viernes, 27 de noviembre de 2009

¿Por qué es tan importante el asunto Dubai?

El incumplimiento de World Dubai con sus acreedores reúne, como en su momento lo hizo el estallido de la hipotecas de baja calidad en los Estados Unidos, todos los elementos para generar una reacción en cadena de estallidos de diferentes burbujas especulativas, con todas las consecuencias que ya conocemos.
Por una parte, el hecho de que miles de millones de dólares petroleros de Abu Dabi estén invertidos en los fastuosos conjuntos inmobiliarios de Dubai remite a otra burbuja (activos con precios inflados) próxima a estallar: La de los precios del petróleo. En esta bitácora escribí el pasado 1 de septiembre (ver "¿A dónde va el petróleo?"). Hoy el FT recoge la opinión de Alexander Redman, estratega de Credit Suisse: "Un precio de $80 dólares por barril de petróleo es inconsistente con la dinámica de la oferta y la demanda de crudo, con el nivel de los inventarios y con el actual entorno macroeconómico mundial" (ver aquí).
Y junto con la burbuja de los precios del petróleo pueden estallar, en secuencia, otras tantas burbujas especulativas: el precio del oro, los precios en los mercados de capitales (bolsas de valores), precios de bienes raíces, así como los precios de otras materias primas, como el cobre o el maíz.
Esto, de una manera decepcionante, nos regresa a los agitados días del último trimestre de 2008. Y esto significa que no hemos salido de la crisis, que los ajustes más o menos brutales no han terminado. Dicho de otra forma: Significa que la receta neokeynesiana para hacerle frente a la recesión, concomitante a la crisis financiera de las hipotecas de baja calidad, fracasó. Lo cual, de ser cierto, pone en serios aprietos a los principales gobiernos del mundo.
Ayer mencioné, como de pasada, la relatividad intrínseca de los mercados de divisas: Decimos que el yen está en su nivel más alto respecto del dólar desde 1995, pero no es tan fácil dilucidar si este "fortalecimiento" del yen es tan sólo un "debilitamiento" del dólar. Lo mismo, en términos de relatividad, pasa con la valuación que le damos a otros activos: ¿Es que el petróleo está incongruentemente caro a $80 dólares el barril o es que el dólar se ha debilitado a tal grado que ese precio nos está avisando que, a despecho de los arbitrajes en los mercados de cambios, el dólar no vale lo que decimos que vale?
Ahora bien, sí hay un referente más o menos estable, o absoluto, para la vertiginosa relatividad del valor del dinero: El valor del trabajo.
A muchos sorprende que la incipiente recuperación de la actividad económica se dé en un entorno de desempleo creciente, como está sucediendo en los Estados Unidos, sin embargo, y por triste que parezca, esas cifras de desempleo son sólo el reflejo del costo del ajuste que tenemos que hacer en el mundo del dinero. Son el costo a pagar, como habría dicho Friedrich A. Hayek, para que las aguas vuelvan a su cauce y se acaben de desinflar las burbujas especulativas.
Veamos: El dinero (o cualquier activo con poder liberatorio como lo tiene el dinero: oro, plata, bonos de deuda, hipotecas, acciones) ¿qué compra? Compra trabajo ajeno. Trabajo ya realizado (traducido en un producto o en un servicio) o trabajo por realizar. Si "inflamos" el valor de esos activos (sus precios) estamos, de una u otra forma, "inflando" el valor añadido por el trabajo (ya realizado, actual o futuro). Estamos falsificando un indicador de la productividad. (Dicho sea de paso, buena parte de las ganancias especulativas en una crisis provienen de aprovechar oportunamente los desfases entre la productividad real y los valores que los mercados le están asignando a dicha productividad, de ahí la interesantísima veta de análisis en debates como el de Gary Becker y Richard Posner acerca del desfase entre crecimiento de la productividad y caída del empleo en los Estados Unidos, que comenté el pasado 9 de noviembre aquí).
Y esto nos lleva de Dubai a la India, y de la India a México y a esas ansiadas e inasibles reformas estructurales. Hoy, en el WSJ se publica un revelador reporte acerca de los crecientes conflictos laborales en la India (puede leerse aquí), del cual extraigo una declaración directa y demoledora de Jayan Davar, quien es el presidente de los fabricantes de componentes y partes automotrices en la India, y dice:
"No podemos ser un país capitalista con una legislación laboral socialista"

¿Esto nos suena conocido a los mexicanos?
Veamos algunos de los problemas laborales comunes en la India (cito los párrafos originales del articulo del WSJ en inglés):
Manufacturers have long complained that it can take years to dismiss their permanent employees, leading to bloated work forces and hampering companies' ability to respond quickly to changing business conditions. Executives and industry groups say relaxing the labor laws would allow companies to hire more workers and would attract more manufacturers to India, ultimately underpinning a rise in wages.
"Some of the hardships faced by labor will be lessened if there is greater demand for workers, as would happen in a more flexible market," says Cornell University economics professor Kaushik Basu, who was recently appointed chief economist for India's Ministry of Finance. There are no current efforts to change the laws, officials say.

Conclusiones:
1. Insisto en que vivimos un ajuste profundo en toda la economía mundial. Una recesión prolongada y espasmódica.
2. La salida final de la crisis sólo se dará incrementando la productividad global o ajustando el valor de los activos monetarios al verdadero valor del trabajo.
3. La reticencia de los consumidores a gastar y a endeudarse es fundamentalmente sana (ya no queremos comprar ilusiones, ya no queremos ilusionarnos con la promesa de "comidas gratis" que no existen), y esto significa que hasta que los precios inflados no se ajusten al valor añadido por la productividad real, seguiremos dando tumbos y experimentando sobresaltos.
4. Las recetas neokeynesianas fracasaron.
5. Para países como la India o como México, con legislaciones laborales rígidas que no permiten la adaptación a las cambiantes condiciones de los mercados, son urgentes e indispensables reformas laborales de fondo. Eludirlas, invocando los costos políticos y sociales, es condenarnos, en el mejor de los escenarios, a crecimientos mediocres y a perder - ¡otra vez!- la oportunidad de salir del subdesarrollo.

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martes, 25 de noviembre de 2008

Ponernos de acuerdo, eso es el mercado

El primer paso para salir de esta crisis económica es reestablecer plenamente el mercado, esto es: Dejar que sea la confluencia de millones de voluntades libres, en millones de relaciones de conveniencia social, la que defina en cada momento el precio de productos y servicios; definir, pues, el valor del dinero, que es tanto como decir: el valor que, por acuerdo y por conveniencia, le asignamos al trabajo.

Barack Obama ha dado una pista inicial de sus planes para que Estados Unidos salga de la recesión: Generar 2.5 millones de nuevos empleos en un plazo más o menos corto, digamos un par de años. Suena bien, pero también es incurrir en el "fetichismo del empleo" tan común entre los políticos.
Me explico: No se trata de pagarles un salario a 2.5 millones de personas que hoy no lo reciben, sino de descubrir qué riqueza pueden generar esas 2.5 millones de personas para que la gente (cualquier número de personas, en cualquier lugar) esté dispuesta a pagarles cada mes los dólares equivalentes a 2.5 millones de salarios.
Digo los dólares porque estamos hablando de Estados Unidos, pero igualmente podemos decir: "el dinero". ¿Qué es el dinero? Es la expresión que convencionalmente acordamos darle a un trabajo humano ya realizado o pactado para realizarse, cuyo resultado es conveniente para otros, quienes estarán dispuestos a intercambiar parte de su trabajo ya realizado o por realizar (dinero) a cambio de disfrutar del resultado del trabajo ajeno.
Ejemplo: Juan es un cirujano a quien le resulta conveniente compartir con Beatriz, una contadora, parte de los frutos de su trabajo a cambio de que Beatriz mantenga el registro de los ingresos y egresos de Juan; a su vez, Juan percibe ingresos porque su destreza como cirujano le resulta conveniente a Pedro quien requiere de una cirugía para mejorar su calidad de vida. Y los tres están de acuerdo en que el dinero empleado es algo más que su realidad física de papel, tiene una realidad meta-física: la capacidad de obtener de otros trabajo ya realizado o trabajo por realizar.
Un empleo se crea cuando el producto del trabajo de A resulta conveniente, esto es: susceptible de ser libremente comprado. No basta el dinero, se requiere del mercado para dos asuntos básicos: Ponernos de acuerdo en el valor del trabajo y ponernos de acuerdo en el valor del dinero.

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martes, 1 de enero de 2008

Crisis hipotecaria: Un riesgo gigantesco

Muy rápido debo atemperar mi optimismo acerca del futuro de la economía mundial. Un amigo lector, excelente economista, me hace notar que la crisis de las hipotecas de baja calidad puede tener consecuencias desastrosas si los bancos centrales de Estados Unidos y Europa suponen, ¡como lo están haciendo hasta ahora!, que dichos préstamos valen, en dinero contante y sonante, lo que no valen.

La crisis de las hipotecas de baja calidad – "subprime" – tiene todas las características de las crisis financieras típicas en las que la expansión del crédito, avalada en última instancia por el poder de los bancos centrales para crear dinero, lleva a la sobrevaloración de los activos en riesgo y de sus colaterales (las propiedades que garantizan la eventual recuperación de los préstamos) hasta que la burbuja estalla…con dos agravantes:

1. Nadie conoce a ciencia cierta la magnitud de los activos emproblemados porque están fuera de los balances bancarios tradicionales y se han convertido en una suerte de "commodities" financieros presuntamente homogéneos gracias a la magia de la ingenieria financiera y al aval de las agencias calificadoras, y

2. Hasta ahora los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han usado su exorbitante poder de otorgar crédito – que en el fondo es el poder para crear dinero – con el fin de evitar un quebranto mayúsculo en grandes bancos comerciales; esto significa que, en breve, han tomado como "buenos" los préstamos "malos" y la burbuja no ha estallado en toda su magnitud; sigue pendiendo sobre nuestras cabezas como una guillotina.

Con suerte la burbuja se desinfla gradualmente, porque la llamada economía real está suficientemente sana y vigorosa para ir descontando las pérdidas en etapas sin ocasionar reacciones en cadena. Con suerte, pero también puede suceder que la crisis se vuelva epidémica y entonces veríamos una caída abrupta de la demanda en las economías industrializadas, una caída de los precios de las materias primas y del petróleo y una muy severa contracción del crédito.

Es un riesgo probable que no se puede desestimar y mi amigo corresponsal tiene absoluta razón al respecto. La causa última: La capacidad de los bancos centrales de crear dinero de la nada – dinero fiduciario- entraña un gran riesgo moral (pedagogía de la irresponsabilidad) para que las instituciones financieras actúen imprudentemente acicateadas por el incentivo de obtener utilidades exorbitantes respecto de su capital.

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jueves, 19 de julio de 2007

No era un cuento chino, era un pedo de asno

Una vez disipado el estruendo que los dejó entre alelados y expectantes, los sagaces comunicadores se llaman a engaño y se enojan en la misma medida que se exhibieron como propagadores de flatos…

No es muy elegante el símil, pero es elocuente. Dice el filósofo español Fernando Savater que es “mucho más fácil combatir la influencia social perniciosa de un sofisma complejo y sutil que la de un dogma planfetario, simple como el pedo de un asno. El sofisma está construido para engañar a los que tienen el hábito de razonar, los cuales por tanto pueden también ser ‘desengañados’ merced a otros razonamientos que demuestren la falsedad del primero; el dogma tipo ‘pedo de asno’ en cambio engaña a aquellos que no suelen ser persuadidos por los argumentos sino que prefieren cuanto halaga la disposición bovina de buscar pienso o embestir”.

Un porcentaje considerable de los medios de comunicación en México y de colegas periodistas viven pendientes de los pedos de los asnos, cuanto más estruendosos ¡mejor!

El miércoles, por ejemplo, se disipó el más reciente de estos flatos “irrefutables” y al mediodía escuché en la radio del automóvil la irritación de un comunicador – Joaquín López Dóriga- quien se mostraba indignado porque, alegaba, nadie le sabía decir dónde estaban físicamente los dólares que hace meses se decomisaron de la casa de un chino naturalizado mexicano. Ya días antes alguien le había explicado que los billetes de dólar son bienes fungibles, por lo que no sólo es irrelevante sino prácticamente imposible saber dónde están todos y cada uno de esos billetes, una vez que se acreditó su valor y se registró a favor de alguien en una institución financiera; los billetes – meros símbolos del valor de cambio- regresan a la corriente tumultuosa de los mercados. Hubiese bastado que la primera vez que se lo explicaron - ¡aún cuando parece innecesario explicar a un adulto cómo funciona el dinero!- el comunicador acudiese al diccionario y leyese: “Bienes fungibles: aquellos en reemplazo de los cuales se admite legalmente otro tanto de igual calidad”.

Pero no, una vez encantados con los pedos de los asnos, algunos ya no razonan, les basta con embestir o con irse tras la pastura. El famoso comunicador concluyó enojado: “¡Lo que hay que oir!”. Pues sí, Joaquín, lo que hay que oir…

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