millones de millones que suman los déficit), pero en realidad tal superávit no existe porque forzosamente la balanza global debe estar equilibrada, es una identidad contable entre egresos e ingresos de la suma de balanzas de cada nación. Se trata de errores de contabilidad, omisiones o hasta de pérdidas (imaginemos, siguiendo una vieja analogía que hacía Bastiat para ridiculizar los afanes mercantilistas, que en medio del océano hay varios barcos perdidos cargados de mercancías que algunos países han contabilizado como exportaciones pero que nadie ha recibido y por tanto no se han contabilizado como importaciones. ¡Una pérdida neta! El maravilloso símil de Bastiat nos recuerda que el bienestar se mide por lo que consumimos (importamos) no por lo que producimos (exportamos).
Es imperativo para salir de la crisis que los países frugales empiecen a gastar (importar) más y que los países dispendiosos empiecen a exportar más y a gastar menos. Sólo así se puede restablecer el equilibrio global y la economía volverá a crecer. Si unos y otros se cierran al comercio mundial, sosteniendo aranceles y barreras no arancelarias, la depresión mundial durará décadas y será la peor de la historia.
¿Creían que hacer fracasar la ronda de Doha no tendría consecuencias graves? Ya las vemos. Aún estamos a tiempo para evitar una catástrofe mayor.

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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Bienes raíces: precios, ilusiones, migración

A pesar del estallido de la burbuja de los activos inmobiliarios en los Estados Unidos, y de la crisis global subsecuente, persisten algunas ilusiones respecto del futuro de los precios en el mercado de los bienes raíces.


Es probable que quienes tienen un auto relativamente nuevo de General Motors, de Ford o de Chrysler tiendan a ver con mayor benevolencia la posibilidad de un rescate de dichas firmas, a cargo de los contribuyentes, que aquellos que poseen autos de otros fabricantes, como Honda, Toyota o Volkswagen.
Y no sólo por razones más o menos prácticas (por ejemplo, el temor a que sus vehículos se descontinúen y pierdan valor en el mercado), sino a causa de un fenómeno que algunos psicólogos bautizaron, hace años, como el disgusto a experimentar una "disonancia cognitiva" entre lo que se hizo ayer y lo que se sabe hoy. A nadie le gusta pensar de sí mismo como alguien tonto que compró un automóvil malo (o menos bueno que otros) en términos de calidad-precio.
El mismo fenómeno psicológico se verifica en los Estados Unidos entre quienes adquirieron en los últimos años bienes raíces, con o sin créditos hipotecarios, a precios que hoy se han desplomado. Persiste la ilusión, entre muchos propietarios atribulados, de que los precios se recuperarán y de que en el largo plazo sus propiedades seguirán revaluándose a un ritmo anual similar al del período 2002-2007. Así lo indican algunas encuestas de opinión.
Pero la fría lógica señala que – salvo excepciones que obedecerían a otros factores, como una localización afortunada- no sucederá ninguno de esos dos eventos.
1. El promedio de los precios inmobiliarios en los Estados Unidos aún deberá bajar entre 20 y 30 por ciento para que el mercado encuentre un "piso" en el que la demanda justifique nuevas inversiones masivas en construcción.
2. La tendencia de largo plazo de la demanda en el mercado inmobiliario en Estados Unidos, especialmente en vivienda, es hacia la desaceleración, a causa de un contundente hecho demográfico: el envejecimiento de la población.
El único factor que podría generar un mayor crecimiento del mercado (otra vez a tasas promedio de 4% anual o más por encima de la inflación) sería que el gobierno de Estados Unidos promoviera una radical apertura de sus fronteras a la entrada de jóvenes trabajadores extranjeros más o menos calificados.

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Primero, restablecer los mercados

Una vez que se le haya puesto un piso a la crisis, lo más probable es que las políticas fiscal y monetaria de Estados Unidos, en el mediano y largo plazos, sean más restrictivas que en los primeros años del siglo.


Hay un poco más de claridad hoy que hace un par de semanas acerca de cómo se saldrá de la crisis en que está inmersa la economía global. Las pistas que ha dado el futuro presidente de Estados Unidos, a través de la formación de un equipo con excelentes credenciales en el frente económico, han contribuido a disipar algo de la niebla.
Sin embargo, los "osos" – mercados bursátiles a la baja – aún no desean irse a hibernar. Como indicadores de la confianza y de la certidumbre de una recuperación económica en el mediano y largo plazos, los mercados bursátiles permanecen cautelosos: aún pueden surgir cadáveres ocultos en los armarios – nuevos amagos de bancarrota en bancos y empresas emblemáticas – y existe la convicción de que no se ha puesto el "piso" definitivo al ajuste de la economía global.
El lunes la NBER (Agencia Nacional de Investigación Económica) oficializó la recesión. Por su parte, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, admitió que aunque el poder de la herramienta monetaria típica – descensos en las tasas de interés de referencia- es cada vez más limitado, al banco central le quedan otras armas en su inventario para contribuir a un restablecimiento de los mercados, como son las provisiones directas de liquidez al sistema y la compra de bonos del Tesoro de largo plazo en cantidades sustanciales para estimular la demanda agregada.
Pero el propio Bernanke dejó claro que estas son medidas de urgencia y no la política normal o deseable para el banco central. Una vez reestablecido el funcionamiento normal de los mercados, la Reserva Federal debe retomar como objetivo prioritario la estabilidad de precios.
Algo similar sucede en el campo fiscal. Lo que permiten anticipar los nombramientos que ha hecho Barack Obama en el frente económico es que, en el mediano plazo, se dará prioridad a la búsqueda del superávit presupuestario; la política fiscal será más restrictiva que en los desordenados ocho años de George W. Bush.
Reestablecer los mercados, no sustituirlos, es la prioridad. No hay que confundir las estrategias para superar la emergencia con las políticas de cambio estructural.

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