lunes, 30 de junio de 2008

Petróleo, precios y restricciones presupuestales

Cuando un país que exporta petróleo entiende los "altos precios" del crudo como una oportunidad para aflojar las restricciones presupuestales está conspirando contra sus propios intereses, al derrochar un recurso clave para su desarrollo.


Una restricción presupuestal blanda es aquella en la que un consumidor, una empresa o un país entienden que un exceso en sus gastos, respecto de sus ingresos, puede permitirse porque hay una instancia externa (gobierno, papás complacientes y adinerados) que solventará dicho exceso.

Venezuela otorga un subsidio desorbitado a la gasolina que se comercializa en su territorio. Desde hace 11 años (1997) no ha aumentado el precio.

¿Cuál es la magnitud del subsidio?

Con lo que hoy, junio de 2008, cuesta un litro de gasolina en Holanda usted puede comprar ¡53 litros de gasolina en Venezuela!

Con lo que hoy, junio de 2008, cuesta un litro de gasolina en Estados Unidos usted puede comprar ¡24 litros de gasolina en Venezuela!

Con lo que hoy, junio de 2008, cuesta un litro de gasolina en México usted puede comprar 15.3 litros de gasolina en Venezuela.


(Los precios de referencia, por si usted desea hacer otras comparaciones, son: 2.38 dólares por litro en Holanda; 1.08 dólares por litro en Estados Unidos; 0.69 dólares por litro en México y 0.045 dólares por litro en Venezuela).

Hugo Chávez, presidente de Venezuela, dijo el viernes que no aumentarán los precios de la gasolina en su país a despecho de lo que digan los precios internacionales y los costos de producción en que incurre el gobierno de Venezuela – a través de su petrolera nacional- para ofrecerla, porque "es un tema de soberanía" y porque "somos un país petrolero".

En este caso los venezolanos disfrutan (¿?) de una restricción presupuestal blanda (vía los subsidios extraídos de la renta petrolera) que sólo puede conducir a la ruina. El ablandamiento de las restricciones presupuestales propicia el desperdicio de recursos e inhibe la innovación, el desarrollo y la adopción de nuevas tecnologías para vivir mejor. La restricción presupuestal dura – expresada por los precios reales del mercado- es el mejor incentivo para progresar.

Nueva formulación del principio de Say: Los subsidios crean su propia demanda galopante que conduce a una economía de escasez (János Kornai).

¿Conclusión? Los holandeses viven y vivirán mejor que los venezolanos.

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jueves, 26 de junio de 2008

¡No le manden señales equivocadas al productor!

La solución al desorden en los mercados internacionales de alimentos y a los altos precios es desmantelar mecanismos proteccionistas (subsidios y barreras al comercio) y – sobre todo- dejar que los precios no manipulados informen a los productores que están ante una oportunidad única.



Hace algunos meses un buen amigo me hizo notar que la versión de que los altos precios de los alimentos obedecen a la demanda de China e India, cuyos habitantes de la noche a la mañana estarían comiendo mejor, no tiene lógica: No es verosímil que millones de chinos e indios hayan despertado todos el mismo día ganando dos o tres veces más que el día anterior y que ese mismo día decidieran que todos iban a comer más carne, tomar más leche y consumir más cereales. Esos cambios en el ingreso son graduales, llevan varios años y los mercados se acomodan a ellos.

El mecanismo mediante el cual los mercados se acomodan a un cambio en la demanda, generando una mayor oferta, demuestra la maravilla del sistema de precios: los precios altos avisan al productor que hay que sembrar más porque ése será un buen negocio.

Reproduzco el comentario que me hizo llegar un lector de Tamaulipas que vende agroquímicos: "Un pequeño productor de maíz (unas cuatro hectáreas) hace dos temporadas comenzó a utilizar maíces híbridos, hace una temporada fertilizantes y este año va a volver a utilizar híbridos y esta vez fertilizantes de alto desempeño.



"¿Acaso debemos ese cambio en favor del uso de tecnología a algún ambicioso programa de gobierno? ¿Algún "pacto", "alianza" o "cruzada" por la productividad en el campo? NO.



"Se lo debemos al mercado, específicamente al incremento al precio del maíz que se ha encargado de decirle de forma inequívoca: ¡produce más!



"Me aterra pensar que el gobierno pudiera estar a un paso de querer controlar los precios y decirle que deje de hacerlo".



La solución es producir más, con el incentivo de los precios altos, y que el gobierno de los Estados Unidos tenga la honestidad de reconocer que su ocurrencia, dizque ecologista, de subsidiar la producción de etanol a partir de maíz fue estúpida, antiecológica y generadora de hambre. Esa es la causa que explica la mayor parte de las distorsiones actuales en el mercado de los alimentos. ¡Dejen de subsidiar!

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Parábola del mercado

Pocas cosas tan de carne y hueso, tan humanas, como los mercados. Y pocas cosas tan impersonales, tan despiadadas y tan insensibles como las burocracias gubernamentales.

Hace muchos años elaboré un bosquejo de guión que serviría para una serie de programas de televisión acerca de la economía en la vida cotidiana. El proyecto no encontró eco entre los genios de la televisión que estaban más interesados, entonces como hoy, en la producción de telenovelas lacrimosas que repiten hasta la saciedad dos o tres historias melodramáticas o en noticiarios salpicados de sangre, balazos, tragedias y sollozos. Ni modo.

He recordado ese proyecto frustrado porque justamente el primer programa de la serie trataba acerca de lo que es el mercado. Las primeras imágenes mostrarían un mercado público en México – digamos, el mercado de Mixcoac, en la ciudad de México- pleno de actividad a media mañana, con compradores comparando precios y calidades en los distintos puestos y con vendedores empeñados en seducir a los clientes potenciales, mostrando sus mejores frutas y verduras, presumiendo de sus precios bajos y jurando que sus relucientes básculas, a diferencia de otras, pesan con ejemplar honestidad y transparencia. La voz de un locutor que no aparece a cuadro, simplemente sentencia: "Esto es un mercado".

En la siguiente escena la cámara recorre las mismas instalaciones de ese ¿mercado? público, pero vacías, sin compradores y sin vendedores, sólo con las mercancías en los estantes, pero sin letreros indicando los precios y sin persona alguna…En este caso la voz fuera de cuadro advertía: "Esto NO es un mercado, para efectos prácticos esto es un almacén o una bodega".

¿Cuál es la diferencia entre un mercado y una bodega? La gente, decidiendo libremente si se deshace de su dinero a cambio de un kilo de tomates o de un cuartito de perejil o si se deshace de sus tomates o de su perejil a cambio de unos billetes o unas monedas. Cuando esa gente llega a un acuerdo se da mutuamente las gracias porque ambas partes – quien compra y quien vende- consideran que han ganado en el intercambio y, efectivamente, así es.

Eso es un mercado. Ninguna oficina gubernamental, ningún burócrata iluminado ha logrado, en toda la historia de la humanidad, sustituir con eficacia esa maravilla o hacerla "más humana".

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martes, 24 de junio de 2008

Alimentos, mercados y tonterías

El alza en los precios de los alimentos ha tenido un efecto secundario temible: Algunos comentaristas de asuntos económicos están sacando del desván de los recuerdos sus pésimos apuntes escolares de hace 30 años para "explicar" lo que no entienden.

Un colega de Guadalajara publicó la siguiente frase en su colaboración habitual del lunes pasado: "La cosa es tan bizarra que los grandes supermercados tienen más fuerza que la Sagarpa cuando se trata de definir lo que consumiremos los mexicanos". Es una frase que combina, con gran ahorro de palabras, la pésima gramática con la pésima economía y la pésima "ideología" reinantes en los años 70 del siglo pasado. Veamos:

Primero, el adjetivo bizarro significa en español "generoso, valiente, espléndido"; justo lo contrario de lo que quiso decir este colega, quien seguramente estaba pensando en francés (idioma en el que el adjetivo "bizarre" significa "extraño, extravagante" o incluso "absurdo") cuando escribió su columna.

Segundo, ¿de cuándo acá es tarea de la Sagarpa o del gobierno determinar lo que consumiremos los mexicanos? Aun en las épocas de la economía cerrada a piedra y lodo los consumidores en México consumían los alimentos que podían comprar, que había en el mercado y que se les daba la gana comer. ¿En dónde cree este colega que vivimos?, ¿en un monasterio?, ¿en un orfanato?

Tercero, tampoco los grandes supermercados determinan lo que comemos, lo elegimos nosotros de acuerdo con lo que hay en el mercado (donde hay más opciones que en el pasado, gracias a la apertura comercial).

La frase es la desafortunada conclusión de varios prejuicios ridículos: 1. El gobierno debe protegernos como críos y decidir por nosotros, 2. El libre comercio es malo porque es "neoliberal", 3. Los intereses de un puñado de productores incompetentes son más importantes que la libertad de los consumidores, 4. No existen las ventajas comparativas, ni las ventajas competitivas, 5. Si los islandeses quieren comer plátanos tendrán que cultivarlos en Islandia (en invernaderos) y les costarán una fortuna y si los mexicanos queremos comer ciruelas durante el invierno tendremos que cultivarlas en invernaderos, a un costo prohibitivo, pero jamás importarlas del hemisferio sur, porque perdemos "soberanía".

Ya veo al ingeniero Alberto Cárdenas, ordenando qué es lo que tenemos que comer. ¡Ni en una pesadilla, y a Dios gracias!

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Marcelo y las lágrimas de cocodrilo

Dijo Marcelo Ebrard que nadie – escúchese bien: nadie- está más indignado que él por la tragedia que "sus" estúpidas fuerzas policíacas causaron la tarde del viernes pasado. Tan indignado que se le olvidó ofrecer disculpas, darle el pésame a los verdaderos deudos y acompañarlos en su dolor.


El jefe de gobierno declaró el sábado que la ciudad está de luto por la muerte sin sentido – atroz- de doce personas, incluidos siete menores de edad, la tarde anterior. Se puso corbata negra. Reconoció que hubo "errores graves" en el dichoso "operativo" (pero no dijo cuáles eran esos errores ni quién era el responsable) y prometió que el asunto sería esclarecido; más tarde se entrevistó con el presidente de la Comisión de Derechos Humanos quien, según se informa, también exigió el esclarecimiento de los hechos y el castigo a los responsables.

La rapidez de Marcelo Ebrard para hacer un control de los posibles daños políticos y de imagen derivados de la tragedia lo llevó a decir una barrabasada: "El más indignado de todos es el Jefe de Gobierno" aseguró hablando de sí mismo en tercera persona. ¿Cómo sabe Ebrard que él es el más indignado por la tragedia?, ¿le preguntó a primera hora a su espejo?: "Espejito, espejito, ¿quién es el más indignadito?".

En el profuso y vistoso sitio de Internet del gobierno del Distrito Federal no apareció, ni el sábado, ni el domingo (hasta el mediodía, al menos) la más pequeña muestra de luto o dolor. La vida siguió igual. Los boletines de prensa del GDF el sábado presumieron que el gobierno despidió a una delegación de clavadistas que partió hacia los juegos olímpicos, reseñaron la entrega de un módulo de seguridad ciudadana en Coyoacán, alardearon del "prestigio" del programa de educación a distancia, anunciaron un "rally energético" en el Centro Histórico e invitaron a pasear en patines o en bicicleta el domingo…De la tragedia, ni una palabra. Del dolor, ni una señal.

Típico de la mentalidad policíaca prevaleciente en México, un "mando" policíaco criticó, en forma anónima desde luego, el "operativo", diciendo que "para controlar a una multitud de 500 jóvenes se habría necesitado el doble o el triple de agentes". Claro, como eran 500 delincuentes de altísima peligrosidad, gran pericia y larga experiencia…Imbéciles.

Lágrimas de cocodrilo, dice el diccionario, son aquellas que alguien vierte aparentando un dolor que no siente.

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sábado, 21 de junio de 2008

Querían espectáculo, fabricaron una tragedia

¿El objetivo de los “operativos” policíacos es proteger a los ciudadanos o armar un espectáculo para salir en los medios?, ¿querían dar “la nota”? Lo lograron. Murieron doce personas, entre ellas siete menores de edad.

La tragedia del viernes pasado – doce muertos por aplastamiento y asfixia durante un “operativo” policíaco en un negocio infame en el que se vendían bebidas alcohólicas y tal vez drogas a menores de edad- nos arroja a la cara el cúmulo de estupideces que estamos cometiendo o solapando.

Corrupción, mentiras, padres cómplices, pillos protegidos por burócratas venales, autoridades ávidas de protagonismo, medios que se solazan en el escándalo.

Empecemos por lo obvio: ¿La mejor forma de evitar que los menores consuman alcohol y drogas son los “operativos” con decenas de policías armados hasta los dientes y alardeando del poder de sus cascos, garrotes, rifles, pistolas, granadas y demás?, ¿se trataba de proteger la salud física y emocional de los menores o de ofrecer un espectáculo de fuerza?

Si las “autoridades” sabían que en ese sitio se cometían ilícitos, ¿no era más inteligente documentar los delitos y después, ya sin la presencia de cientos de menores en el infame local, proceder a detener al dueño y a los demás responsables y clausurar para siempre el sitio?, ¿se trataba de cegar la fuente del daño o de dar un espectáculo de rentabilidad política?

El uso hasta la saciedad de la palabrita “operativo” como sustantivo (cuando en realidad es un adjetivo) revela ese enfoque de las tareas de “seguridad pública” como espectáculo provechoso para los fines electoreros de los gobiernos. Un añadido innecesario – “preparado para ser utilizado o entrar en acción” define el diccionario - se vuelve la sustancia: ¿preparados para entrar al sitio tirando de balazos y profiriendo amenazas a diestra y siniestra?

Y sucede lo mismo si los policías tienen que decomisar mercancías falsificadas o desalojar vendedores ambulantes o resguardar a una eminencia política: Hay que hacerlo con alarde, ostentando toda la parafernalia de la violencia; infundiendo terror audiovisual.

¿Para qué? Para que se note quién manda aquí, para desquitarse de tanto fracaso contra la delincuencia mayor y, también, claro, para salir en los medios: “Jefe, ya tenemos localizado el sitio donde se comete tal delito, ¿qué hacemos ahora?” Y el jefe responde: “Pues un operativo, ¡idiota!, pero no empiecen hasta que lleguen los de la televisión”.

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Calumniar: herencia maldita del 2006

Uno de los saldos más abominables que dejó la fracasada y tramposa campaña electoral de Andrés López en el 2006 fue la consagración del hábito, en el ambiente político, de calumniar con singular denuedo y quedarse tan campantes.

En su muy divertida novela sin ficción "La gota de agua" (1983) Vicente Leñero narra sus peripecias como pasante de ingeniería encargado de la remodelación de unos baños en la Ciudad Universitaria. Enamorado y distraído, el joven Leñero confundió el número de identificación de unos urinarios al seleccionar los muebles en un catálogo y eligió muebles 15 centímetros más altos de lo aconsejable. Una vez instalados los mingitorios, Leñero recibió el reporte del ayudante del plomero respecto de los flamantes urinarios:

"-Funcionan muy bien, ingeniero. Su alimentación perfecta, su descarga normal: todo funciona. Pero hay un problema.
"El ayudante de Saúl Mercado tenía la maldita manía de impacientarme. A veces se comportaba como un lerdo, era lento en sus reflejos; medio tarolas, la verdad.
"Dejó de rascarse la cabeza. Dijo:
-No alcanzo.
-Qué cosa.
-Estuvieron mal nuestras medidas, ingeniero; no alcanzo.
-No alcanzas a qué.
-A miar, ingeniero."


El miércoles, el diputado Cuauhtémoc Velasco – quien había declarado alegremente que la Secretaría de Hacienda planeaba sobornar a un número indeterminado de legisladores nada menos que con $2.5 millones de dólares por cabeza, para propiciar las reformas a Pemex- hizo un último intento para darle una pizca de verosimilitud a su calumnia y contó el típico cuento de que un cuate le dijo que otro cuate le había dicho que había oído que…, y concluyó: ""supuse que mi credibilidad daba para que yo hiciera este señalamiento".

Pues no, su credibilidad (¿cuál?) no dio, no le alcanzó, así como la estatura del ayudante de plomero no le dio para descargar su vejiga en unos urinarios que un incompetente pasante de ingeniero, Leñero, había elegido mal.

Señor discípulo de López: no es que su credibilidad – por lo demás inexistente- no alcance, lo que ya se agotó fue la credulidad. Dos o más años de mentiras impunes ya hicieron escépticos hasta a los más crédulos e ignorantes. Ojalá el episodio protagonizado por este mendaz legislador signifique el ocaso de ese abominable recurso a la calumnia cuando la inteligencia no levanta ni un palmo del suelo.

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miércoles, 18 de junio de 2008

¿El sufragio femenino violó la Constitución?

No hay absurdo – decía Aristóteles – que no encuentre un filósofo dispuesto a defenderlo. Si el "espíritu" del Constituyente de 1917 fue otorgar, como "derecho adquirido" de los varones la exclusividad del voto, ¿habrá que concluir que el sufragio femenino, reconocido en 1953, violó el espíritu de la sacrosanta Constitución?


Una de las reivindicaciones del movimiento vasconcelista a fines de la segunda década del siglo XX en México fue el sufragio femenino. Desde luego, se opuso a ello el flamante Partido Nacional Revolucionario (PNR), simiente del actual PRI, argumentando, entre otras cosas, que las mujeres representaban un peligro para la Revolución dado que en su mayoría estaban bajo la influencia del pensamiento clerical.

Años más tarde, y ante la presión de algunas mujeres decididas incluso a realizar una huelga de hambre para exigir la modificación del artículo 34 de la Constitución (cuya redacción en género masculino parecía limitar la ciudadanía a los varones), el general Lázaro Cárdenas envió una iniciativa de reforma al Congreso para que el nuevo artículo especificase: " son ciudadanos de la República, todos los hombres y las mujeres que…".

Considerando la ferviente sumisión del Congreso a los dictados del Presidente (estamos hablando de 1937 y todos los legisladores eran ya, al menos de dientes para fuera, cardenistas), se hizo el cambio, pero ese reconocimiento de ciudadanía no significó, aún, el derecho a votar y ser votadas.

Llama la atención que el senador Luis Mora Tovar en un principio estuviese en contra de reconocer la ciudadanía a las mujeres y, aunque más tarde cambiase de opinión, haya expuesto de cualquier forma sus prevenciones, entre otras que "la mujer es ignorante por lo que su actuación puede ser peligrosa para el país" y esta otra, típica de la época, "no es el momento oportuno porque las mujeres de la reacción, que son muchas y con muchos recursos, forman un bloque compacto, mientras que las emancipadas están divididas".

Y, al final, esta joya: No es conveniente, dijo Mora Tovar, que a la mujer "se le haga descender a compartir con nosotros – los hombres- esa pestilencia del fango de nuestra democracia".


Pues, ¡qué caballeroso fue el senador!

(Las citas están en el libro "¡Por fin ya podemos elegir y ser electas!" de Enriqueta Tuñón Pablos, 2002, Plaza y Valdes, que también puede encontrarse pinchando aquí en la biblioteca de Google.

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martes, 17 de junio de 2008

La libertad de elegir NO viola la Constitución

Menos mal que no estalló el petardo de la presunta inconstitucionalidad de la reforma al sistema de pensiones del ISSSTE. Si la mayoría de los ministros hubiesen avalado ese alegato significaría que cualquier cambio que amplíe nuestra libertad de elegir ¡viola la Constitución!

La reforma al sistema de pensiones aplicable a los trabajadores del gobierno federal (ISSSTE) amplió el abanico de opciones de los beneficiarios para decidir acerca de su retiro, combinando variables como: edad, tiempo de trabajar en el servicio público (monetizado, si se desea, en un bono de reconocimiento) y los libérrimos deseos de cada cual de hacer con sus ahorros lo que le plazca y de invertirlos en donde le plazca.

Decir que ampliar el abanico de opciones para elegir atenta contra “derechos adquiridos” y, por lo tanto, atenta contra la Constitución es tanto como decir que ser más libres es inconstitucional. Si así fuese, que afortunadamente no es así, habría que desechar la Constitución. La libertad de elegir sobre lo que nos pertenece es un valor superior a cualquier ley, incluida la Constitución.

Lo triste del asunto es que haya ministros de la corte – al menos dos- que hayan estado dispuestos a esgrimir el espantajo de la inconstitucionalidad en contra de la libertad. Y aún más triste fue el descuido (deliberado o involuntario) con el que la mayoría de los medios de comunicación se refocilaron en la ocurrencia-petardo de la inconstitucionalidad, dejando de lado el dictamen exhaustivo y específico que presentó la ministra Margarita Luna Ramos en el que queda clara la improcedencia de los amparos-petardos que promovieron los propagandistas de la izquierda reaccionaria que padecemos, en la mayor parte de los casos engañando vilmente a los trabajadores.

A tiempo, y sin ceder a la moda del conservadurismo izquierdista que padecemos por todos lados, el ministro Mariano Azuela definió la inconsistencia del alegato: “El problema de la retroactividad queda superado, desde el momento en que a nadie se le está obligando a cambiar de sistema”.

Dicho en forma que hasta un retro-izquierdista debería entender: “Antes había de una sola sopa; ahora hay dos o más. ¿Tiene lógica ampararse contra la propia libertad de elegir?, ¿hay que protestar exigiendo que nos regresen las cadenas que nos ataban?”

Referencias en SCJN, ponencias del Pleno 17 y 18 junio 2008.

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Los otros excedentes

¿Por qué la globalización incrementa el bienestar? Porque permite difundir los avances de la productividad global, en forma de excedentes para los consumidores.


Se entiende que a los políticos mexicanos les desvele el asunto de los excedentes petroleros, pero en realidad son mucho más importantes, para la mayoría de los mexicanos, los excedentes que obtienen los consumidores…o que se les escatiman cuando se ponen barreras a la libre competencia y a al libre comercio.

En el problemita planteado acerca del costo de oportunidad – cuyos resultados di a conocer ayer – aparece claro que, tratándose del costo de oportunidad de NO consumir un bien o servicio específico, éste es igual al excedente que obtendría el consumidor en caso de SÍ efectuar ese consumo específico. El excedente de nuestro consumidor hipotético de un concierto de Bob Dylan es de $10 dólares, que es la diferencia positiva entre el precio que el consumidor estaría dispuesto a pagar (50) y el precio de mercado (40).

La existencia, o no, de excedentes para los consumidores refleja las condiciones de competencia en los mercados. Por ejemplo, cuando en México surgen las líneas aéreas de bajo costo queda claro para todo mundo que los precios del transporte aéreo de pasajeros podían disminuir mucho respecto de los que conocíamos y pagábamos. Saltan a la vista los excedentes que se le estaban escatimando al consumidor por condiciones de nula, poca o deficiente competencia.

Cuando en fechas recientes empiezan a surgir algunas nuevas ofertas de telefonía fija también saltan a la vista, hasta para los más desprevenidos, que las anteriores condiciones de nula o escasa competencia le estaban sustrayendo excedentes a los consumidores.

Si mañana, en un acto de insólita pero deseable audacia, alguien consigue que México disminuya significativamente la tasa promedio de los aranceles que pagan las importaciones se generarán de inmediato excedentes para los consumidores.

A diferencia de los subsidios, los excedentes que vamos ganando los consumidores gracias a un mayor comercio libre o al desmantelamiento de estructuras proteccionistas, provienen de una mayor productividad (de hacer más con menos) que logran las empresas incentivadas por la competencia.

Por eso, el libre intercambio – la globalización comercial- promueve la difusión de la productividad la cual, a la postre, es la clave del bienestar duradero. Por eso la ronda de Doha es una apuesta tan importante para la humanidad.

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lunes, 16 de junio de 2008

Y la respuesta correcta es…

Aunque en nuestro examen salimos bastante mejor que los 200 economistas de la AEA (Estados Unidos) encuestados, la distribución de las respuestas tuvo una dispersión notoria.

La respuesta correcta a la pregunta planteada en este espacio el viernes (cálculo del costo de oportunidad de no asistir a un concierto de Bob Dylan cuyo precio es $40 dólares, pero por el cual estaríamos dispuestos a pagar hasta $50 dólares) es $10 dólares, opción (b).

No se preguntó si es mejor opción aprovechar el boleto gratuito para el concierto de Eric Clapton. Desde luego, ese es el mejor curso de acción porque, se supone, somos igualmente fanáticos de Dylan que de Clapton y por lo tanto apreciamos igual ($50) la satisfacción de asistir a cualquiera de los dos conciertos.
El costo de oportunidad de no asistir al concierto de Dylan se calcula contra la ganancia neta de sí hacerlo, que es: Satisfacción esperada ($50) menos dinero que se desembolsaría por obtenerla ($40).

Algunos tendemos a responder que el costo de oportunidad es cero (0) porque confundimos costo con desembolso e imaginamos que asistir al concierto de Clapton “no cuesta”. Esta falacia (que olvida que toda elección implica una renuncia y, por tanto, un costo) es la que propone la propaganda comercial y política desde tiempos inmemoriales cuando dice que algo “no cuesta”.

Tampoco es correcto equiparar el costo de oportunidad con el precio de mercado del concierto al que se renuncia ($40 dólares), porque ello desdeña la “ganancia”, que es la diferencia entre el valor otorgado y el precio.

Otros respondieron que el costo de oportunidad es $50 dólares porque ése es el valor que otorgamos al concierto de Dylan; pero el costo de oportunidad se calcula en términos netos, restando a ese valor ($50) el precio que desembolsaríamos ($40), ya que nadie nos regala el boleto para Dylan. Dicho de otra forma: $50 sería el costo de oportunidad si ambas entradas fuesen gratuitas. Y también $50 sería el costo de oportunidad de desaprovechar el boleto gratis de Clapton e ir al concierto de Dylan desembolsando $40.

Esta fue la distribución de las 117 respuestas recibidas: Acertó el 31% (respuesta: $10 dólares); otro 31% dijo $50 dólares; un 20% consideró que el costo de oportunidad es cero y un 18% que $40 dólares. Un porcentaje mayor de aciertos que en la encuesta entre economistas estadounidenses (31% contra 21%), y mayor también que si las respuestas hubiesen sido al azar (31% contra 25%), lo cual habla bien de los lectores de estas “Ideas al vuelo”.
Gracias a todos por sus respuestas y sus valiosos comentarios.

Referencia

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jueves, 12 de junio de 2008

¿Sabemos calcular el costo de oportunidad?

Por increíble que parezca, menos de la cuarta parte de los economistas profesionales aciertan al calcular un costo de oportunidad.


Todo mundo, o casi, acepta la necesidad de hacer análisis de costo contra beneficio para tomar decisiones, así se trate de análisis someros. El principio detrás de este convencimiento es que sólo vale la pena producir, consumir o hacer algo cuando el beneficio derivado de esa acción es mayor, o al menos igual, al costo de la acción elegida.

Sin embargo, como comenté ayer en el caso del subsidio al consumo de gasolinas y diesel en México, el costo de la acción elegida no se limita a lo efectivamente desembolsado sino que incluye todo lo que se dejó de hacer por elegir ese curso de acción y no otro. Elegir es renunciar porque vivimos en un universo signado por la escasez; en la utopía de la abundancia absoluta de recursos no habría costos… ni economistas.

En septiembre de 2005 el economista Robert H. Frank, profesor de introducción a la economía en la Universidad de Cornell, y coautor, nada menos que con Ben Bernanke (actual presidente de la Reserva Federal), del libro "Principles of Economics", publicó en The New York Times una interesante columna acerca de la deficiente enseñanza de la economía, a partir del ejemplo de lo mal que calculamos los costos de oportunidad, incluso tratándose de economistas con doctorado.

Según una investigación de un par de economistas de la Universidad estatal de Georgia (Paul Ferraro y Laura Taylor), citada en la columna de Frank, sólo 21.6% de entre 200 economistas pertenecientes a la American Economic Association acertaron con la respuesta correcta, de entre cuatro opciones, a la siguiente pregunta:

"Usted ha ganado un boleto gratis para asistir a un concierto de Eric Clapton (boleto que no puede revenderse). Esa misma noche hay un concierto de Bob Dylan para asistir al cual hay que pagar $40 dólares. Usted, fanático tanto de Clapton como de Dylan, estaría dispuesto a pagar hasta $50 dólares por asistir a un concierto de este último, pero ni un centavo más. ¿Cuál es el costo de oportunidad de aprovechar el boleto gratis para el concierto de Clapton? (a) $0, (b) $10, (c) $40, (d) $50".


Estimado lector, ¿cuál, según usted, es la respuesta correcta? Envíela a mi correo electrónico y el lunes vemos cómo nos fue.

AVISO IMPORTANTE (AUNQUE UN POCO TARDÍO): LA DIRECCIÓN DE MI CORREO ELECTRÓNICO PARA ENVIAR LAS RESPUESTAS ES: ideasalvuelo@gmail.com

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miércoles, 11 de junio de 2008

Subsidios y costo de oportunidad

El subsidio que recibimos en México los consumidores de gasolina y diesel equivale a su costo de oportunidad: Todo lo que deja de hacer el gobierno, en términos de fines óptimos para el gasto público. Calcular el costo de oportunidad para el conjunto de la sociedad es muy fácil: Es la diferencia entre el precio al consumidor en Estados Unidos y el precio al consumidor en México. Al día de hoy, más de tres pesos por cada litro de gasolina.


Desdeñar en el cálculo económico el costo de oportunidad de elegir “A” en lugar de otros cursos de acción posibles conduce a una mala asignación de recursos; es pésima economía.

Ayer - 11 de junio- en su primera plana, el periódico “Reforma” nos ofreció una muestra de cómo se hace mal un cálculo de costos; supongo que los dueños de ese periódico, a diferencia de lo que publicaron ayer, sí consideran los distintos costos de oportunidad en cada una de sus decisiones de negocios, o terminarían en la ruina.

Según el “análisis” el subsidio que recibimos los consumidores de gasolina y diesel en México es menor de lo que se ha señalado porque sólo una parte del mismo (la diferencia entre el precio de adquisición y el precio de venta al consumidor final) significa un desembolso efectivo. Error. También debe considerarse, como lo hacemos todos en nuestras elecciones económicas, el costo de oportunidad: aquello que dejamos de percibir por elegir “A”, en lugar de otras opciones factibles.

En este caso, a la pérdida, desembolsada, por el diferencial entre el precio de adquisición y el precio de venta, debemos sumar el monto del impuesto negativo (IEPS) derivado de lo que dispone el artículo 2 A de la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (ver “Ideas al vuelo” del viernes pasado), que es una pérdida neta de recursos fiscales que podrían tener otros destinos, seguramente más deseables que subsidiar el consumo de gasolina y diesel.

Además de la poca confiabilidad que merecen este tipo de “análisis”, el asunto es relevante porque el costo de oportunidad, un concepto clave de la economía, suele ser mal entendido o desdeñado, lo que conduce a no pocos fracasos empresariales y a decisiones erradas de política económica.

Por eso, mañana continuaré con el asunto del costo de oportunidad en diversos aspectos de la vida.

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martes, 10 de junio de 2008

Obstinados en contra de la globalización

La oleada mundial en contra de la libertad de los seres humanos para comerciar, emigrar e invertir es la peor de las noticias que nos han dado los políticos en los últimos tiempos.


La historia señalará como un trágico error de los dirigentes mundiales de los inicios del siglo XXI su obstinación en poner barreras a la globalización. Esta obstinación, dictada por mezquinos cálculos políticos de corto plazo, se caracteriza por oponerse a tres libertades que son clave para un mundo mejor: la libertad de comercio, la libertad de migración y la libertad de invertir en donde mejor nos parezca.

Las alzas mundiales de los precios de los energéticos y de los alimentos, así como de otras materias primas, son el síntoma más visible del destino ruinoso al que la mayoría de los dirigentes políticos está conduciendo a la humanidad. Esta obstinación en frenar la globalización se traducirá en mayor pobreza y en la generación de más tensiones y violencia dictadas por nacionalismos aldeanos y por sentimientos de envidia y xenofobia.

A su vez, la multiplicación de los conflictos, al interior de los países y entre países, se convierte en terreno abonado para la promoción del populismo y de la demagogia que, trágicamente, sólo agravan más el deterioro mundial.

Hoy, por ejemplo, son alarmantemente precarias las probabilidades de éxito de la ronda de Doha para liberalizar, algo al menos, el comercio de productos agropecuarios en el mundo y para desmantelar, algo al menos, el entramado de mecanismos proteccionistas que representan, por ejemplo, los subsidios a minorías de productores (Estados Unidos, Unión Europea) o los impuestos que castigan la productividad y promueven el hambre (Argentina).

Por no hablar del sostenimiento de subsidios irracionales que promueven el dispendio de recursos escasos, sólo porque nadie, de quienes podrían corregir ese absurdo, quiere pagar el costo político que conlleva actuar con responsabilidad.

Los grandes perdedores serán los pobres del planeta, sacrificados en el falso altar de las ganancias electorales.

Esta tragedia mundial podría ser evitada por líderes políticos verdaderamente visionarios que la convertirían en oportunidad única para la prosperidad global. Pero no hay tales líderes en el horizonte. Sólo expertos en maquillaje. Y en la fabricación de chivos expiatorios que permitan a los políticos llegar a las próximas elecciones con algo de popularidad.

La factura a pagar será terrible.

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El mejor negocio que el mundo podría hacer

Considerando el rendimiento por cada dólar invertido, así como la magnitud de seres humanos beneficiados, la mejor inversión que hoy día podría hacer la humanidad es eliminar todas las barreras al comercio, a la migración de personas y al movimiento de capitales.

El 30 de mayo se difundieron los resultados de la reunión anual del Consenso de Copenhague – que reunió a decenas de especialistas, entre ellos cinco premios Nobel – con el objeto de calificar cuál sería el mejor destino para invertir unos hipotéticos 75 mil millones de dólares de gasto público mundial en los próximos cuatro años, en términos de mayor rendimiento por cada dólar invertido.

El panel de expertos valoró más de 40 propuestas encaminadas a producir un mejoramiento para la vida de los habitantes del planeta y concluyó que, en términos del mayor beneficio por cada dólar gastado, el mejor destino de ese dinero sería dar suplementos de vitamina A y de Zinc a niños con serias carencias de nutrición.

El segundo mejor destino para esos fondos sería gastarlos en lograr un exitoso resultado de las conversaciones a favor del libre comercio en la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio, para disminuir las barreras comerciales y los subsidios agropecuarios (The Wall Street Journal añade en este punto: "Por favor que alguien le avise a Barack Obama").

En cambio, invertir ese dinero en "mitigar el calentamiento global" ocupó el lugar 30 dentro de las propuestas examinadas (El WSJ vuelve a ironizar: "Que alguien le avise a John Mc Cain").

Los excedentes que obtendrían millones de seres humanos en países pobres y en vías de desarrollo si se liberalizaran el comercio, la migración de personas y el movimiento de capitales en todo el mundo, bastarían y sobrarían para dar suplementos de vitamina A y Zinc a millones de niños mal nutridos (lugar uno), para dar suplementos de hierro y poner yodo en millones de toneladas de sal para consumo humano (lugar tres de las propuestas), para extender la inmunización juvenil contra enfermedades (cuarto lugar) y para bio-fortificar los inventarios de semillas del mundo (quinto lugar).

Destrabar la ronda de Doha no es tan ambicioso, pero es un objetivo realista. ¿Dónde están los líderes mundiales comprometidos con esa causa tan rentable para la humanidad?

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domingo, 8 de junio de 2008

¿Le ponemos más cremitas a la abuela?

Lo más inquietante del panorama económico mundial son las respuestas de la mayoría de los políticos en casi todo el planeta: La cosmetología parece haber sustituido a la buena economía.

¿Al mal tiempo, buena cara? No, eso es optimismo pacato. La mercadotecnia electoral, que se ha convertido en una especie de ciencia política posmoderna, tiene otra receta ante los males tiempos económicos: Una batería de cremas que prometen desaparecer arrugas y verrugas. La “buena cara” no surge ya del ánimo interno, sino de algún ungüento de colágeno y elastina.

En Argentina el gobierno K, la dupla Néstor y Cristina, está metido de lleno en la tarea del maquillaje. Por un lado, han arreglado la báscula que mide la inflación para que no inquiete con sus malas noticias y, de paso, para volverle a escatimar el pago de sus haberes a los acreedores del gobierno. Un nuevo impago ingeniosamente oculto detrás de una mentirosa metodología para calcular el índice de precios. Nadie se cree el embuste pero a los políticos ahora no se les paga para lidiar con la realidad sino para fabricar apariencias.
Por otro lado, el mismo gobierno K está enfrascado en una lucha feroz contra el sector más productivo y competitivo de su economía. Buscan que las malas noticias de los altos precios de los alimentos no lleguen al mercado interno. Los precios del mercado libre les dicen que hay que estimular la oferta, pero ellos prefieren el consejo de la modista: “No estás gordita, mi reina, lo que pasa es que las rayas horizontales no te favorecen”.
En Estados Unidos la fiebre electoral contamina prácticamente todas las políticas públicas: El Congreso multiplica los subsidios a los productores agropecuarios – que están en plena bonanza- y propone nuevas barreras al libre comercio. De pronto, cosmetología de punta, el libre comercio con Colombia se dibuja como una terrible amenaza para los empleos estadounidenses, ¡y lo dicen apasionados como si de veras se creyesen esa patraña!
En España, el gobierno ya no sabe de qué otros trapitos echar mano para cubrir las vergüenzas de una economía que pierde competitividad y fibra.
Y en otras latitudes no cantamos mal las rancheras ni nos faltan recursos cosméticos.
Malos tiempos para la economía; pero son días de gloria para la industria del embellecimiento.

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jueves, 5 de junio de 2008

La gasolina y el régimen fiscal de Pemex

El subsidio a las gasolinas en el mercado nacional se realiza mediante un impuesto negativo – con cargo al erario – que, además, Pemex puede aplicar para disminuir su pago de otros impuestos. En 2007 Pemex recuperó por este concepto más de 26 mil 500 millones de pesos.


¿Pemex está subsidiando a los consumidores de combustibles en México? No. Quien absorbe la pérdida, cuando son menores los precios de las gasolinas y del diesel al consumidor final que los llamados precios-productor de Pemex (precio en el mercado internacional), es el erario, a través de un Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) negativo, (artículo 2º. A de la ley respectiva o LIEPS).

El subsidio no sólo no afecta las finanzas de Pemex sino que circunstancialmente las beneficia, ya que, a su vez, la fracción II del artículo 7º de la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2008 (LIF) señala que cuando la tasa del IEPS sobre venta de combustibles resulte negativa, como sucede ahora y sucedió en 2007, Pemex y sus subsidiarias podrán disminuir en esa medida el monto a pagar por IEPS y, si eso no fuese suficiente, el monto a pagar por IVA e, incluso, el monto a pagar por Derecho Ordinario sobre Hidrocarburos.

Gracias a esta disposición fiscal Pemex recuperó en 2007 la cantidad de 26 mil 543 millones de pesos de impuestos como saldo a favor por IEPS negativo. Todo indica que en 2008 el beneficio fiscal para Pemex será mucho mayor que el año pasado, dados los precios actuales del petróleo y su tendencia.

Resulta curioso que ninguno de los críticos del régimen fiscal que se aplica a Pemex, y que piden fervientemente que no le cobren "tantos impuestos", haya reparado que, para efectos prácticos, Pemex ya está disfrutando de un régimen tributario tal vez mucho más generoso del que imaginaron.

Y aún más curioso es que ninguna entidad federativa – de las que hoy lamentan no contar con los excedentes petroleros que disfrutaron en otros periodos- explore la posibilidad de ejercer la facultad que les da el articulo 10-C de la Ley de Coordinación Fiscal para cobrar impuestos locales a la venta de gasolina. ¿Habrá algún gobernador, o jefe de gobierno, valiente que se anime? Lo dudo.

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miércoles, 4 de junio de 2008

¡Toma tu consulta, Marcelo!

El martes pasado, el director de Pemex Exploración y Producción, Carlos Morales Gil, que sí sabe de lo que está hablando, le envió una clara respuesta a Marcelo Ebrard y a la troupe de López.

¿Una consulta popular sobre lo que necesita Pemex? Va la respuesta en tres frases que no tienen desperdicio:

1. "Sería irresponsable que asumiéramos que los problemas de la industria se pueden resolver por la buena voluntad colectiva."

2. "Si tenemos un Congreso elegido democráticamente no veo por qué la necesidad de consultar a nadie."

3. "Debemos tener claro que los problemas técnicos deben ser resueltos en base a las opiniones de los expertos, y confiando en el juicio de quienes elegimos para diseñar las leyes que rijan a este país"
.

¿Es necesaria una reforma a fondo de Pemex?, esto es lo que dice Morales Gil:

"Como responsable de la subsidiaria que se encarga de descubrir y extraer las reservas de hidrocarburos de este país me permito reiterar: Pemex necesita la reforma, requerimos operar con mayor flexibilidad."


Y acerca de quienes creen, desde su poltrona en el Congreso o en un partido político – viviendo a costillas del prójimo-, que los desafíos de la industria petrolera son "enchílame otra", como bailar con quinceañeras en el Zócalo, Morales Gil dijo:

"Los mexicanos debemos comprender que la era del petróleo fácil terminó, que los retos que tenemos enfrente implican ser más efectivos, más eficientes y que tenemos que tomar decisiones basadas en criterios técnicos que beneficien a los mexicanos y no en criterios ideológicos que no benefician a nadie.

"Después de ser testigo del deterioro de las reservas durante más de 30 años, estoy convencido, que incursionar en aguas profundas no es un tema que deba ser sometido a elección, es una obligación, es una cuestión de responsabilidad con las nuevas generaciones."


¿Habrá forma de que el dueño de la troupe y sus acólitos entiendan esto?

Ahora, de parte de un lector amigo, una pregunta para una consulta popular sobre el gobierno del Distrito Federal:

¿Está usted de acuerdo que sólo en el Distrito Federal el costo de las obras públicas – sean viaductos, calles, segundos pisos o redes de alcantarillado – se mantenga en secreto, mientras que los gobiernos del resto de las entidades y el gobierno federal deben informar e informan puntualmente sobre dichos costos?

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¿Cuál es el misterio de los excedentes?

Es muy simple. El "misterio" del porqué algunos políticos, incluso legisladores de renombre, no "creen" que no hubo excedentes petroleros en el primer trimestre, se resume en una palabra: Ignorancia. De los propios políticos y de sus asesores, si los tienen.

No es bonito decir que legisladores renombrados o que políticos de prosapia, como el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, no saben de lo que hablan. Pero así es, al menos en el caso de los excedentes petroleros.

Vamos a ver. Hay tres leyes y un decreto, aprobadas por el Congreso en su conjunto las tres primeras y aprobado por la Cámara de Diputados el último, que explican con toda claridad lo que debe hacerse con los excedentes de ingresos petroleros, en caso de que los haya, y cómo se determinan los tales excedentes.

Las leyes son la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (dicho sea de paso, la Real Academia de la Lengua Española debería aprobar ya el uso del horrendo adjetivo "hacendario" como premio a la necedad de los políticos mexicanos que le siguen llamando así a lo que en buen español se llama "hacendístico"), la de Ingresos de la Federación para 2008 y la del Impuesto Especial para Producción y Servicios (LIEPS). El decreto es el del Presupuesto de Egresos de la Federación de 2008.

Una buena explicación, que en general – salvo El Economista y algún otro medio de comunicación- fue desdeñada por los medios, se puede encontrar en el Informe Semanal del Vocero de la Secretaría de Hacienda del domingo pasado, búsquenla en la red y entérense. Otra manera de verlo es tomar el lápiz y hacer las cuentas con sentido común y buena aritmética (el jefe de gobierno del Distrito Federal está exento en esta materia por incapacidad manifiesta), y considerar que sí, es muy bonito que los precios del petróleo anden por las nubes, pero que ya no es tan bonito que a los ingresos haya que restarles los gastos de importar la gasolina y venderla mucho más barata de lo que nos costó.

Así se hacen las cuentas. A lo que entró se le resta lo que salió y se obtiene un saldo neto. No quiero ser malévolo y decir que eso se aprende en "Palitos Uno" de preescolar, pero digamos que es contabilidad básica.

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lunes, 2 de junio de 2008

Distrito Federal: La otra consulta

¿Y si organizamos una consulta popular sobre cómo se gasta el Gobierno del Distrito Federal el dinero de los contribuyentes y acerca de si los habitantes de la capital acaso perciben que el gasto multimillonario se compadece con los servicios que reciben?

El 82.6% del gasto programable del gobierno del Distrito Federal (GDF) es gasto corriente. Estamos hablando de más de 15,100 millones de pesos de gasto corriente tan sólo en los tres primeros meses de este año. Y de ese total, el 57.7% se fue en sueldos y salarios, más de 8,720 millones de pesos en sólo 90 días, es decir: más de 96 millones de pesos diarios.

El informe trimestral de las finanzas del GDF explica muy bonito este gasto: "La mayor proporción en el gasto de Servicios Personales se debe a que el GDF brinda a la ciudadanía diversos servicios que son intensivos en la utilización del factor humano. Entre ellos, destacan la Seguridad Pública, los Servicios de Salud y la Procuración de Justicia" (he respetado la sintaxis original, incluido el mal uso de las preposiciones).

Hay otra manera de ver las cosas: la del ciudadano; ¿cómo percibe la "intensidad" de ese "factor humano" que cuesta casi 100 millones diarios? Digamos, la percepción del ciudadano que perdió ocho horas en una agencia del ministerio público para denunciar un delito. O la de la ciudadana que fue víctima de un asalto y se pregunta en dónde estaba el personal de seguridad pública (policía), ¿acaso protegiendo al jefe de gobierno o tal vez "escoltando" a una docena de "adelitas" en una obstrucción callejera?

Otra manera bonita de explicar las cosas es rebautizar a los subsidios como aportaciones. Suena mejor decir que el Sistema de Transporte Colectivo (Metro) recibió "aportaciones" por 1,236 millones de pesos de enero a marzo, que confesar que, debido a la política decisión de mantener su tarifa al público congelada en sólo dos pesos, el Metro recibe cada día un subsidio de más de 13.7 millones de pesos.

A lo mejor alguien se anima a proponer a los habitantes del Distrito Federal una consulta popular para examinar si el gobierno de Marcelo Ebrard está haciendo las cosas bien y si es buena idea usar el dinero de los contribuyentes para subsidiar el "museo del estanquillo" o para patrocinar la "quinta noche de primavera", lo que quiera que sea esa "actividad cultural".

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domingo, 1 de junio de 2008

Ocurrencia deshonesta y estúpida

La ocurrencia de promover una "consulta popular" acerca de la reforma de Pemex es típica de Marcelo Ebrard y de la troupe de López: Es deshonesta y es estúpida.


¿Es pertinente una consulta popular acera de las reformas que requiere, o no requiere, Petróleos Mexicanos?

¿Qué van a preguntarnos?, ¿cómo manejar una empresa petrolera?, ¿si compartimos el irracional mito del becerro de chapapote?, ¿nos preguntarán qué quisieron decir los redactores originales de la Constitución y qué quisieron decir los enmendadores de la Constitución al hablar de Nación, contratos, concesiones, subsuelo y recursos?, ¿nos van a consultar, acaso, si es buena idea echarle agua al pesado petróleo Maya para convertirlo en crudo ligero y así venderlo más caro?

Para los asuntos técnicos de todo tipo relativos a Pemex – de ingeniería, de sistemas, de finanzas, de mercado, jurídicos, de administración- las respuestas se conocen y no son materia de opinión popular, como no es materia de opinión popular el hecho de que la tierra que cuenta con sistemas de riego es cuando menos tres veces más productiva que la tierra de temporal.

Desde la deliberada confusión entre el universo de las verdades incontrovertibles de carácter técnico y científico y el universo de las opiniones, los mitos y los prejuicios, Marcelo Ebrard y la troupe de López muestran su arraigada deshonestidad intelectual. La ciencia y los conocimientos técnicos no requieren, para serlo, de consulta popular; es perverso y estúpido pretender que la muchedumbre o el gobierno de la chusma defina lo que es la verdad. Si así fuese, seguiríamos creyendo que el sol gira alrededor de la tierra.

Y las opiniones – "doxa"- son irrelevantes en este asunto. ¿Qué vamos a opinar?, ¿si es bonito o feo el logotipo de Pemex?

Queda una última opción: Preguntar asuntos obvios, como si estamos de acuerdo con que se combata la corrupción en Pemex o reforzar ignorancias míticas: "¿Usted cree, como debe hacerlo todo buen mexicano, que Pemex es parte de nuestra esencia nacional?"

La ocurrencia de la consulta – como lo sabe cualquier persona medianamente inteligente y honesta - es una tomadura de pelo, una estratagema tramposa que sólo dañará al país elevando - ¡más todavía! – el ruido sin sentido que provocan los renegados de la racionalidad y de la modernidad.

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