martes, 12 de mayo de 2009

Una de vendedores electorales

Entre cien compañeras y compañeros suyos del “marketing” español han elegido a Juan Campmany, presidente de la agencia DDB en aquél país, como “el publicitario de la década”. Uno de los grandes logros del elegido fue “vender” a José Luis Rodríguez Zapatero como jefe de gobierno de España en 2004.

Zapatero fue vendido entonces como ZP y se dice, a toro pasado, que la dichosa marca – como de menjurje antioxidante rejuvenecedor – es la que explica su triunfo; pero no fue así: el evento que catapultó a este socialista parecido a “Mister Bean” fue el atroz atentado en las terminales de trenes de los suburbios de Madrid el 11 de marzo, tres días antes de las elecciones.

Ahora el exitoso vendedor habrá de soportar los comentarios sarcásticos de sus compatriotas, en particular los de los muchos que ya no están tan satisfechos con el producto político que les colocaron en la canasta de la compra.

Van algunos ejemplos de las puyas dirigidas al insigne creativo por algunos navegantes en la red:

“Te has lucido, chato. Como vendedor serás una máquina, pero el producto (ZP) que nos has vendido no pasa ni el peor control de calidad existente. Como todos los productos que publicites sean de la misma calidad, lo tuyo no es la publicidad, ¡son los milagros!”
“Cuando tengas un ratito a ver si te pasas por casa y preparas una campaña para vender a mi suegra como embajadora electa (sic) en las antípodas”
“De cualquier forma ZP (nada por delante, nada por detrás) ni una mala palabra, ni una buena acción. Es un resultado de laboratorio que demuestra que un candidato GAS puede anestesiar a toda una sociedad. Candidato GAS es igual a Guapo, Amable, Simpático”.

Y algunas peticiones al prodigioso publicitario para que les eche una mano a los “productos” electorales de la competencia, los del Partido Popular:

“Ya que con Zapatero lo hiciste bien, a ver si te pasas por casa de (Mariano) Rajoy y le quitas la cara de empanado que tiene”.
“A ver si le hacéis un lavado de cara a la Esperanza (Aguirre), le quitáis 20 años, le ponéis unas buenas (referencia vulgar a los pechos) y muchos españoles le votaremos, porque Rajoy no tiene solución”.

La pregunta, desde luego, es ¿el “marketing” astuto puede vender lo que sea y los consumidores- electores se lo tragarán?, ¿usted qué opina?

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lunes, 9 de febrero de 2009

La primera alharaca electoral

Me enteré por los periódicos de la primera de las alharacas de la temporada electoral 2009. Es decir, del asunto de los anuncios electorales y electoreros que las dos cadenas de televisión abierta, en cumplimiento formalista de la ley, le endilgaron a los desprevenidos que tele-presenciaban unos partidos de futbol soccer y algún partido de futbol americano durante el fin de semana del 31 de enero y el primer día de febrero.

Jamás vi ni escuché las dichosas piezas de propaganda porque no se me ocurrió sentarme frente a la televisión para presenciar esos espectáculos. Esa indolencia – a ver si no me regaña el senador Manlio Fabio Beltrones, a quien le gusta ser el azote de los indolentes de este país – me privó no sólo de muchas emociones "deportivas", sino de ver y escuchar los mensajes electorales y electoreros que – dicen - me habrían servido como preparación emocional e intelectual para llegar a las urnas en el verano lleno de información pertinente, ideas luminosas y convicciones patrióticas, a depositar mi voto por tal o cual personaje.

Por mí las televisoras pueden programar lo que les de la gana, con los anuncios que les de la gana (o los que les mande una ley electoral hecha por una asamblea de lobotomizados) sin efecto alguno sobre mis decisiones electorales. Es posible que todavía haya personas sobre las cuales un anuncio de televisión ejerza el influjo suficiente para obligarles a comprar "X" o votar "Z". No es mi caso, ni el de la mayoría de las personas que conozco. Pero los legisladores, los políticos y los dueños de las televisoras siguen creyendo que la televisión tiene propiedades milagrosas para convencer, inducir, hipnotizar y vencer. Allá ellos.

Esta primera alharaca de la temporada electoral demuestra: 1. Que en México se gasta una barbaridad de dinero público partiendo de la presunción de que los ciudadanos somos idiotas y que así, manipulando idiotas con mensajes propagandísticos, se ganan las elecciones, 2. Que los legisladores que manufacturaron la reciente reforma electoral hicieron tan mal su trabajo que obtuvieron lo contrario de lo que decían buscar, y 3. Que los concesionarios de la televisión abierta parecen tener una patológica percepción de sí mismos como entes todopoderosos por encima del bien y del mal.

Es decir: Nada nuevo.

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domingo, 28 de octubre de 2007

La peligrosa cursilería “progresista”

Cristina Fernández de Kirchner según todos los indicios será presidenta de Argentina. ¿Qué le añadirá a la gestión de su marido? Un poco más de cursilería, el sello de la casa “progresista” en América Latina. A este paso también perderemos el siglo XXI.


Ojalá mañana lunes, después de las elecciones en Argentina, aún permanezca la página oficial en la red de la candidata Cristina Fernández de Kirchner (CFK). Es un monumento “kitsch” de mercadotencia política – que de suyo tiene una tendencia irrefrenable a lo “kitsch” como advirtió Milán Kundera- que abreva en los charcos del “progresismo” sentimentaloide de los años 70 del siglo pasado.

La “biografía” de la candidata es una secuencia de fotografías que muestran a Cristina en distintas etapas de su vida, como los videos que algún artista aficionado realiza en honor de la festejada en las celebraciones de quince años. Las imágenes de Cristina se van desgranando – han de perdonar los lectores el verbo; la cursilería es contagiosa- mientras se escucha la voz de Mercedes Sosa, con un bonito acompañamiento de guitarra, cantando “La canción es urgente” de Teresa Parodi: “…quiero darte la hora, con las ganas que tengo, con el nombre de todos los que no se rindieron…que si vamos cantando no podrán detenernos… que es la hora del pueblo, que es la hora del grito, que es la hora del pueblo… que tu voz la levante…y que suene a victoria cuando rompa el silencio…”.

Que eso sea lo más memorable del sitio en Internet de CFK ya es toda una definición. Unos gramos más de emotividad y CFK tendrá que copiar la consigna del Plan de Desarrollo Económico y Social de Hugo Chávez en Venezuela, cuya meta es lograr “la suprema felicidad social”.

¿Cuánto cuesta sostener estas ilusiones? En los últimos cuatro años en Argentina ha costado un incremento de más de 220 por ciento en el gasto público, financiado por los altos precios del trigo, de la soya y del petróleo, entre otros bienes primarios exportables. Ha costado falisificar el índice de precios, prohibir las exportaciones de carne, repudiar gran parte de la deuda, incumplir con el suministro de gas a Chile, truquear las cifras del balance fiscal...(ver "171,000 millones de razones para votar" de José Luis Espert aquí).

¿Cuánto va a durar la ilusión? Nadie lo sabe, pero no es eterna. ¿Si vamos cantando no podrán deternos? ¡Qué lindo!

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martes, 29 de mayo de 2007

El uso del espantajo

Unos se vuelven inservibles para la política porque cuando le hablan a los ciudadanos parece que les están echando bronca; otros tampoco servimos porque se sospecha, con razón o sin ella, que siempre hablamos en sentido irónico, con un dejo de burla.

Con motivo de las recientes elecciones en España – de ayuntamientos y comunidades autonómicas, que esto último se lleva mucho por allá- un agudo editorialista revelaba que José María Aznar sirvió como el muñeco de utilería al que los socialistas (empezando por Zapatero) recurrían para echarle piedras siempre que se les atascaba alguna de las campañas.

Ese recurso bastante socorrido podría llamarse el del espantajo. Un espantajo, ilustra el diccionario, es “cosa que se pone en un lugar para espantar, y especialmente en los sembrados para espantar a los pájaros”, o especialmente en las campañas electorales para espantar a los asustadizos votantes. Hoy día en Estados Unidos, donde causa estragos una precoz fiebre electoral, el espantajo favorito es George W. Bush.

El problema con Aznar es que habiendo sido el mejor gobernante español de la ya no tan flamante democracia (la Constitución data de 1978), como ex gobernante se ha caracterizado por hacer declaraciones libérrimas, sí, pero importunas. Lo dice así Ignacio Camacho, el editorialista de ABC: “Y cuando habla parece siempre cabreado, como si tuviese cuentas pendientes de ajustar, con un tono destemplado, desabrido y pendenciero que provoca sudores fríos en los estrategas de la campaña a la que pretende ayudar. Se dirige a los ciudadanos como si les estuviese echando una bronca, que es exactamente el método menos aconsejable de pedir su apoyo”.

Tras leer esto añadí otra a las numerosas razones por las que, de serlo, yo sería un pésimo político. No; no que cuando hable parezca que le estoy echando bronca a la gente; de eso no se me acusa, pero se me dice que varios de mis interlocutores se incomodan porque sospechan que hablo siempre en sentido irónico, y no excluyen que haya hasta un cierto dejo de burla en mis palabras y en mis gestos. Aunque yo jurase que la media sonrisa es fruto de la timidez y no del sarcasmo no siempre lograría – temo- persuadir a mis interlocutores de mi radiante candor. Negado, pues, para la política.

Es la razón número ocho. Otro día hablaré de las siete restantes.

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