lunes, 31 de agosto de 2009

Un país subsidiado que se llama UNAM

Relata hoy en su columna Germán Dehesa que ayer, domingo, estuvo disfrutando el partido de futbol de los "pumas" de la UNAM en el palco que, en el estadio de Ciudad Universitaria, suelen ocupar el Rector y sus invitados.

Cuenta Dehesa que en el palco había "un numeroso grupo de pumas" y que, por lo menos en lo que hace a él (Dehesa), la animada plática fue de todo "menos de futbol" (aun cuando los "pumas", para regocijo de Dehesa y de los asistentes al palco del Rector, vencieron tres goles a cero a los "gallos blancos" de Querétaro) y que uno de los asuntos recurrentes en las conversaciones fue acerca de los nuevos impuestos y "sobre-impuestos" que - dice el mismo periódico en que escribe Dehesa- el gobierno quiere cobrarle a los mexicanos para cuadrar las finanzas públicas federales en 2010. Por supuesto Dehesa se opone a pagar más gravámenes y pide que, antes, le expliquen en qué se gasta tanto dinero.

Tiene razón, pero para hacer la tarea completa el mismo Dehesa debió preguntarle al Rector José Narro, que no pierde oportunidad de oponerse con vehemencia a cualquier recorte al gasto público destinado a "la educación superior", en general, y a la UNAM, en particular, cuánto gastan al año, cuánto de lo que gastan proviene del presupuesto federal y si, acaso, es tan desorbitado pedir que la UNAM, "máxima" casa de estudios de México (como suelen decir algunos que confunden tamaño con grandeza) se sacrifique un poco en materia de gasto, dado que la inmensa mayoría de los mexicanos tenemos que hacerlo hoy y tendremos que seguirlo haciendo durante 2010.

Lejos de mí censurar el jolgorio que cada 15 días, cuando hay partido de "los pumas", hacen el Rector y sus amigos en el famoso palco, facilidad apreciable y costosa que, no es descabellado suponer, pagamos de una u otra forma el conjunto de los mexicanos, pero veamos, para poner las cosas en perspectiva, algunos numeritos acerca de lo que es la UNAM, en términos de gasto.

Lo primero que salta a la vista es que la UNAM gasta en un año el equivalente, en dólares, al 50 por ciento de lo que gasta un país entero como El Salvador. Esto es que, sin exagerar, la UNAM por sí sola es como todo un pequeño país en términos de gasto.

Un país peculiar, sin duda, porque cuando menos el 85 por ciento de sus egresos proviene de dinero federal. Un país dentro de otro país, subsidiado fuertemente por el papá, el tío o el hermano mayor (no sé bien cuál sería la equivalencia).

Van cifras y comparaciones y que cada cual concluya lo que pueda y lo que quiera:

Presupuesto de la UNAM 2009: Son 24,337 millones de pesos - esto es unos 1,822 millones de dólares al tipo de cambio actual- lo que equivale a 68 por ciento del presupuesto total del estado de Oaxaca (2,665 millones de dólares) y más o menos a la mitad del presupuesto total de toda la república de El Salvador (poco menos de 3,628 millones de dólares).

De ese presupuesto, la UNAM destina poco más del 60 por ciento a lo que la propia universidad define como actividades docentes, esto es: unos 1,546 millones de dólares. La UNAM en todos los niveles y modalidades, preparatorias, licenciaturas, posgrados y otros, registra como inscritos a 305,969 alumnos este año, con lo que cada alumno cuesta, en números brutos y en promedio, 79 mil 540 pesos al año, es decir más que lo que de colegiatura anual cobran universidades privadas de las más caras como el ITESM o la Iberoamericana.

Obviamente el resto del dinero gastado por la UNAM, unos 276 millones de dólares, se va en gastos administrativos, construcción y mantenimiento de edificios, así como otras actividades extra-acadámicas que no son, por definición propia de la UNAM, docentes.

El doctor (en medicina) José Narro, Rector de la UNAM, dice que en lugar de recortar el gasto público que se destina a la educación superior lo que hay que hacer es "cambiar de modelo económico". No me queda claro cómo se le hace para que el cambio de modelo genere de golpe más recursos públicos, sobre todo cuando los invitados y amigos del Rector, según Dehesa, se oponen a pagar más impuestos ... A tales amigos habrá que mostrarles que "la lana" se gasta, entre otras cosas, en ese país, dentro de otro país, que se llama UNAM y una pequeñísima parte, imagino, en el mantenimiento del amplio y concurrido palco de los invitados del Rector a los partidos de futbol.

Lo que concluyo de las declaraciones del rector Narro y del hecho de que los alumnos de la UNAM paguen el equivalente a 20 centavos al año como cuota (¿simbólica o de burla?) por su educación, y de que no haya quién se anime a cobrarles un poquito más (digamos, siquiera lo que pagan los alumnos de otras universidades públicas de menos postín y renombre) es que México es un país muy especial: No sólo se puede dar el lujo de sostener unos pequeños países dentro del país mayor (como la UNAM) sino que es un país en el que parece que es más fácil "cambiar de modelo económico" que empezar a cobrarles un poquito más de 20 centavos al año a estudiantes que, a todas luces, son privilegiados.

¿O acaso cuando Narro habla de cambiar de modelo está pensando en cobrar colegiaturas? No lo creo.

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jueves, 27 de agosto de 2009

Fraudes milenarios y periodismo aldeano

Una nota de humor.

El tono aldeano de cierto periodismo en México es insufrible. Dice la nota principal de la sección de "Negocios" del periódico "Reforma"con grandes caracteres: "Hace mexicano fraude a la Madoff".

¿Fraude a la Madoff?, ¿qué es eso?. Una vulgar "pirámide", de las mismas que se han hecho en todas partes, en todo el mundo, desde que existe el dinero o las promesas de pago. Todos los días, así es la naturaleza humana, hay quien defrauda con ese antiquísimo sistema, en algún lugar del mundo, a un semejante más o menos incauto. ¿Cuál es la nota?, pues lo aldeano.

¿Qué se supone que deben pensar los lectores al leer la nota que comento?, ¿que, mira por dónde, "en México no estamos tan atrasados en materia de fraudes financieros"?, ¿que algún mexicano debería aparecer en un listado mundial de defraudadores célebres?

El monto de lo defraudado - 215 millones de pesos - por el ahora tristemente célebre Adrián Treviño Muguerza (para seguir con lo aldeano tenía que apellidarse precisamente así, ¿orgullo regio?), es irrisorio frente al gigantesco fraude de Madoff, pero ya "fabricamos" a nuestro campeón defraudador; alguien del terruño para no sentirnos menos.

Qué cosas.

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Claros y oscuros del desempleo en México

En julio hubo un pequeño aumento mensual - cifras sin efectos estacionales- de la tasa de desocupación que creció 0.52 puntos porcentuales respecto de junio (fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo).

Esto le da la razón, al menos en parte, al vaticinio que hizo Enrique Quintana hace un mes en su columna de "Reforma" (el cual, por cierto, me pareció en ese momento demasiado aventurado por enfático). Ver la referencia aquí en IDEAS AL VUELO del 22 de julio pasado. Reconocido el "acierto" de Quintana en esta ocasión, debo insistir en que el panorama del empleo en México no es ni tan negro como lo presenta hoy la primera plana del diario "Reforma", ni tan optimista como parecen decir los boletines de la Secretaría del Trabajo, que atienden preferentemente a los datos duros, no de encuesta, de los asegurados en el IMSS.

Las cifras de la encuesta del INEGI - conocida como ENOE- sobre población desocupada respecto del total de la población económicamente activa han seguido, de febrero a julio, esta secuencia: En febrero 5.30 por ciento; en marzo, 4.76 por ciento; en abril 5.25 por ciento; en mayo 5.31 por ciento; en junio 5.17 por ciento y en julio 6.12 por ciento. Al alza, sin duda.

La pregunta es si esta tendencia es general para toda la economía. No parece. Mientras que la ocupación en el sector servicios decayó durante julio respecto de junio, la ocupación en la industria manufacturera avanzó en julio respecto de junio. Estas son las cifras de ocupación, respecto del total de la población económicamente activa, que arrojó la ENOE:

PARA SERVICIOS:
Febrero, 42.46%
Marzo, 42.32%
Abril, 42.12%
Mayo, 42.48%
Junio, 42.22%
Julio, 41.81%

PARA INDUSTRIA MANUFACTURERA:
Febrero, 15.31%
Marzo, 15.06%
Abril, 15.37%
Mayo, 14.84%
Junio, 14.47%
Julio, 14.95%

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Propuesta Kennedy-Mc Cain: La migración como oportunidad económica

La propuesta final de ley presentada por los senadores Edward M. Kennedy y John Mc Cain se llamó:

"Ley de 2007 sobre Inmigración, Fronteras Seguras y Oportunidad Económica" ("Secure Borders, Economic Opportunity, and Inmigration Reform Act of 2007"), y puede leerse completa pinchando en este lugar.

Además de prestar especial atención a la relación con México, la propuesta contempla un nuevo programa de trabajadores temporales - Título IV- y presenta, me parece que por primera vez en la historia de los Estados Unidos, la entrada de inmigrantes calificados como una oportunidad económica - Título V- y un programa de méritos o "puntos", basado en las ventajas que los inmigrantes calificados pueden dar a la economía de Estados Unidos y hasta a sus deterioradas finanzas públicas.

Ver en detalle, en el mismo Titulo V, sección 502: "Incrementando la competitividad americana a través de un sistema de evaluación para inmigrantes basado en méritos". Este sistema de puntos, de aprobarse, sería semejante a los que existen en Canadá, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

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miércoles, 26 de agosto de 2009

Edward Kennedy murió anoche, ¿y la reforma migratoria?

Murió el último "grande" de la dinastía Kennedy a los 77 años. Hay mucho para comentar y habrá que hacerlo con calma. Por lo pronto, la muerte del hermano menor de John y Robert, el eterno no-aspirante a correr el riesgo terrible de pretender la Presidencia de los Estados Unidos, tiene un peculiar interés para México. Con Edward Kennedy podría haberse ido, también, la propuesta más inteligente de reforma migratoria para Estados Unidos. Propuesta que, por cierto, Barack Obama parece no entender, por aquello de los prejuicios del igualitarismo a ultranza.

¿Quién tomará la estafeta de Kennedy para promover la reforma migratoria que necesita Estados Unidos y que debiera seguir un criterio similar al de Canadá o al de Nueva Zelanda, para favorecer el ingreso a Estados Unidos de los migrantes más calificados?

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El tipo de cambio, ¿castigado?

La disminución de las exportaciones manufactureras durante julio, respecto del mes inmediato anterior, suscitó en un lector particularmente enterado el siguiente comentario:

Preocupa la continua inyección de divisas al mercado de cambios. Así, los exportadores no van a levantar cabeza. Hoy no tenemos un mercado libre, (por lo tanto) el tipo de cambio no se mueve a donde la debilidad de la economía lo debería llevar

¿Será?

A mí me parece una advetencia pertinente. Un aviso a tiempo. El problema de las intervenciones en los mercados, aun de las más cautelosas y bien intencionadas, no es empezarlas, sino terminarlas; lo difícil no es entrar, sino salir.

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lunes, 24 de agosto de 2009

Disminución en julio de exportaciones manufactureras

Tal vez el único dato sorprendente de las cifras oportunas de comercio exterior a julio sea el ligero descenso mensual - especto de junio - de las exportaciones manufactureras. Nada para quitar el sueño, pero sí para imponer cierta cautela acerca del vigor (o falta de vigor) de la recuperación de la demanda en los Estados Unidos para los bienes manufacturados en México.

Un vistazo en gráficas, primero a las exportaciones manufactuereras mes a mes.

Después, a las variaciones mensuales durante lo que va de 2009 de las mismas exportaciones.

Ahora, a la estructura porcentual de las exportaciones de julio: 81 por ciento son manufactureras.

Y, finalmente, a la estructura porcentual de las importaciones a julio: 72 por ciento son intermedias, la mayoría de ellas destinadas a la elaboración de exportaciones manufactureras.

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sábado, 22 de agosto de 2009

Tres cursos de acción posibles o "si yo fuera el Presidente"

La vida semeja el jardín de senderos que se bifurcan del famoso cuento de Borges(*). Casi a cada momento estamos ante encrucijadas que nos obligan a decidir. Con frecuencia las encrucijadas no son tales (disyuntivas entre A y B) sino opciones múltiples: tres, cuatro, cinco posibles cursos de acción, que pueden o no ser excluyentes. Los senderos, entonces, ya no sólo se bifurcan (perdón, Borges), sino que se trifurcan o más.

Pero sólo hay un “siguiente paso” y ese único próximo paso determina, al menos parcialmente, los siguientes y marca de forma inexorable la secuencia (si tomo la ruta ciudad de México-Monterrey, puedo llegar, desviándome un poco, a Tampico, pero es imposible que llegue a Tapachula).

Propongo a los lectores “jugar” a que cada cual es, hoy y ahora, el Presidente de México y tiene ante sí sólo tres cursos de acción excluyentes – si se opta por A, se descartan, al menos por el momento, B y C, y así para cada caso- porque lo que hay que elegir es el siguiente paso, y ese siguiente paso determinará en gran medida todo lo que siga. Dicho coloquialmente: Tienen que matar al tigre pero sólo tienen un tiro. ¿Cuál debe ser ése tiro de entre tres posibles?

Curso de acción A, “reformar para crecer contra viento y marea”: Una agenda de reformas estructurales en la línea de lo deseable y necesario, apelando a que la situación de las finanzas públicas y del (no) dinamismo de la actividad económica las hacen impostergables y, por lo tanto, debe superarse el mero cálculo político de “lo que parece posible” aunque haya que enfrentar resistencias y que generar conflictos por los intereses afectados.

Curso de acción B, “el pato cojo”: Aceptar el papel de administrador de la crisis. Ir tirando como “pato cojo” (es una denominación que en los Estados Unidos se da a los Presidentes que ya han perdido futuro político, para ellos o para su partido) y hacer “lo mejor posible” sin desatar conflictos, despertar resistencias o enfrentar nuevas críticas. Hacer cambios cosméticos (verbigracia, quitar a Fulano para poner a Mengano), como los que andan empujando algunos, vaya usted a saber con qué intenciones, en los medios de comunicación.

Curso de acción C, “el Ayatolá justiciero” : Conjeturar que la principal causa de irritación de la sociedad y de los electores es la rampante corrupción en la vida política y en el gobierno, elegir, por tanto, una estentórea y espectacular cruzada por la “renovación moral” castigando con severidad inusitada cualquier corruptela en el gobierno federal, real o aparente, imponer una “austeridad gubernamental” consistente en rebajar a la mitad o más los sueldos de todos los funcionarios del gobierno federal y acciones similares. Una vez iniciada la cruzada moralizadora dentro de casa tener la “autoridad moral” para denunciar la corrupción de los demás: gobiernos locales, los otros poderes, los empresarios, los sindicatos, aunque sea de forma testimonial. El cálculo es que esto daría una nueva imagen al partido en el poder y que los ciudadanos pueden perdonar la incompetencia – o un cierto grado de incompetencia o de inacción en otras áreas- pero no perdonan la deshonestidad en asuntos de dinero.

Por supuesto, sé que podrían darse muchas variantes y mezclas entre estas tres opciones. Pero la pregunta es ¿cuál es la prioridad?, ¿cuál es, de las tres, la que promete ser más acertada o más correcta?

Por supuesto, también, la elección revela mucho sobre la jerarquía de valores (¿qué es lo más importante?) de quien elije.

Una última consideración: NO se trata de imaginar qué hará el Presidente sino de enunciar qué sería deseable que hiciese o, para ser más preciso, decir qué elegiría cada cual de ser, aquí y ahora, el Presidente. Claro, si alguien desea comentar por qué cree que el Presidente real haría tal o cual cosa, aunque no sea ésa nuestra elección, puede hacerlo. Lo interesante sería saber por qué se conjetura eso.



(*) El cuento de Borges, excelente, puede leerse en la red navegando a este sitio, pero recomiendo – por aquello de los posibles errores del copista -, buscar mejor la edición impresa (en el volumen titulado “Ficciones” de Emecé, editorial argentina, y debe haber también ediciones españolas en antologías u “obras completas”).

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jueves, 20 de agosto de 2009

Catástrofes aburridas y antiguas

Haga usted la prueba. Tome el teléfono y ofrezca a sus mejores amigos la noticia de la catástrofe: "¿Ya sabes la última? !El PIB cayó 10.3% en el segundo trimestre!". ¿A cuántos les resultará novedosa esta catástrofe? Dudo que sean muchos.

Pero nuestros medios de comunicación, al menos en la red, parecen convencidos de que con ese dato, que a veces ni siquiera entienden, están conmoviendo al mundo.

El Financiero: "Se desploma la economía mexicana"

El Economista: "Cae economía mexicana 10.3% en segundo trimestre"

Reforma: "Tiene PIB su mayor caída en la historia"

EL Universal: "PIB se desploma 10.3% en 2do. trimestre"

La Jornada: "Se desploma 10.3% la economía en el segundo trimestre del año: Inegi"

Milenio: "Se contrae PIB 10.3% en el segundo trimestre: INEGI"

Excélsior: "Registra PIB mayor caída de su historia"

La Crónica de Hoy: "Registra PIB su mayor caída en la historia"

El Sol de México: "Cae PIB 10.3% segundo trimestre, peor tropiezo en 30 años"

La Razón: "Se desploma el PIB 10.3 por ciento"

CNN-Expansión: "La economía mexicana cae 10.3%"

El Semanario: "Registra PIB México su peor caída en la historia, -10.3%"

EsMas: "INEGI: Cae economía 10.3% en el segundo trimestre"

Hechos TV.com: "Registra PIB caída de 10.3% en segundo trimestre"


¿Cae o cayó?, ¿se desploma o se desplomó?, ¿registra o registró?, ¿es o fue?

Veamos: La caída es anual, segundo trimestre de 2009 contra segundo trimestre de 2008, y es dramática porque es de las más altas de las que se tenga registro en la estadística económica de México. Pero es una catástrofe antigua: ¡Estamos a 20 de agosto y ya han pasado 51 largos días del tercer trimestre del año, esto es: ya transcurrió más del 55 por ciento del siguiente trimestre al que se está reportando!, si eso no es estar obsesionado con el espejo retrovisor...

Bien. La caída trimestral del PIB, respecto del trimestre inmediato anterior, y no respecto del mismo trimestre del año pasado, fue de 1.2 por ciento sin efectos estacionales, como la Semana Santa. Por cierto, en Estados Unidos y en otros países esa medición, la de las variaciones de un trimestre a otro sin efectos estacionales, son las que suelen difundirse y utilizarse.

La cifra es espantosa, pero ya lo sabíamos y si se quiere uno poner puntilloso la noticia debería ser acaso que la media de los pronósticos, que hablaba de una caída de 10.6 por ciento anual en el segundo trimestre, fue 0.3 puntos porcentuales más "pesimista" que la realidad. Nada tampoco para conmover al mundo.

Cuando uno tiene que tomar decisiones los datos más frescos se agradecen; lo que ya perdimos hace más de 50 días debe quedar registrado (y si alguien acaso tuviese un seguro contra caídas del PIB ya sabrá cuánto puede reclamar de indemnización por el pasado trimestre), pero no es muy útil el dato para saber dónde estamos parados hoy y hacia dónde vamos.

En ese sentido, el IGAE, también difundido hoy por el INEGI, ofrece mejores pistas: Caída anual en junio de 8.1 por ciento. Caída mensual (junio contra mayo) de 0.2 por ciento (en mayo fue de 0.8 por ciento contra abril). En promedio durante los cinco primeros meses del año las caídas mensuales del IGAE habían sido de uno por ciento mensual, así que la cifra de junio (que, también, ya es historia pasada) no se ve tan mal.

Pero hay otros indicadores más oportunos y frescos, a mi juicio más útiles para tomar decisiones:

* Ventas anuales totales de ANTAD a julio de 2009: crecimiento de 1.3 por ciento.
* Ventas anuales totales de Wal-Mart a julio de 2009: ¡crecimiento de 5.9 por ciento!
* Crecimiento mensual de la producción de automóviles en julio: ¡35 por ciento! (el "truco" es que en julio GM y Chrysler volvieron a producir después de su proceso de bancarrota; ahora, habrá que calcular cómo se verá la huelga de VW en las cifras del mes de agosto, pero eso lo leeremos en los periódicos ¿de noviembre o de diciembre?).
* Crecimiento mensual del empleo: 19 mil empleos más en junio respecto de mayo y 15 mil empleos más en julio respecto de junio.

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miércoles, 19 de agosto de 2009

Murió ayer Rose Director Friedman a los 98 años




Gran promotora de los mercados libres, al igual que su esposo Milton Friedman, Rose Director Friedman falleció ayer en su casa en Davis, California, de un padecimiento cardíaco. Era originaria de Ucrania, al igual que su hermano, Aaron Director, otro gran economista y profesor de la Universidad de Chicago.

Coautora del gran libro - que se convirtió en una serie de la televisión pública estadounidense (Public Broadcasting System PBS)- "Free to choose". Un libro clave para entender el renacer del liberalismo económico en el mundo en la segunda mitad del siglo pasado. Más referencias acerca del libro AQUÍ.

Nota del Washington Post, en este vínculo.

Obituario de The Friedman Foundation for Educational Choice, en este otro vínculo.

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martes, 18 de agosto de 2009

¿Los pobres municipios?

Hasta hace algunos años la doctrina del Partido Acción Nacional ubicaba al municipio como la escuela y el sostén de la democracia. Si entendí bien lo que entonces decían los panistas ilustres, citando con frecuencia a Manuel Gómez Morín, se trataba de ejercitar, aprender y difundir las virtudes cívicas que dan sustento a la democracia desde el municipio y en el municipio.

El razonamiento es que difícilmente el país consolidaría su democracia si no había democracia en el municipio. El municipio es el ámbito más cercano a nuestro vida cotidiana, donde se toman decisiones cruciales para el bienestar o el malestar de las personas, que tienen que ver con la policía preventiva, con la recolección de basura, con el uso del agua, con el drenaje, con los parques y lugares comunes, con la funcionalidad de calles y avenidas.

También algunos ideólogos del PRI han cantado, a lo largo de la historia, las virtudes del municipio. Recuerdo que Miguel de la Madrid, por ejemplo, promovió algunas reformas al artículo 115 de la Constitución y, con ese motivo, se difundieron sesudas reflexiones republicanas acerca del municipio, como célula básica de la vida democrática.

Esa es la teoría, desde luego. En esa teoría, las dos principales virtudes cívicas de las que el municipio debería ser escuela son la libertad y la responsabilidad. Y esto vale para gobernantes y para gobernados, para mandatarios (los que hacen los mandados, como dice con graciosa ironía Gabriel Zaid, pero también con filosa exactitud en relación a la teoría democrática) y para quienes mandamos (se supone) a estos mandaderos.

Para que el municipio sea de veras libre, y todo eso que dice la teoría, necesita contar con recursos propios y necesita responsabilizarse de su mantenimiento con el cobro de los impuestos y de los servicios locales que previene la Constitución.

El problema NO es que nuestras leyes no le den atribuciones fiscales a los municipios, aunque podría revisarse - ¡otra vez! - el asunto, sino que los presidentes muncipales y quienes conforman el ayuntamiento con frecuencia no quieren pagar los altos costos políticos que supone el cobro de impuestos y, también con mucha frecuencia, los gobernadores no quieren ayuntamientos con finanzas más o menos fuertes o "ricos" que puedan opacar su poder o, dicho coloquialmente, ponérseles al brinco.

En buena medida algunos municipios son pobres por elección, por vocación y hasta por comodidad. Es más fácil rogarle al señor gobernador, que a su vez irá a tocar puertas a la Federación pidiendo más participaciones, adelantos, aportaciones extraordinarias esgrimiendo el argumento de los municipios en quiebra.

El mejor ejemplo de esta indolencia fiscal municipal es el cobro del impuesto predial. Un gravamen netamente municipal que en México arroja en promedio una recaudación risible. Hoy trata el asunto Diego Petersen en "Milenio" y las cifras comparativas que ofrece entre lo que se recauda en México de predial y lo que se recauda en el Reino Unido o en Canadá son para irse de espaldas.

Pero no, el cuento del municipio pobre es muy rentable. Y eso que mejor dejamos para otro día hablar de cuántas camionetas Suburban, Lobo, Explorer y similares han pagado las participaciones federales que llegan a los municipios. Incluso a los más pobres...Algún presidente municipal de uno de los municipios más pobres del estado de Veracruz le decía, sin rubor, hace unos años al reportero de televisión Samuel Prieto que lo de las camionetotas era de rigor, porque "ni modo que lleguemos a las reuniones con el Gobernador en un pinchurriento carrito, ¡como te ven, te tratan!".

El municipio, escuela de democracia. ¡Oh, sí!

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lunes, 17 de agosto de 2009

Chesterton en Iztapalapa

¿Cómo sería hace cien años el barrio de Pimlico en Londres? Probablemente muy feo. Al menos G. K. Chesterton escribió, en el quinto capítulo de su espléndida "Ortodoxia", justo cuando disecciona el asunto del pesimista y del optimista, lo siguiente:

"Supongamos que nos hallamos frente a frente de una de las cosas más feas: Por ejemplo, el barrio de Pimlico".

Bien, supongamos, para ponerlo en un contexto a la vez actual y local, que estamos ante una de las cosas más feas de México que podría ser Iztapalapa. Y supongamos, también, que el ya famoso delegado electo de Iztapalapa, "Juanito", es un incodicional de su barrio o delegación.

Es, para seguir el itinerario que nos traza Chesterton, un "optimista" de Iztapalapa, una suerte de "patriota". Que "Juanito" acaso ame Iztapalapa con amor incondicional no le cierra los ojos a la fealdad de su querida delegación, argumentaría Chesterton. Por el contrario: Porque ama Iztapalapa "Juanito" desea reformarla.

Ése, el que ama con los ojos bien abiertos, es el optimista. No el bobalicón que cree que todo está bien y que todo es hermoso porque se trata de "su" barrio, de "su" país o de "su" cosmos.

El optimista quiere reformar lo que ama, porque sabe que es reformable y porque está cierto de que aquello que ama merece una suerte o un destino mejor. Las mujeres, aventura Chesterton, siempre defienden a capa y espada a quien aman, aun cuando siempre estén empeñadas en reformar a quien aman.

(Hoy, por cierto, en una especie de autocrítica contenida, Jesús Silva Herzog Márquez cita unas definiciones de Chesterton sobre el optimista y el pesimista - ese par de originales sujetos que "en los días de mi infancia, dice Chesterton, vagaban por el mundo"-, pero olvida advertir que el propio escritor británico ofreció tales definiciones, en su "Ortodoxia", como aproximaciones provisionales y antes de citar una definición que podría ser, acaso, la mejor que se ha dado sobre esos dos personajes, el optimista y el pesimista, y que Chesterton escuchó decir a una niña: "Optimista es el que os mira a los ojos y pesimista es el que os mira a los pies").

No se si las reformas que México necesita se vayan a realizar. Sólo se que son racionalmente posibles (otros países las han hecho y aun en condiciones más adversas). También estoy seguro de que son necesarias y deseables. Si soy un optimista porque me atrevo a creer en ello, que se me condene por optimista. Si soy un optimista porque creo que las cosas pueden mejorar, en la medida que nos empeñemos en mejorarlas y en que tengamos la inteligencia y la humildad necesarias para sostener ese empeño, sí, lo confieso sin vergüenza, soy optimista.

Pero no soy candoroso o bobalicón. No soy optimista, en lo absoluto, si por optimista se entiende el fanático ciego que no ve las carencias, las enormes fallas, las miserias, la fealdad abrumadora de su terruño.

Y tampoco soy romántico: No creo que Iztapalapa, o Pimlico, o esa cosa horrenda que es Santa Fe al poniente de la Ciudad de México , se puedan transformar de la noche a la mañana y al solo influjo de un voluntarismo quijotesco. No, tanto es lo que hay que reformar que de antemano sabemos que el camino será largo y arduo. Que tendremos que negociar y ceder, que el cambio será gradual.

Tendremos que empezar por el primer paso, digamos por encender una vela en medio de la oscuridad (¡otro apagón por la incompetencia de Luz y Fuerza del Centro!) o por poner una bonita maceta con flores en medio de la fealdad de una calle de Iztapalapa, repleta de vulcanizadoras, talleres mecánicos y "deshuesaderos" de autos de dudosa procedencia.

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domingo, 16 de agosto de 2009

Más sobre reformar al gobierno y el caso de NZ

Algunos lectores me han solicitado más referencias acerca de la reforma presupuestal en Nueva Zelanda que terminó siendo, para efectos prácticos, una profunda reforma al gobierno y al mismo Estado.

Con todo gusto.

1. En diciembre de 2006 traté en una serie de cuatro artículos - en estas "Ideas al Vuelo"- el asunto: Pueden verse en uno, dos, tres y cuatro (hacer clic con el cursor en cada mención para ir al artículo respectivo).

2. Por otra parte, hay un excelente resumen y análisis de esta reforma, en español, en este documento del chileno Harald Beyer, doctor en economía por UCLA, que puede bajarse en PDF haciendo clic aquí.

3. Otro documento interesante de información y análisis acerca de esa reforma en NZ fue producido por investigadores del CIDE en México, y puede obtenerse en la red haciendo clic en esta otra dirección.

4. Nueva Zelanda hizo una impresionante serie de reformas estructurales en las décadas de los años 80 y 90, me he referido a otras de estas reformas, sobre todo a la referente a la eliminación total de subsidios agrícolas - con estupendos resultados- en estas "Ideas al Vuelo" al menos en un par de ocasiones. Para leer los artículos hay que pinchar aquí y también aquí.

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Pesimistas y románticos se dan la mano

Las dos posiciones más cómodas y seguras ante cualquier propuesta de reforma son: 1. El escepticismo a ultranza que descalifica cualquier propuesta de reforma porque “nunca se llevará a cabo”, y 2. El romanticismo idealista al que cualquier propuesta de reforma se le hace poca cosa porque se queda muy lejos del platónico mundo de las ideas, en el que todo es posible con solo pensarlo.

Ambas posiciones, entendibles y respetables, tienen una coraza inexpugnable: son absolutistas.

Para el escéptico pesimista todo está podrido en la política y quien hable, por ejemplo, de cómo podría reformarse el gobierno es un ingenuo que pierde el tiempo. Para el romántico idealista nada es digno de intentarse si está contaminado por la negociación entre posiciones opuestas respecto de algún asunto de política pública o por el gradualismo, ¿por qué? Porque inevitablemente, razona el romántico, cualquier transformación que no sea absoluta, inmediata y radical será deleznable.

Para el escéptico pesimista ni siquiera hay que hablar de lo deseable porque de antemano hemos decretado que es imposible.

Para el romántico idealista no hay avances, o logramos todo de golpe o mejor que sea nada, nos quedamos como estamos; el paraíso, a juicio del romántico, se conquista de golpe, sin andaduras previas y sin aproximaciones.

Ejemplo: Ante el extenso (aunque sin duda limitado y deficiente) comentario que hice hace unos días sobre “reformar al gobierno” hizo su aparición, por una parte, un lector que auguró que nada de eso se haría realidad en México y aventuró una apuesta con el autor en dicho sentido (el problema, como le comenté al escéptico, es que yo no estaba haciendo pronósticos, sino analizando – y empujando en lo que se puede – lo que, a mi juicio, debería hacerse). Por otra parte, apareció el romántico con su espada desenvainada: ¿Y cómo que tampoco debe privatizarse la procuración y administración de la justicia? Es un asunto, lo reconozco, que merece analizarse…, pero que pone tan lejana la meta, en un punto en el que los acuerdos parecen imposibles, que inutiliza todo lo demás y nos aleja del foco de lo que de veras interesa: Empujar algo tan polémico y complicado como la privatización de la administración y la procuración de la justicia es, paradójicamente, el mejor camino para que ni siquiera nos planteamos reformas más obvias, como la privatización del monopolio petrolero en México.

Por supuesto, ni el pesimista ni el romántico logran cambio alguno (tal vez en el fondo no sea eso lo que les interese), pero consiguen permanecer “puros”, inmaculados frente a presuntas componendas o ante supuestas ingenuidades que rayan en lo tonto.

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viernes, 14 de agosto de 2009

Empleo: Se recuperó, un poco, en el segundo trimestre



Durante el segundo trimestre - abril a junio de 2009- el número de personas ocupadas en México regresó a sus niveles del cuarto trimestre de 2008, esto es: 43.3 millones de personas, después de la caída a 42.9 millones de ocupados en el primer trimestre de este año.

El segundo trimestre de 2009 aún está por debajo del mismo trimestre de 2008, estamos hablando de unas 600 mil personas menos con ocupación este año.

Es otro "retoñito".

Por cierto, en unos días, cuando se den a conocer las cifras a julio vamos a ver si Enrique Quintana de "Reforma" tuvo razón al decir, hace casi un mes, que el repunte del empleo durante junio había sido un espejismo.

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jueves, 13 de agosto de 2009

Reformar el gobierno

La precariedad de las finanzas públicas de México - conocida y advertida desde antiguo tanto por el actual como por los anteriores secretarios de Hacienda- fue desnudada sin compasión por la recesion global, pero NO fue causada por la recesión.

De ahí que no haya ninguna contradicción entre dos hechos ciertos: 1. Ya pasó lo peor de la recesión y hay señales inequívocas de recuperación económica, y 2. Aun con la recuperación incipiente de la demanda mundial y local, nuestras finanzas públicas seguirán siendo precarias, como lo eran antes de la crisis global. Con un agravante: El plazo fatal para subsanar esa precariedad ya llegó.

De no corregirse habremos de hundirnos en una espiral de mediocridad - en el mejor de los casos- o en una quiebra fiscal ésta sí, como es obvio, de origen interno.

La caída de los precios del petróleo no es ni signo ni causa de nuestra precariedad fiscal. Contribuyó al agravamiento de los síntomas, pero NO es la enfermedad.

La enfermedad - crónica y que los fatalistas se empeñan en imaginar incurable- es la dependencia fiscal de los recursos petroleros, aunada al hecho igualmente crónico de la ineficiencia del monopolio gubernamental petrolero. Los precios del petróleo podrán acaso recuperarse, de hecho ya se han recuperado a lo largo del año (de manera exagerada a mi juicio, pero eso es otro asunto), y la precariedad fiscal seguirá siendo tan grave como ahora.

En lo inmediato, ya se ha dicho, se cuenta con tres herramientas fiscales para atenuar el golpe (es decir: para subsanar el diferencial entre ingresos y gastos fiscales), que son: 1. Incrementar de forma permanente los ingresos fiscales no petroleros, 2. Disminuir significativamente - y también de forma permanente- el gasto del gobierno (o, mejor, de los gobiernos, incluyendo a los gobiernos locales y el gasto de otras entidades del Estado), y 3. Sólo como remedio temporal - esté sí relacionado con la recesión global que, al desplomar la actividad económica, ha impactado la recaudación de ingresos no petroleros- recurrir a un déficit fiscal; que es un remedio tan lleno de riesgos que debe administrarse con extrema cautela, con un plazo perentorio para convertir en menos de dos años el déficit en finanzas equilibradas o en superávit, mediante ahorros e ingresos extraordinarios destinados en su totalidad a la amortización de deuda pública.

De las tres herramientas tal vez la que prometa mejores resultados - y que, por lo tanto, debe emplearse a fondo- es la de disminuir de forma permanente el gasto público y frenar su tendencia a expandirse muy por encima del crecimiento de la economía.

De hecho, una genuina reforma fiscal debe incluir como capítulo principal una reforma del ejercicio del gasto público con criterios de eficiencia. Costos contra beneficios medidos objetivamente y sin subterfugios retóricos.

La información crucial en cualquier estado de resultados es la línea final: La utilidad o la pérdida neta. Si se hiciese para cada operación del gobierno (en sus tres niveles) un auténtico estado de resultados, ¿qué arrojaría la línea final de cada uno de esos análisis?

En la mayoría de los casos tendríamos pérdidas, y en muchos de tales casos las pérdidas se nos mostrarían tan cuantiosas que la operación gubernamental tendría que cancelarse de inmediato y dejarla a la libre competencia de los particulares.

Si acaso por la naturaleza específica de la actividad gubernamental de la que estemos hablando - digamos, la procuración y administración de justicia- parece desaconsejable dejarla en manos de empresas particulares, resulta claro que lo que debe hacerse es reformarla a fondo; es decir: darle una forma nueva (eso significa reformar) que permita evaluarla con objetividad y con criterios similares a los que aplicamos a otras actividades en las que la asignación de recursos debe buscar la eficiencia. Y, ¿qué es la eficiencia? Obtener resultados cuyo valor sobrepase el valor original de los recursos empleados: un "producto" superior a la suma de los "insumos" invertidos.

Es decir, aunque les horrorice a los ideólogos de la "superioridad moral" de gobiernos y políticos, evaluar la actividad de los gobiernos y de todas las actividades sufragadas con recursos público con criterios económicos o "bussines-like".

Dirán de inmediato algunos que usar el símil con un estado de resultados es totalmente inapropiado. Desde tiempo inmemorial los creyentes en una presunta superioridad moral de los gobiernos sobre lo que motejan como "estrechez de miras" de los tecnócratas, han considerado sacrílego analizar la "noble" tarea de los gobiernos con herramientas de análisis financiero, propias - siguen diciendo- de la contabilidad de una tienda de abarrotes o de la frialdad - "insensibilidad social"- de los informes periódicos que los accionistas demandan a la administración de una empresa para ver cómo marcha el negocio. Presumen que la tarea de gobernar es tan sublime que evaluarla con criterios de eficiencia es tan inapropiado como ponerle precio al amor, a los buenos sentimientos o a los sentimientos religiosos.

Esas creencias en realidad son patrañas. Gobernar no es amar, ni rezar, ni ejercer la caridad.

¿En qué consiste la presunta y aplastante "superioridad moral" de los gobiernos sobre los prosaicos negocios? En una falacia o petición de principio (para usar la terminología de la lógica) que es la siguiente: "Los gobiernos son mejores moralmente que los negocios porque no buscan mezquinas utilidades, sino el beneficio de la colectividad, el bien común, el bienestar de las mayorías". Falacia que suele acompañarse de esta otra: "Quienes gobiernan, aspiran a gobernar o son funcionarios en un aparato gubernamental, no buscan su beneficio sino el del prójimo, a diferencia de quienes son accionistas, funcionarios o empleados de un emprendiemiento privado que invariablemente buscan prioritariamente su beneficio personal".

Desafío a cualquier téorico de la filosofía política o a cualquier experto en administración pública a demostrar racionalmente esas dos peticiones de principio. No podrá hacerlo por la simple razón de que son falsedades. Mitos ideológicos muy convenientes para quienes viven (vivimos) del erario, sea como burócratas, "representantes populares", técnicos, políticos profesionales o recipendarios de subsidios públicos, por ejemplo: personal administrativo y académico de universidades sustentadas con dinero de los contribuyentes.

Ojo, no estoy diciendo que sea de suyo inmoral o incorrecto que alguien se dedique a la política o trabaje en el llamado "sector público", simplemente estoy diciendo que al igual que cualquier otro trabajo (transformación de lo existente para obtener un valor agregado al que se tenía originalmente) los trabajos públicos y la actividad gubernamental en sí misma tienen que evaluarse con criterios de eficiencia igualmente rigurosos que aquellos con los que evaluamos las actividades privadas.

Ahora bien, si se debe reformar profundamente el gasto público en los tres niveles de gobierno para evaluarlo y ejercerlo con criterios de eficiencia económica esto nos conduce, inevitablemente, como sucedió en el caso de Nueva Zelanda durante la década de los años 90, a una auténtica reforma de la totalidad del gobierno. Incluso a un replanteamiento de lo que corresponde y de lo que no corresponde hacer al Estado.

Estoy cierto de que si a los administradores de entidades gubernamentales les exigimos llevar estados de resultados, semejantes a los de cualquier empresa que busca deliberadamente utilidades para sus accionistas, y se les advierte que de acuerdo con tales resultados se les evaluará, ellos mismos acabarán por desechar todo gasto superfluo e injustificado, porque estorbara al cumplimiento de las metas con las que serán evaluados y del que depende su permanencia en el puesto o la pérdida, por incompetencia, del mismo.

Nada más miope que ver la reordenación de los gobiernos y del Estado como un mero recorte de gastos. El recorte, urgente, de los gastos que son notoriamente improductivos habrá de darse de inmediato (el lector, estoy seguro, podrá mencionar de inmediato tres o cuatro secretarías de Estado y decenas de entidades gubernamentales totalmente prescindibles), pero la reforma debe ir aún más allá, para ser permanente y contribuir a la productividad total de la economía. La reforma debe ser reforma del gobierno en su esencia.

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martes, 11 de agosto de 2009

¿Nos queremos ver en el espejo de Argentina?

Alguna vez Néstor Kirchner cuando era presidente oficial de Argentina (hoy, dicen, lo es extraoficialmente por interpósita persona, que es su esposa Cristina) dijo, de visita en China, que Argentina aspiraba a ser, bajo su iluminda conducción, "un país en serio". Y aunque los corresponsales en Pekín no reportaron que los altos jerarcas del Partido Comunista Chino se desternillaran de la risa ante la humorada involuntaria de Kirchner, como hubiera correspondido, es un hecho que algunos caricaturistas argentinos le sacaron jugo al disparate del "Pingüino". Argentina, ¿un país en serio? Lo que hay que oir.

Hoy en México el Secretario de Hacienda habló como el Secretario de Hacienda de un "país en serio" y temo que pocos entendieron la gravedad del asunto.

El Secretario acudió de buena gana a una convocatoria del Senado a unas audiencias públicas acerca de la política fiscal anta la crisis económica que nos aqueja (el nombre de la audiencia es mucho más ampuloso pero en esencia se trata de eso: Cómo les ha pegado a las finanzas públicas de México la crisis global). El asunto es crucial y dentro de menos de un mes corresponderá a una flamante Cámara de Diputados abordar justamente el asunto, cuando reciba, como cámara de origen, todo el paquete económico para el año próximo y como cámara que tiene la facultad exclusiva de analizar, discutir y aprobar - en su caso- la propuesta de prespuesto de egresos de la Federación para 2010.

El caso es que Agustín Carstens estuvo ahí, con los senadores, y habló muy en serio, sin adornos ni afeites, acerca de lo mal que se ven las cosas para las finanzas públicas de México, porque no hicimos la tarea a tiempo o porque equivocadamente conjeturamos que habría tiempo más tarde para ocuparse de las cosas importantes y no de los desplantes histriónicos para ver quién clava mejor las banderillas o da los mejores muletazos al astado. "El futuro ya nos alcanzó" dijo.

De alguna manera el mensaje del Secretario de Hacienda fue que aun cuando ya hay indicios ciertos de que el mundo y México están saliendo de lo peor de la recesión, las consecuencias de este episodio seguirán presentes en México, bajo la forma muy real de una amenaza grave para las finanzas públicas. A menos que el Congreso se ponga a trabajar en serio, el país enfrentará gravísimos dilemas fiscales, con consecuencias para toda la economía y para la economía de todos, mientras buena parte del resto del mundo, mal que bien, empezará a disfrutar algo de los retoños de la recuperación.

La crisis, como dice un buen amigo, encueró nuestros problemas estructurales. Problemas que todos conocíamos, problemas que todos sabíamos que tenían que enfrentarse, pero problemas que pospusimos gracias, entre otras cosas, a que los altos precios del petróleo embriagaron a los políticos y sirvieron - todo hay que decirlo- para que el primer gobierno no priísta en décadas, el de Vicente Fox, comprara el apaciguamiento y la gobernabilidad a un abigarrado ejército de gobernadores del PRI, dispuestos a bailar más o menos en paz a cambio de crecientes participaciones y aportaciones de dinero federal. El feuderalismo fiscal mexicano en todo su esplendor.

Por fin sucedió lo que tenía que suceder: Se nos está acabando inexorablemente el petróleo y ahora hay que ponernos a trabajar en serio. Tenemos que convertirnos en un país en serio, en el que la gente paga de veras impuestos, en el que los gobiernos, no sólo el gobierno federal, sino también los estatales y municipales, rinden cuentas, se someten al escrutinio público inteligente (aunque sea del puñado de personas que en México quieren y pueden hacer escrutinios inteligentes), en el que los gobiernos locales afrontan la responsabilidad y el costo político de cobrar los impuestos locales que correspondan (en lugar de esperar todo de la recaudación federal) y en el que los farsantes de la política - que tratan de resolver todo con desplantes ingeniosos y gracejadas más o menos groseras de conductor de microbús envalentonado e impune- no caben.

Hay tres herramientas para hacer frente al grave problema en el que están, ya desde ahora, inmersas las finanzas públicas de México: 1. Aumentar los ingresos fiscales no petroleros, 2. Reducir en serio el gasto público improductivo en los tres niveles de gobierno, en los tres poderes y en varios de los organismos autónomos, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que gastan con singular desparapajo, y 3. Recurrir al expediente, peligrosísimo, veneno de alta toxicidad, de incrementar el déficit fiscal.

El Secretario de Hacienda anticipó que habrán de usarse, en la combinación adecuada, las tres herramientas, pero también adviritió que el aumento de ingresos fiscales no petroleros debe ser permanente (reforma tributaria de a de veras) y también debe ser permanente la reforma al ejercicio del gasto público para reducirlo a montos de eficiencia y productividad. En cambio, mucho ojo, el recurso al déficit debe ser temporal, medido hasta el escrúpulo, más que cauteloso.

Esto es: Si uno no tiene más remedio que entrar al antro de mala muerte, más le vale no perder de vista tres cosas: 1. El reloj (para salirse en el momento preciso, ni un minuto más tarde), 2. La cartera (para que no se la sutraigan) y 3. La puerta de salida más próxima y expedita.

Lo cual signiifca que, junto con un déficit fiscal deliberado deberá pactarse (poner candados legales muy claros) la salida del mismo déficit en un plazo perentorio.

Eso es lo que hace un "país en serio"...¿Será "en serio" nuestra clase política o nos ponemos a rezar por un doble milagro: Ganar el campeonato mundial de futbol y volver a sacarnos la malhadada lotería del petróleo para seguir en la farsa y los deplantes histriónicos?

El llamado "riesgo país" refleja, aproximadamente, esto de la "seriedad" que merecen los países:

México: 175 puntos base.
Argentina: 860 puntos base. (Datos al 7 de agosto de 2009).

¿Nos queremos ver en el espejo de Argentina?

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lunes, 10 de agosto de 2009

Cuarto aviso: La recuperación ya empezó

Las cifras revisadas de comercio exterior a junio que dio a conocer el INEGI hace unos minutos confirman lo que ya se había dicho hasta en tres ocasiones anteriores en estas IDEAS AL VUELO:

1. Durante junio las exportaciones no petroleras tuvieron una notable recuperación respecto de mayo.

2. También las importaciones se recuperaron respecto de los meses anteriores y se verificó de nuevo un déficit comercial mensual, lo cual es bueno porque habla de recuperación del poder de compra y del deseo de comprar. Ahí vamos.

Lo dije desde el 23 de julio pasado, a raíz de las cifras preliminares de comercio exterior a junio, las cifras revisadas de hoy no muestran diferencias significativas respecto de aquellas. Y lo repetí el 2 de agosto.

Las referencias: "Algunos retoños, que sí valen, en gráficas"
"También se recuperó el consumo interno", y...
"En junio las exportaciones crecieron 10.8% respecto de mayo".

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Reformas estructurales e índices de precios

Hay que prestarle mayor atención a los índices de precios que recopila el Banco de México. Además del fenómeno inflacionario en sí - asunto en el que no debe quitarse el dedo del renglón -, los índices que miden las variaciones de diferentes precios (los de mercancías, los de bienes sujetos a factores de estacionalidad, los administrados y concertados por el gobierno o los gobiernos) nos dicen mucho acerca de las distorisones que padecen los mercados en México.

Los precios son la información más relevante para la toma de decisiones económicas.

Hace unos días, al revisar el Informe Trimestral sobre inflación de Banxico, me llamó la atención la gráfica que comparaba las variaciones anuales - mes a mes- de tres variables: el Índice Nacional de Precios al Consumidor (lo que conocemos popularmente como "la inflación en México"), la llamada inflación subyacente (conocida en Estados Unidos como "core inflation") que es la que corresponde a los precios de mercancías comerciadas libremente y que no padecen claros efectos estacionales y la llamada inflación no subyacente que son los precios de aquellos bienes sujetos a variaciones estacionales, como las frutas y verduras o el ganado, y de aquellos bienes y servicios cuyos precios NO fija el mercado, sino que son "administrados" (eufemismo equivalente a "fijados") por el gobierno federal y en ocasiones por gobiernos locales, como: gasolinas, electricidad, agua o "concertados" por los gobiernos (tarifas de transporte o tarifas de telecomunicaciones).

La inflación subyacente o "core inflation" es aquella en la que, en principio, se supone que los instrumentos de la política monetaria del banco central influyen directamente, como tasas de interés interbancarias, crecimiento de los agregados monetarios (especialmente el "dinero del alto poder", M1 y M2) y es la que más interesa, en principio subrayo, para detectar tendencias de alza generalizada en los precios, esto es: Para la inflación como fenómeno monetario.

Lo que me llamó la atención de la gráfica fue la gran volatilidad, en el transcurso de dos años, de la inflación no-subyacente, que iba de "cimas" de casi nueve por ciento anual a "valles" de casi dos por ciento anual, en contraste con la evolución, ligera pero claramente al alza, sin picos ni valles, de la inflación en general y de la inflación subyacente.

Uno presumiría que la volatilidad de la llamada inflación no subyacente obedece fundamentalmente a las variaciones estacionales y pronunciadas de la oferta de bienes agropecuarios, como verduras, legumbres, granos, así como de ganado en píe. Variaciones que obedecen a las estaciones del año en cada hemisferio y a factores muy difíciles de prever o predecir, como huracanes, plagas, sequías y demás.

Sin embargo, en el caso de México y en los últimos años ha influido más la variabilidad de los precios administrados y concertados (llamémosle precios de gabinete gubernamental como contrarios a precios de mercado) que la volatilidad de la oferta de bienes agropecuarios (volatilidad que, por otra parte, tiende a disminuir conforme hay más libertad de comercio en el mundo y los avances en transporte, almacenamiento y conservación de los alimentos permiten normalizar a lo largo de todo el año la oferta de dichos bienes y disponer, por ejemplo, de jugosas ciruelas chilenas durante el invierno en México).

De hecho, los precios de gabinete gubernamental pesan 17 por ciento en el INPC de México, en tanto que los precios de bienes agrícolas y ganaderos pesan sólo 8 por ciento en el mismo índice general de la inflación.

(Hay un interesante trabajo de investigación del propio Banxico respecto de pronósticos de índices de precios que comenta, aunque sea de forma lateral, algunos de estos aspectos, puede leerse haciendo clic aquí).

La siguiente gráfica muestra con claridad los pronunciados picos y valles de los "precios administrados y concertados" respecto de la trayectoria más regular del INPC, (la línea azul corresponde a los precios "administrados y concertados" y la línea color naranja al índice nacional de precios al consumidor), durante los últimos cinco años.



Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con las reformas estructurales de las que tanto se habla y, a veces, tan poco se comprende?

1. El hecho de que alrededor del 17 por ciento de los precios en México NO sean fijados por la oferta y la demanda en los mercados, nos revela una gran distorsión en la asignación de recursos. Los precios, repito, son el elemento clave de la economía porque permiten asignar los recursos eficientemente, cuando los precios son "administrados" o "concertados" desde una sala de juntas en el gobierno o desde una oficina donde unos cuantos oferentes de los bienes y servicios negocian ajustes con las autoridades, a despecho de la voluntad de los consumidores, nos confirma que los mercados en México están lejos de ser completamente libres y, por supuesto, muy lejos de ser eficientes.

2. En cada uno de los casos de precios administrados y concertados estamos hablando de insumos clave para toda la economía (energéticos, transporte, telecomunicaciones) por lo que las variaciones en dichos precios afectan directamente a toda la actividad económica, desde un banco hasta una tienda de abarrotes, desde una fábrica de maquinaria y equipo hasta una empresa de mensajería.

3. Si vemos con detenimiento la gráfica notaremos que los picos suelen situarse alrededor de noviembre a enero y los valles entre abril y junio, pero no de una manera uniforme todos los años, ni en los mismos periodos para cada año (si nos fuésemos más atrás, veríamos que los picos invariablemente se presentaban cada enero, como en los servicios de educación privada los picos de precios al alza se presentan invariablemente en septiembre), un elemento determinante de esta tendencia son las famosas "tarifas de verano" de la Comisión Federal de Electricidad, cuando entran en vigor el índice cae y cuando termina su vigencia el índice vuelve a subir, pero no es el único.

4. Un factor cada vez más decisivo para estas variaciones es la situación de las finanzas públicas. Esto, a mi juicio, tenderá a agravarse conforme los ingresos petroleros han caído estrepitosamente no sólo por el descenso de los precios internacionales, sino por la declinación inexorable de la plataforma de producción y exportación (la llamada reforma energética NO resolvió, ni por asomo, esta grave vulnerabilidad).

5. Lamentablemente los precios y tarifas del sector público - electricidad y combustibles, sobre todo- fueron "administrados" políticamente en años recientes para calmar a grupos de presión (véase el escándalo que puede hacer un puñado de adinerados negociantes por el precio del diesel), para complacer al electorado o por la errónea percepción de que un aumento de algunos precios (verbigracia, gasolinas) incendiaría a un país que se suponía (leen demasiados periódicos y ¡se creen todo lo que leen!) a merced de los caprichos de un iluminado que sentenció: "¡No al gasolinazo!", para regocijo de los amantes del ruido.

Concluyo, aunque el tema da para mucho más, que apenas estamos a tiempo para emprender reformas estructurales en serio y completas (fiscal, energética, de telecomunicaciones, educativa, laboral, entre otras), antes de que la dura realidad nos imponga escenarios catastróficos: Presiones inflacionarias por alzas desmedidas de precios "administrados y concertados" con toda su cauda de efectos en el resto de los precios, finanzas públicas al borde de la quiebra o escasez de veras grave de algunos bienes, por ejemplo: el agua, cuyos precios, fijados por los gobiernos locales, llegan a ser criminalmente irrisorios como en el Distrito Federal.

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jueves, 6 de agosto de 2009

Se veía más presentable en pijama

Divagaciones más o menos frívolas acerca de la facha de algunos falsos héroes de la democracia.

Desde el primer momento tuve serias dudas de que ese sainete en Honduras fuese propiamente un “golpe de Estado” (ver aquí), pero ya se sabe que los simples ciudadanos vemos las cosas distinto que los políticos.

No me voy a meter en honduras (se dice que eso hace quien “trata de cosas oscuras y dificultosas sin tener bastante conocimiento de ellas”), acerca del asunto, aunque una lectura de la Constitución hondureña me ha persuadido de que ambas partes, Manuel Zelaya el defenestrado y quienes lo defenestraron con tan poca elegancia (¡en pijama y sin haberle permitido darse un regaderazo!), violaron esa Constitución; conjeturo que ambas partes tendrían que perder sus puestos y enfrentar acusaciones de delitos ante un juez; claro, el problema, en tal caso, se vuelve práctico y con cierto tinte de melodrama: ¿Quién cierra la puerta de la cárcel?

A lo que voy es a lo de la pijama. Fue muy poco elegante, le dio a todo el asunto desde el principio un toque tropical de cosa poca seria, de exotismo para disfrute de turistas europeos cultos, que se muestran sorprendidos y risueños ante las excentricidades de los nativos. Por esa misma razón parecía un asunto del siglo pasado, no de éste. En fin, se veía muy mal que hayan sacado a Zelaya de su casa a deshoras en pijama y lo hayan trepado a un avión. Algún periodista español – de esos que no perdonan las burlas – comentó que deberían haber sido más cuidadosos porque imagínense, exclamó, que Zelaya hubiese tenido la fea costumbre de dormir en paños menores o en cueros…

Pero con todos sus inconvenientes lo de la pijama generaba simpatías para Zelaya: lo mostraba desvalido. Si no podía exhibir golpes producto de una brutal tortura (porque no la hubo) o heridas escandalosas que mostrasen la violencia con la cual los “malos” le habían sometido (no parece haberla habido), podía exhibir al menos la ropa de dormir, la pijama, como ejemplo del “salvajismo” de los presuntos golpistas. ¡Esas cosas no se hacen!

Lo malo – para Zelaya y sus amigos, reales o fingidos – es que, el presidente hondureño defenestrado, muy pronto adquirió otra estampa, ya no de víctima sino de palurdo adinerado, con sombrero tejano, que se sueña en el rancho inmenso con pozos petroleros, montones de vacas pastando (antes de convertirse en jugosos cortes), y conduciendo a toda velocidad, por sus inmensos dominios campiranos, una de esas camionetotas abrumadoras, potentes y prepotentes, que tanto gustan a quienes suspiran por ser rancheros motorizados. Émulos de George Bush, el pequeño.

Así llegó Zelaya a México, le dieron recibimiento con honores (no me meto en honduras, repito, pero aquello fue muy desagradable, como de parodia mala) y el tal Zelaya anduvo de arriba para abajo, recibiendo saludos, llaves de la ciudad (habrá que cambiar la cerradura para no llevarnos una sorpresa desagradable), sonrisas, algún beso y algún abrazo, así como “las seguridades de mi más atenta consideración” o como quiera que dijesen las despedidas formales en las viejas cartas.

Todo, habrán de perdonarme, se vio mal. Como de visita incómoda que se recibe por obligación o por costumbre o porque “¿qué va a decir la gente?”. Episodio inolvidable que a todos nos hace sentir ridículos e hipócritas. Y el tío incómodo, de visita, ni siquiera parece percatarse del embarazo que causa. Por el contrario, se suelta contando chistes malísimos, se sienta a la mesa con sombrero, pide un palillo para hurgase los dientes, le guiñe el ojo al ama de llaves, aventura dos o tres palabrotas y no entiende las indirectas (“bueno, creo que las visitas tienen sueño” dice la anfitriona y el invitado lo toma a chanza y propone echarse una cantadita de sentidas melodías vernáculas, con todo y gritos de “ay, ay, ay, ay” o de “ésa no porque me duele” o un “¡viva mi rancho, bola de cabrones!”).

La verdad el personaje necesita con urgencia un asesor de imagen y relaciones públicas que lo vista como víctima, que le de aires de personaje democrático, que le dedique un par de tardes (¡o más!) a quitarle lo palurdo y descarado, lo zafio. Con ese tipo nadie puede hacer la película del héroe civil moderno que se enfrenta a los militares despiadados y que vive agobiado por la pobreza y el sufrimiento de su pueblo bueno. Costa-Gavras, Konstantino Gavras, el cineasta griego avecindado en Francia, rechazaría hacer una de esas películas profundas y emotivas a las que nos tiene acostumbrados, con tal personaje: “Zelaya, el liberador de un pueblo oprimido” o algo así. No hay manera.

Se veía mejor en pijama. Daba lástima, al menos.

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miércoles, 5 de agosto de 2009

Ebrard y la congruencia

Tiene razón Fernando, un lector asiduo - ¡gracias! - de estas IDEAS AL VUELO, quien me envió un comentario sobre la incongruencia de Marcelo Ebrard pidiendo que se reconozca a Manuel Zelaya (que cambió la pijama por el sombrero de palurdo adinerado), cuando él sigue sin reconocer al Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Estoy de acuerdo, pero no me toma por sorpresa: Ebrard en ese asunto y en muchos más navega con una incongruencia pasmosa. Otra vertiente del asunto del "reconocimiento" es la desfachatez con la que Ebrard y sus funcionarios se la pasan pidiendo dinero federal a los funcionarios de ese mismo gobierno al que no reconocen. Recuerdo en septiembre de 2007 a Ebrard despotricando en contra del IEPS (impuesto especial a la producción y los servicios) adicional que se propuso para la gasolina y que se iría directamente para los estados, mientras su secretario de finanzas, sentado a mi lado en una de las galerías de la Cámara de Diputados, seguía atento las votaciones y festejaba sin embozo cuando se aprobó el impuesto: de inmediato Mario Delgado, así se llama el personaje, tomó su celular y le marcó a Ebrard para darle jubiloso la noticia de que ese mismo impuesto contra el que decían estar en contra ¡sí se había aprobado!...y tendrían varios miles de millones de pesos más de dinero público para gastar. Incongruencia en pleno (y no sólo porque la cámara estaba reunida en pleno).

En fin, Fernando, eso de la congruencia no se les da mucho a los políticos, menos a los saltimbanquis, género al que pertenece el humilde y sencillo Ebrard.

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Confianza de los consumidores, también para arriba

Hasta los más escépticos - bueno, excluyendo a los necios por contrato o por fanatismo- empiezan a reconocer que las percepciones acerca de la economía mejoran y muestran una tendencia al alza. Ahora la tocó al Indice de Confianza del Consumidor, indicador que levantan y elaboran conjuntamente el Banco de México y el INEGI.

(Al hablar de "hasta los más escépticos" me refiero a varios periódicos que, por fin, están atendiendo las variaciones mensuales desestacionalizadas y no sólo la variación anual).

Nótese que aún estamos lejos del "pico" más alto que ha registrado este indicador desde enero de 2007, que fue un índice de 108 puntos en agosto de 2007 (curiosamente cuando ya habían "tronado" en Estados Unidos los primeros fondos grandes repletos de hipotecas "subprime", algo que "ni en cuenta" en México, como se dice coloquialmente) y podemos anticipar que pasarán muchos meses antes de que volvamos a ver esos niveles de confianza de los consumidores. Esto puede verse claramente en la siguiente gráfica:


Pero si queremos tomar como referencia el punto de inflexión de la crisis - octubre de 2008, cuando se desplomó la confianza-, el índice de julio de 2009, dado a conocer hoy, se ve notablemente bien: Verde, retoño verde.., como en esta otra gráfica:

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El desastre de los subsidios a la oferta

El presidente Barack Obama se queja de que los detractores de su propuesta de reforma al actual sistema de cuidado de la salud (health-care system) preferirían dejar las cosas como están, en lugar de apoyar una reforma.

Obama tiene algo de razón en lo que dice, porque, a su vez, tales detractores tienen razón: "Reformar" el sistema de salud en la forma en la que lo está proponiendo Obama empeoraría las cosas...Si Obama quiere plantear las cosas, políticamente, como: "O toman mi propuesta o no se hace nada", la elección para la inmensa mayoría de sus conciudadanos es clara: Deja las cosas como están, no trates de arreglarlas porque ya vimos que sólo las vas a empeorar.

El problema del sistema de salud estadounidense lo plantea con gran claridad hoy en "The Wall Street Journal" el economista Arthur Laffer (ver: "curva de Laffer" o porqué con tasas más altas de impuestos la recaudación tiende a caer) al decir que lo que debe corregirse es la "cuña" entre los costos del sistema de salud - cada vez más altos- y lo que desembolsa y recibe quien es el supuesto beneficiario.

Si la brecha entre los costos y el precio percibido sigue creciendo - porque los costos, y por tanto el subsidio efectivo, siguen aumentando-, el sistema está muy cerca de ser insostenible fiscalmente. Es lo que suele suceder con los subsidios a la oferta -en salud o en educación, por ejemplo-, donde cualquier incremento en el subsidio en lugar de traducirse para el supuesto destinatario del subsidio en mejor atención médica o en educación de mejor calidad, se traduce en beneficios, mayor margen de utilidad, para el prestador del servicio.

Si en lugar de darle el subsidio directamente a los maestros y a las escuelas (o, peor todavía, a los líderes del sindicato de maestros), se los damos a los alumnos o a los padres de familia de los alumnos en la forma de un cheque o bono para que lo gasten en pagar la colegiatura en la escuela de su elección, el subsidio se vuelve mucho más eficiente. Exactamente lo mismo sucede en el sistema de salud y la propuesta de Obama, al insistir en un mayor desembolso de recursos fiscales para subsidiar la oferta (beneficiar a compañías de seguros y a médicos, entre otros) no soluciona el problema, lo empeora.

Lo que Obama requiere entender es muy sencillo. Le están diciendo: "Si ésa es tu manera de arreglar las cosas, si eso es lo mejor que puedes hacer, mejor no hagas nada".

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lunes, 3 de agosto de 2009

Encuesta industrial de julio: Más señales de recuperación

"Verde que te quiero verde". Como anticipé, la encuesta mensual de opinión manufacturera (o indicadores de opinión industrial) de México levantada al mes de julio también trajo más noticias de retoños o "brotes verdes".

Equivalente al IMP de Estados Unidos, la encuesta mexicana, dada a conocer por el INEGI, arrojó crecimientos mensuales significativos en sus tres indicadores: El Indicador Agregado de Tenedencia (IAT), el Indicador de Pedidos Manufactureros (IPM) y el Índice de Confianza de los Productores (ICP).

Por cierto, el INEGI realizó modificaciones al alza, en la revisión de las cifras, para los índices de mayo y de junio pasados.

El IAT registró en julio 48 puntos contra 47.4 puntos de junio. Un avance de 0.6 puntos. Tres meses consecutivos al alza.

Los pedidos manufactureros (IPM) crecieron en julio, respecto del mes anterior, en 0.5 puntos porcentuales y el indicador se situó en 48.7 puntos en julio.

Finalmente, el Índice de Confianza de los Productores (ICP) registró en julio 37.5 puntos, lo que es 1.6 puntos más que en junio y es el más alto registrado desde octubre de 2008, inclusive.

Van, primero, las gráficas de los índices mensuales de octubre de 2008 a julio de 2009 y, después, las gráficas, de línea, de las variaciones mensuales de cada índice (en ellas la línea negra es una línea de tenedencia de acuerdo con los promedios móviles de dos meses).









Este repunte es coherente con el avance del comercio exterior que comentamos ayer. De hecho, si se observan las gráficas de las variaciones mensuales de importaciones totales y de exportaciones manufactureras, se verá que las variaciones de los índices de opinión industrial dadas a conocer aquí siguen una tendencia similar.

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Sube 4.1 puntos mensuales el PMI en Estados Unidos

En línea con la recuperación gradual del dinamismo económico, el índice nacional de los gerentes de compras (PMI) llegó en julio a 48.9 puntos, 4.1 puntos más que en junio, según el reporte dado a conocer hoy, 3 de agosto, por el ISM de Estados Unidos (puede consultarse aquí).

Por su parte, el índice de nuevos pedidos (new orders) alcanzó los 55.3 puntos en julio contra 49.2 de junio.

La cota de 48.9 puntos es la más alta alcanzada desde agosto de 2008, cuando fue de 49.3 puntos (el promedio de los últimos doce meses ha sido de 40.4 puntos). El punto más alto fue en agosto (49.3) y el más bajo en diciembre (32.9).

La relación histórica entre el PMI y el Producto Interno Bruto indicaría que el promedio del PMI de enero a julio (40.6 por ciento) corresponde a una contracción de 0.2 por ciento del PIB en el mismo periodo, sin embargo el PMI de julio (48.9 por ciento) corresponde a un avance anual del PIB de 2.4 por ciento.

A las 14:30 horas de hoy el INEGI difundirá en México los índices equivalentes también para el mes de julio. Serán buenas noticias y confirmarán que el surgimiento de los "brotes verdes" de los que hemos venido hablando es una realidad.

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domingo, 2 de agosto de 2009

Algunos retoños, que sí valen, en gráficas

La sabiduría convencional en los medios de comunicación y en las declaraciones de los políticos en México ha dictaminado que NO hay signos de recuperación de la actividad económica y que, por razones misteriosas que sólo pueden atribuirse a la torpeza e incompetencia irremediables del gobierno federal -en lo general- y del gabinete económico en particular, la recesión en México sólo puede agravarse en los próximos meses y, a despecho de la aparición de signos ciertos de recuperación del dinamismo económico en los Estados Unidos, México sólo puede seguirse hundiendo en una depresión económica.

Dicho en otras palabras y de forma cruda: La crisis debe agravarse hasta que lleguen los "redentores" del PRI en el 2012, mientras tanto lo que resta del periodo sexenal de gobierno debe darse por perdido (opinión estridente a la que, con gran torpeza intelectual, se suman incluso comentaristas con cierta reputación de lucidez, como Jaime Sánchez Susarrey).

Sin embargo, la realidad es muy distinta.

Hay signos claros de recuperación en la economía mexicana. Retoños que sí cuentan y que sí valen.

Un ejemplo son los datos más recientes de la balanza comercial, a junio. Ya hemos comentado, el 23 de julio, el repunte mensual de las exportaciones, especialmente de las exportaciones manufactureras, que representan más de un tercio del PIB de México (si al peso de la industria manufacturera de exportación en el PIB le sumamos el peso del comercio exterior), así como del notable repunte de las importaciones totales (al grado de que hemos pasado, de mayo a junio, de una situación de superávit a una de déficit en la balanza comercial) que sólo puede "leerse" como una recuperación indudable de la demanda interna.

Al respecto, vale la pena recordar que para una economía como la mexicana, notablemente integrada a la dinámica industrial de su principal socio comercial, que son los Estados Unidos, y para la cual el aporte del ahorro externo es decisivo (dicho aporte se mide, precisamente, como la contraparte necesaria del déficit en cuenta corriente), los déficit comerciales y de cuenta corriente son indicadores de bienestar.

¿Por qué son tan relevantes, como indicadores privilegiados y oportunos de la mejoría o del deterioro de la actividad económica en México, los datos del comercio exterior? Porque para México:

1. La actividad industrial manufacturera representa 18.1 por ciento del PIB; mientras que para Estados Unidos representa sólo 11. 5 por ciento de su producto (esto es: en México, la industria manufacturera pesa 1.57 veces en el PIB lo que pesa en Estados Unidos).

2. Porque el comercio exterior de México pesa más del doble - respecto del PIB- de lo que pesa en Estados Unidos. Así, las exportaciones mexicanas representan 30.4 por ciento del PIB (mientras que para Estados Unidos las exportaciones representan sólo 13 por ciento del PIB) y las importaciones mexicanas representan 34.2 por ciento del PIB (mientras que para Estados Unidos sólo representan 17.7 del PIB).

3. Esto significa que así como la caída del comercio exterior (importaciones y exportaciones) mexicano tuvo una mayor repercusión en el PIB de México de lo que la caída del comercio exterior de Estados Unidos tuvo en el producto de ese país, la recuperación del comercio exterior también tendrá efectos magnificados en el PIB de México respecto de los efectos que se verificarán en Estados Unidos por la misma causa. Otro tanto debe decirse de la recuperación de la industria manufacturera.

Van por eso, estas gráficas - imágenes elocuentes que hablan por sí mismas- de estos retoños que si cuentan y que sí valen.

A MAYORES IMPORTACIONES, MAYOR DEMANDA INTERNA


MAYORES EXPORTACIONES MANUFACTURERAS, MAYOR PRODUCCIÓN


CRECE EL DÉFICIT COMERCIAL, CONSUMIMOS MÁS, VIVIMOS MEJOR


CONSEJO PARA CAMINANTES:
Si usted tiene no tiene otra actividad productiva que divagar en un café - o ante un micrófono de radio o televisión- acerca de lo mal que están las cosas, usando datos de mayo pasado o de más atrás, deseche estos indicadores. Si, por el contrario, forma parte de la población de veras económicamente activa seguramente los tomará en cuenta para sus decisiones prácticas.

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