miércoles, 31 de enero de 2007

¿Calentamiento global o bochornos de la edad?

Lo más sorprendente en la repentina moda del “calentamiento global” es el endeble sustento científico de la mayoría de las predicciones catastróficas, que se venden como si fuesen “verdades científicas”.

¿Se imagina a jóvenes bañándose en el Río Rin en el mes de enero? No, no es una imagen premonitoria de lo que nos espera en unos años a causa del temido y publicitado “calentamiento global”. Es un hecho histórico: En las primeras décadas del siglo XIV hizo tanto calor en el planeta que el hecho era habitual (mencionado por H. H. Lamb en Climate, History and the Modern World, London, Routledge, 1995).

¿Se imagina el Río Nilo con hielo? Tampoco es una profecía de una próxima Edad del Hielo, es otro hecho histórico reportado en los años 1010 a 1011.

Si de algo podemos estar seguros acerca del clima en el mundo es que siempre cambia: Décadas de inviernos crudelísimos, como en 1564 el año que nació Shakespeare y que marca el inicio de la “corta edad del hielo”, la era más fría desde la Edad del Hielo de 10,000 años antes, fueron precedidas de largas temporadas “inusualmente” calurosas. Por cierto, la “corta edad del hielo” fue tan “corta” que duró de 150 a 200 años.

De lo segundo que podemos estar seguros acerca de estos cambios climáticos es que la actividad del hombre ha sido hasta ahora irrelevante para producirlos. Dicho de otra forma: Sin la presencia del ser humano en el planeta el clima habría cambiado del mismo modo que lo ha hecho a lo largo de la historia.

Gran parte de los temores y de los pronósticos alarmistas acerca del calentamiento global surgieron del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) establecido en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (WMO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) con la finalidad de entender “científicamente” los riesgos de que la actividad humana produjese cambios indeseables en el clima.

Por desgracia, los presuntos pronósticos emanados del IPCC no se han caracterizado por su solvencia científica. Como señala Martin Agerup (en The scenarios underlying climate changes “predictions”, capítulo del libro The impacts of climate change. An appraisal of the future, London 2004) las conclusiones de los reportes del IPCC adolecen de tres defectos graves: 1. Desaseo o “chapuza” científica, 2. Mala metodología y, lo que considera más grave Agerup, 3. Los escenarios son erróneamente usados y presentados como si fuesen pronósticos.

Hay una alta probabilidad de que estemos confundiendo el “calentamiento global” con lo que en realidad es un “bochorno verde”: un río revuelto en el que no pocas corporaciones astutas y desinhibidos políticos están pescando, felices, gracias a la credulidad que solemos prestar al vaticinio de catástrofes y al poco rigor con que los medios nos “informan”.

martes, 30 de enero de 2007

Los herederos fallidos de Willy Münzenberg

De vez en cuando alguien no muy listo presume de “genio” de la mercadotecnia política, sin darse cuenta que los trucos propagandísticos de los que se vanagloria no son sino una torpe versión de lo que el verdadero genio de la propaganda totalitaria, Willy Münzenberg, desarrolló con eficacia diabólica.

Algún personaje olvidable, presunto consultor político mexicano, presumía hace poco de su contribución a la victoria electoral de Rafael Correa como Presidente de Ecuador, en las elecciones celebradas el 26 de noviembre pasado. Correa tomó posesión el 15 de enero de 2007 y es previsible que su mandato – sustentado en el más gastado populismo dizque de izquierda - agravará la pobreza y el encono social en ese país.

La presunción de este consultor, vertida en un pequeño artículo periodístico, tiene algo de tragedia cómica: Describe, como si fuesen hallazgos insólitos de la ciencia política, dos o tres viejos y sucios trucos de la propaganda totalitaria consistentes en engañar al público, para hacerle creer que al votar por la peor de las opciones estará comprando un pase gratis al paraíso terrenal.

Nada nuevo. Lo insólito es que alguien presuma en las páginas de un periódico de exportar estas “habilidades” para el engaño, suponiendo que los lectores somos tan ruines como para entusiasmarnos por el hecho de que un “ilustre” mexicano contribuya a la desdicha de otros países latinoamericanos. En algo tienen que ganarse la vida ciertos sujetos, pero normalmente si realizan una labor repugnante no suelen hacer presunción pública de ella.

Quien desconoce la historia no sólo se arriesga a repetirla (con caracteres grotescos, apuntaría Marx), sino que suele envanecerse por descubrir el agua tibia. Por ejemplo, nuestro personaje “descubre” que fue una gran ventaja en la contienda electoral “poner a la defensiva” al adversario. ¡Valiente hallazgo!, ya Arthur Koestler en 1954 (ver “La Escritura Invisible” volumen 2 de la Autobiografía de Koestler 1932-1940, editorial Debate, 2000) escribió refiriéndose a la guerra de propaganda entre comunistas y nazis con motivo del incendio del Reichstag: “Y así terminó la homérica batalla de la gallina ciega empeñada entre dos gigantes. Ella me enseñó que en el campo de la propaganda las verdades a medias son armas superiores a la verdad misma y que estar a la defensiva equivale a ser derrotado”.

“Y ella me enseñó, sobre todo, que en ese campo una democracia tiene que hallarse siempre en inferioridad de condiciones frente a un adversario totalitario”.


Al menos estos imitadores baratos de Willy Münzerberg harían bien en conocer la historia de su ignorado maestro en el arte de mentir a las multitudes y de engañar con todo, hasta con la verdad. Por si alguna vez desean cultivarse, algunas pistas: “El fin de la inocencia” de Stephen Koch, editorial Tusquets, 1997 (título original: “Stalin, Münzenberg y la seducción de los intelectuales”) y del mismo autor pueden encontrar Lying for the truth. Münzenberg and the Comitern.

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lunes, 29 de enero de 2007

Energéticos y alimentos, ¿ya tomamos nota?

Esto apenas empieza. Los hidrocarburos están entreverados con los carbohidratos. En los mercados, en las políticas públicas, en el nuevamente de moda discurso “verde” de los políticos, en las dádivas que hacen los grupos de presión e interés a las campañas electorales…Pero en algunos lugares todavía no tomamos nota.

Cuando la exitosa directora ejecutiva de la petrolera Chevron se quejó en 1999 ante unos funcionarios del sector energético en Estados Unidos: “Ya es tiempo de dejar de mezclar la política agrícola con la política de los combustibles”, algún crítico podría haberle advertido que se trataba de una mezcla inevitable si es que aún se acordaba de las clases de química que tomó en la escuela secundaria.

Paradójicamente, como lo hizo notar en octubre pasado The New York Times, esa entonces ejecutiva de Chevron, Patricia A. Woertz, es hoy la CEO de Archer Daniels Midland (ADM), tal vez la corporación mejor situada en el mundo en ese cruce de caminos estratégico entre agricultura y energía. Entre cultivos y combustibles. Además, ADM – la empresa número 56 entre las 500 de Fortune – es la empresa que más millones de dólares ha dado para campañas electorales a políticos de Estados Unidos, recibiendo a cambio miles de millones de dólares de los contribuyentes y de los consumidores, en la forma de subsidios y de políticas comerciales y regulativas.

Hace casi 12 años una investigación del Cato Institute revelaba que al menos el 43 por ciento de las utilidades de ADM provenían de productos fuertemente subsidiados o protegidos por el gobierno estadounidense: Cada dólar de utilidades de ADM proveniente de edulcorantes obtenidos del maíz (fructosa) costó $10 dólares a los consumidores; cada dólar de utilidades de ADM proveniente del etanol, obtenido del maíz, costó unos $30 dólares a los contribuyentes de Estados Unidos.

Por supuesto sería suicida imitar esa surrealista política de subsidios agro-energéticos de Estados Unidos, pero sí podríamos estar aprovechando, ya, las oportunidades que se están generando en el mercado global. ¿Alguien está haciendo algo en la industria azucarera para empezar a producir etanol a partir de la caña, con mucha mayor eficiencia energética que a partir del maíz, como lo hace exitosamente Brasil? (no, porque producir energéticos es un intocable monopolio del Estado), ¿alguien está viendo las oportunidades de la producción de fructosa – jarabe de maíz- en lugar de sostener con palabrerías el mito de la tortilla? (parece más fácil inventarse impuestos contra la fructosa para proteger a los cañeros), ¿algún político mexicano ya vio la estrecha relación entre precios del petróleo, precios del azúcar, precios del maíz, en los mercados internacionales? (tal vez no, porque están leyendo las columnas de chismes políticos).

Quiero creer que alguien está tomando nota pero parecería que no: En México algunos sesudos analistas y políticos no tienen nada mejor que patéticas cantaletas: “el maíz no sólo es alimento, sino religión, cultura, vida de los mexicanos”. La realidad global sigue su curso, y nos quedamos solos – otra vez- en la abismal contemplación de nuestro ombligo.

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domingo, 28 de enero de 2007

Preguntarle a Brasil

México tiene muchas cosas que aprender de la experiencia de Brasil. Tanto acerca de lo que no se debe hacer – por ejemplo, política fiscal o política comercial-, como acerca de lo mucho que sí se debe y se puede hacer – por ejemplo, política energética o cómo transformar una gigantesca petrolera estatal en algo más o menos competitivo y rentable.

El coeficiente de recaudación tributaria a Producto Interno Bruto en Brasil es de alrededor de 29 por ciento. Ese mismo coeficiente en México fue de menos de 10 por ciento en 2005 (considera únicamente recaudación de impuestos federales). Entiendo que la cifra brasileña de recaudación hace salivar de envidia a muchos en México, empezando por los políticos.

Error: Ese indicador en el caso de Brasil es el ejemplo más elocuente de que mayores ingresos tributarios NO son ninguna solución automática a los problemas de pobreza, falta de productividad y, por ende, de competitividad de la economía, avance de la economía informal y – atención- vulnerabilidad fiscal del Estado.

Para acabar pronto: Riesgo país de México, 100 puntos base. Riesgo país de Brasil, 183 puntos base. México: Equilibrio o superávit fiscal. Brasil: Déficit fiscal.

Moraleja: Si alguien cree que la razón más importante para hacer una reforma tributaria en México es aumentar el coeficiente de recaudación – por ejemplo, para convertirnos de la noche a la mañana, gracias a la cifra mágica “recaudación/PIB”, en una “Economía de Bienestar”- ese alguien está totalmente equivocado. Por cierto: Son muchos, o muy ruidosos, los equivocados.

Es un simple problema de identificar bien las causas y los efectos. La mayor recaudación – que puede lograrse, como en el caso de Brasil, a expensas de castigar más a la economía formal con mayores tasas impositivas y mayor número de gravámenes- NO es causa de crecimiento económico; podrá ser, en el mejor de los casos, resultado o efecto de un mayor crecimiento económico. El objetivo no debe ser recaudar más, sino crecer más como país en forma sostenida.

Lo expresa atinadamente William W. Lewis en su ya clásico análisis acerca de la productividad: El actual nivel de desarrollo (ingreso por persona) de Brasil es, hechas todas las ponderaciones necesarias, equivalente al de Estados Unidos en 1913. ¿Cuál era el coeficiente “recaudación/PIB” de Estados Unidos ese año? Sólo 6 por ciento. La carga tributaria en Estados Unidos en ese entonces NO resultaba un incentivo para el crecimiento explosivo de la improductiva economía informal, no distorsionaba la asignación de recursos en la economía, fomentaba la competencia y el crecimiento.

Hoy en Brasil hay mayor número de personas empleadas en la economía informal que en la economía formal. Hay niveles lacerantes de pobreza (sí, como en México, o peores), y hay una insoportable carga – no sólo fiscal, sino de trabas comerciales y regulativas- sobre inmensas áreas de la economía formal, que inhiben la inversión y la creación de empleos.

¿Alguien comentó esto en Davos?

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jueves, 25 de enero de 2007

No saben comprar, ¿sabrán subsidiar?

Un precio sube en el mercado y el político exige: “Subsidiemos al consumidor”. Un precio baja en el mercado y el político demanda: “Subsidiemos al productor”. Un precio permanece inalterado y el político clama: “Hay que estimular al sector con un subsidio”. Claro, es que los mercados – nos dirán – fallan, y los políticos siempre aciertan…con el dinero de los contribuyentes.

Ayer leí las opiniones de un legislador lleno de buenas intenciones (al que llamaré “A”) que argumentaba que es urgente, en el plazo de dos o tres meses, “diseñar algún mecanismo de subsidio, directo o indirecto, focalizado o general, que evite que el precio de la tortilla siga subiendo”.

Un día antes, otro legislador (al que bautizaré como “B”) se quejaba airadamente y exigía renuncias fulminantes, porque fue a una tortillería y – aseguró- le vendieron el kilo a más de nueve pesos. Al quejarse ese otro político se puso en evidencia: Cualquiera que de veras compre tortillas cotidianamente sabe que ese político enojado habría encontrado tortillas de maíz a seis pesos el kilo, o menos, en el supermercado más cercano.

¿Será buena idea permitir que estos mismos señores – que no saben comprar un kilo de tortillas al mejor precio disponible en el mercado- anden promoviendo subsidios a diestra y siniestra?

Hace menos de un año los mismos políticos que hoy claman al cielo por los precios altos del maíz pronosticaban males sin cuento si México abría en el 2008 sus fronteras a la libre importación de ese grano. Miles de pobres campesinos serían literalmente aplastados – auguraban- por la implacable competencia del maíz extranjero, más barato.

Pero nada, los precios internacionales del maíz han subido gracias, entre otras cosas, al generoso subsidio otorgado por el gobierno de Estados Unidos a la producción de etanol a partir de maíz.

Con consecuencias insospechadas: en Jalisco agricultores que en 2005 recibían $1,500 pesos por tonelada de maíz, en 2006 recibieron $4,500 pesos por tonelada. Nadie sabe para quién trabaja, pero esos agricultores deberán agradecer la súbita bonanza a los contribuyentes “gringos” quienes, sin deberla ni temerla, pagan los subsidios ideados por los “genios” políticos de Washington…, que se traducen en precios más altos para el maíz de un productor modesto – tres hectáreas- en Jalisco.

Tenemos así “manoseos” políticos al mercado por todos lados, ya sea incrementando la demanda artificialmente con subsidios, ya sea sofocando la oferta artificialmente (“cupos” de importación que suenan a racionamiento). Y ante esto, ¿qué se les ocurre a los políticos? Pues sí, ¡más subsidios! No saben si para el consumidor, o para el productor, o mejor: para los dos. Pero en lo de subsidiar no les cabe la menor duda, ni les tiembla la mano.

Primero desbarajustan los mercados con subsidios y protecciones, después gritan: “¡Ya ven, los mercados fallan!”. Y para cerrar el ciclo proponen: “Hay que subsidiar”.

No debe extrañarnos que ignoren cómo funcionan los mercados libres…si no saben encontrar dónde venden las tortillas más baratas.

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miércoles, 24 de enero de 2007

Por qué NO quiero un “Estado de Bienestar”

¿Un Estado que me otorgue salud, educación, cultura, vivienda, un puesto de trabajo, pensión, sepultura y demás, quiera yo o no quiera? No, muchas gracias, prefiero seguir siendo libre. Dueño de mí.

Suena bonito eso del “Estado de Bienestar”. La noción de un Estado providente y proveedor que nos garantice salud, educación, vivienda y otro cúmulo de satisfactores – a los que sin duda todo ser humano tiene derecho – hace brincar de gusto a economistas, políticos, periodistas, intelectuales, líderes sindicales y hasta a uno que otro cura despistado.

El martes, Macario Schettino, un analista serio, publicó en El Universal un interesante artículo con el título: Para discutir lo fiscal que en su parte medular propone lo siguiente: “Necesitamos decidir si queremos tener un Estado de Bienestar en México o no. Si lo queremos, hay que pagarlo. Para que no quede duda de qué significa este tipo de Estado, se trata de que todo mexicano, por el hecho de serlo, pueda tener acceso a educación básica, salud elemental y seguridad social (…) Eso es un Estado de Bienestar (…) Si eso queremos, yo me sumo. Me parece que es natural que si creemos que hay derechos que todos los humanos tenemos, es correcto garantizarlos”.

Hasta aquí Schettino, quien me ha abierto los ojos: De ninguna manera quiero eso que él llama “Estado de Bienestar”.

En el razonamiento de Schettino se identifica “derecho” con “garantía” y se implica, no entiendo por qué, que el Estado – los gobiernos, en la práctica- “debe” proporcionar esos satisfactores porque son “derechos” de todo ser humano.

Yo le exijo al Estado que respete mi derecho a la salud (y a la enfermedad), mi derecho al trabajo (y al ocio), mi derecho a tener (o no tener) educación. Pero de ahí NO se sigue que el Estado deba darme, quiera yo o no, la salud, el trabajo, la educación (o lo que el gobierno en turno entienda por “salud”, “trabajo” o “educación”). Una cosa es no estorbar que yo coma – que es lo menos que debe hacer un gobierno decente-, y otra muy distinta darme de comer en la boca.

El dichoso “Estado de Bienestar” es una falsificación del Dios providente y proveedor de la religión; pero además éste es un dios arrogante que ni siquiera le permite a las pobres criaturas decidir por sí mismas.

Yo no quiero en absoluto a ese dios del Estado metido en mi bolsillo y en mi vida, decidiendo por mí, pensando por mí, arriesgando por mí…Que el gobierno respete mis derechos y los derechos de los demás – naturales, no otorgados por el fastidioso y arrogante Estado-, pero que no me de lo que no le he pedido, que no decida por mí lo que sólo a mí corresponde, que no me impida cometer mis propios y libérrimos errores y aciertos. Que no me cuide como si fuese mi amo y yo fuese un animalito de su propiedad, indefenso e incapaz de valerme por mí mismo.

Acerca del encarecido sentido común

Por dos razones el sentido común es caro: Porque es valioso en sí mismo y porque cada día parece más escaso. Tal vez podremos recuperarlo si buscamos cuáles son los principios básicos de lo que un gran teólogo del siglo XX llamó “la filosofía rudimentaria del ser”.

Cada vez que calificamos algo de “absurdo” apelamos, aún sin saberlo explícitamente, al sentido común. Algo se nos revela como absurdo porque violenta uno o varios de los primeros principios que adquirimos – así sea rudimentariamente y en forma por demás implícita- desde nuestra primera percepción de la realidad; desde que sabemos que “algo es”.

¿Cuáles son esos primeros principios – fundadores de la inteligibilidad del mundo- que forjan el sentido común? Sigo, en forma esquemática, la excelente exposición que hizo Reginald Garrigou-Lagrange (1877-1964), en un libro publicado originalmente en 1909 (Le sens commun) y que, a pesar de haber surgido como refutación incidental al modernismo en la teología católica, es todo un tratado, breve, de los fundamentos de la filosofía del ser.

Tales primeros principios del sentido común son:
1. Todo ser es idéntico a sí mismo,
2. Nada puede ser y no ser a la vez y bajo el mismo aspecto,
3. Lo que es, es uno y el mismo aun bajo sus modos de ser múltiples y transitorios; lo que significa que la inteligibilidad de cualquier ser (ente) radica en su sustancia,
4. Todo lo que es tiene su razón de ser, ya sea en sí mismo o en otro; por ello siempre preguntamos ¿por qué?,
5. Dado que de la nada, nada se hace, es preciso que todo ser tenga una causa eficiente y final; por ello preguntamos ¿de dónde?, y ¿para qué?,
6. Nada cambia si no tiene la potencia – capacidad o disposición- para hacerlo; de donde se derivan las nociones de potencia y acto,
7. La verdad – la adecuación del conocimiento al ser- subyuga a la voluntad y de ahí el primer principio de la razón práctica o moral: Ser bueno consiste en adecuar el comportamiento a la verdad; ser bueno equivale a ser feliz.

Entiendo que esta irrupción de la filosofía, en esta bitácora, puede parecer impertinente. Pero tengo para mí que la mayoría de las confusiones intelectuales de nuestro tiempo – y sus terribles consecuencias prácticas en la vida cotidiana de millones de personas- provienen de que se han abandonado paulatinamente estos principios del sentido común, trocándolos por un amasijo de prejuicios y emociones primarias que podríamos llamar “sabiduría convencional o al uso”.

Tal abandono del sentido común, para sustituirlo, sin el menor análisis crítico, por los dictados de la moda impuesta por el ambiente, puebla nuestras opiniones y actos de absurdos (efectos sin causa, ininteligibilidad del mundo, disonancias entre dichos y hechos, negación de lo evidente, supersticiones de todo tipo, prejuicios que se venden falsamente como “ciencia”), que lo mismo son causa de pobreza que de tiranías. De infelicidad, en suma.

lunes, 22 de enero de 2007

Gil Díaz y la actualidad del liberalismo en México

Durante el sexenio 2000-2006 fue el funcionario público que más decididamente defendió, en las palabras y en los hechos, la vigencia del liberalismo clásico. Sin duda hay una estrecha vinculación entre los espléndidos resultados de su gestión como Secretario de Hacienda y sus sólidas ideas liberales. Las ideas transforman al mundo.

Los principios del liberalismo representan la mejor guía no sólo para la formulación de políticas públicas que generen bienestar creciente entre los habitantes del planeta, sino – aún más importante- la mejor salvaguarda de la dignidad de la persona humana, constantemente asechada por la perniciosa intromisión de los gobiernos.

La libertad sigue siendo tanto o más amenazada en nuestros días que en siglos pasados.

De ahí la importancia de que existan inteligencias lúcidas e íntegras, aunque sean unos cuantos apenas, entre los protagonistas de la vida pública.

En numerosas ocasiones Gil Díaz, como Secretario de Hacienda, proclamó sus convicciones liberales. Destaco, por su riqueza conceptual, dos de sus intervenciones públicas: Una, el 30 de junio de 2004, al recibir la gran orden de la Reforma de la Academia Nacional, A.C. Otra, el primero de noviembre pasado, con motivo del 60 aniversario de la carrera de economía en el ITAM, bajo el título “El legado liberal de Benito Juárez”.

Ofrezco al lector apenas una cita de cada una de ellas, invitándole a leer los textos completos a partir de los vínculos señalados arriba.

De la primera:
“Hoy como en el siglo XIX el auténtico liberalismo es reformador. No pretende destruir lo existente para construir alguna utopía sobre las ruinas, sino estar atento a los avances del conocimiento humano para darle forma nueva a la misma sustancia, que eso y no otra cosa es reformar.
“No se trata de que el liberal sea un fanático del cambio por el cambio, sino de que está siempre abierto a todos los cambios que hagan a los hombres no sólo más prósperos, sino sobre todo más libres.
“Todo esto, porque el liberal sabe que para el ser humano sin libertad no hay prosperidad que valga la pena”.


De la segunda:
“Si nos miramos en ese espejo, si contrastamos nuestra organización económica con los requisitos de un arreglo liberal, si medimos el tamaño y lo pernicioso de nuestros monopolios, si meditamos sobre las reglas bajo las cuales se desenvuelven nuestros sindicatos, si hacemos cuentas de la cantidad de subsidios y la forma como alteran nuestro comportamiento, si enumeramos y estudiamos las numerosas trabas a los negocios y a la inversión, si reconocemos la anarquía en la que se desenvuelven las actividades económicas en las calles y en las banquetas, entonces podremos entender cómo nuestro atraso no tiene que ver con la adopción del modelo neo liberal, o de la economía de mercado, o de esa caricatura apodada Consenso de Washington. Podremos conocer también la enorme distancia que nos separa del ideal liberal y del potencial que estamos dejando pasar”.

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domingo, 21 de enero de 2007

Recuperar nuestra mejor Constitución, la liberal

La mejor Constitución que ha tenido México es la de 1857. Su esencia liberal, para nuestra vergüenza y desgracia, ha sido traicionada sistemáticamente desde el régimen de Porfirio Díaz hasta nuestros días.


Ayer el historiador Enrique Krauze publicó un excelente artículo recordándonos que el próximo 5 de febrero se cumplirán 150 años de la promulgación de la Constitución de 1857. Un recordatorio más que oportuno ante la pertinacia con que nuestra clase política e intelectual desdeña y hasta denosta lo más valioso de nuestra tradición histórica: La corta vigencia del liberalismo durante la República Restaurada.

El 11 de septiembre pasado publiqué en estas Ideas al vuelo (“Renovar el acuerdo liberal”) lo siguiente:

“Necesitamos acercarnos más a la Constitución de 1857 para renovar y corregir con inteligencia la de 1917. Necesitamos superar las desviaciones, contrarias al Estado de Derecho liberal en que incurrió México a lo largo del siglo XX. (…)
“México cuenta, en su tradición liberal del siglo XIX, con la mejor fuente de inspiración para insertarse plenamente en el siglo XXI, en el siglo de la globalización, que será también en el siglo de las personas; no de las colectividades. Por ello, gran parte de la modernización de México tiene mucho de restauración de los valores que inspiraron a la República restaurada.
“Principios básicos del Estado de Derecho liberal:
“1. Supremacía de la Ley. Todos (gobierno y ciudadanos) estamos sujetos a la Ley.
“2. Un concepto de justicia fundado en los derechos individuales – y no en vagos y engañosos "derechos sociales", que son de todos y de nadie- con énfasis en la adjudicación interpersonal (propiedad privada). Una justicia sustentada en el cumplimiento de los estándares y procedimientos establecidos por la misma Ley.
“3. Restricciones a todo poder discrecional. La discrecionalidad más dañina es la del Poder Ejecutivo, porque sus efectos sobre los ciudadanos son inmediatos e inciertos. Pero también hay que combatir la discrecionalidad del Poder Legislativo, que si bien no siempre genera un daño inmediato provoca incertidumbre, y la discrecionalidad del Poder Judicial que si bien no es incierta, genera daños inmediatos sobre el ciudadano afectado.
“4. Independencia judicial efectiva, con certidumbre por la permanencia de la ley, independientemente de coyunturas y circunstancias.
“5. Balances y contrapesos efectivos entre los poderes, para que nadie pueda ceder a la tentación de la arbitrariedad o del poder omnímodo. Todo poder debe estar restringido por otros, y de esa forma el poder estará, en última instancia, en los ciudadanos y no en los gobiernos.”


La más que lamentable confusión del liberalismo clásico con las artimañas de la masonería y con un obtuso anticlericalismo abonaron al desprestigio del término “liberal”. A ello súmese la gran ignorancia de la opinión ambiente (que identifica, con frecuencia, “ser liberal” con “ser libertino”) y se comprenderá que deberíamos empezar por entender qué es el liberalismo clásico y cómo se opone, por igual, al conservadurismo y al socialismo (ver el formidable alegato de Hayek: Why I'm not a conservative, aquí).

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jueves, 18 de enero de 2007

Siete razones en NZ contra los subsidios agrícolas

Nueva Zelanda tiene una larga historia de apoyos y subsidios a los productores agrícolas, llegó un momento, sin embargo, en que los problemas derivados de ese sistema fueron tan evidentes, que los propios “beneficiarios” quedaron convencidos de que el mejor camino era eliminar los subsidios y competir en un terreno parejo de juego.

De forma coloquial puede decirse que el objetivo del liberalismo – tanto en su vertiente económica como política- es lograr un mundo en el que las canchas de juego tengan el suelo parejo. En México suele decirse “lo que es parejo no es chipotudo” (un chipote es una protuberancia que se forma en la cabeza como resultado de un golpe; una anomalía). Debe ser obligación del Estado garantizar que no haya “chipotes” en el terreno de juego; si hay prácticas monopolísticas, por ejemplo, debe combatirlas. Lo malo es cuando, contra toda lógica, para “emparejar un chipote” generamos otro. Las anomalías NO se combaten con nuevas anomalías. Apurando la metáfora: No podemos “curar” un chipote provocando una encefalitis, una inflamación generalizada de pronóstico fatal.

Lo que sorprende a muchos en la historia de cómo Nueva Zelanda desmanteló exitosamente su sistema de subsidios a los productores agropecuarios es que fueron éstos mismos, precisamente, quienes finalmente apoyaron ese proceso. Laura Sayre, del Rodale Institute – una institución global líder en la investigación y promoción de la agricultura regenerativa en el planeta- sintetiza siete razones por las cuales los neozelandeses apoyaron el fin de los subsidios a la producción agropecuaria en su país:

1. Generaban resentimiento entre los propios agricultores, ya que inevitablemente algunos de ellos se sentían menos beneficiados que otros, o inclusive perjudicados por las “ayudas” recibidas por sus competidores y colegas.

2. Generaban resentimiento entre los no agricultores que pagaban doble por el sistema de subsidios, primero a través de los impuestos y después por los precios más altos de los alimentos.

3. Alentaban la sobreproducción, lo que generaba desplomes en los precios, lo que incentivaba la demanda de nuevos subsidios – para compensar la baja en los ingresos de los productores – y más sobreproducción; con frecuencia este círculo vicioso desemboca en el absurdo de pagarles a los productores ¡para que ya no produzcan!

4. Se alentaba la sobreexplotación irracional de la tierra – para aprovechar los subsidios- causando deterioro ambiental.

5. Gran parte del dinero de los subsidios beneficiaba más a proveedores y otros sectores relacionados indirectamente con el campo que a los mismos productores (por supuesto, los menos beneficiados eran los consumidores).

6. Se creaban distorsiones adicionales en el mercado – nuevos “chipotes”- como la inflación derivada de la sobre valuación de algunas tierras sólo en función de que poseerlas permitía acceder a los subsidios.

7. Provocaban incontables incentivos perversos, como dar subsidios adicionales a quienes tenían sus tierras descuidadas (verbigracia, sin linderos claros o sin medidas de conservación) para que las cuidaran, en detrimento de quienes responsablemente habían destinado recursos propios para cuidar y conservar sus tierras.

miércoles, 17 de enero de 2007

El mito mundial de los subsidios agrícolas

Uno de los países más exitosos del mundo en la producción y exportación de productos agropecuarios es Nueva Zelanda. ¿Sabe usted cuál es el monto de los subsidios gubernamentales que reciben los productores del campo en Nueva Zelanda? Cero.

En varios estados de la Unión Americana existe la pena de muerte. En muchos de los países islámicos está prohibido el consumo de alcohol y las mujeres no sólo son discriminadas sino que se les obliga a ocultar su rostro. Sería ridículo que alguien esgrimiera estos ejemplos para “argumentar” que en México debemos instaurar la pena de muerte o que en México debe prohibirse la fabricación, la distribución y el consumo de bebidas alcohólicas o que debemos instaurar el uso obligatorio de la “burka” para las mexicanas y prohibirles el ingreso a las universidades.

Así de ridículos son los alegatos de quienes dicen que México debe subsidiar a sus productores agrícolas porque eso mismo hacen los gobiernos de la Unión Europea y de Estados Unidos.

Detrás de ese alegato existe la presunción – totalmente errónea – de que sin subsidios la producción agrícola y pecuaria es inviable. Existe también un reflejo de imitación extra-lógica, de mimetismo bobalicón: “Si lo hacen en Estados Unidos o en Europa debe ser bueno también para nosotros”. (No es “bueno”, ¡es malo!).

Y en el fondo existe la torcida idea – totalmente injusta – de que un grupo de productores (por definición minoritario frente a la totalidad de la población) es más importante que los consumidores y que es correcto, por tanto, que los más – los consumidores y contribuyentes- subsidiemos a los menos.

Esta “sabiduría convencional”, que proclama que los subsidios a los productores agrícolas son necesarios, es desmentida todos los días en todo el mundo con numerosos ejemplos de exitosos productores agrícolas (digamos, quienes cosechan pepinos o tomates en México) que prosperan sin subsidios.

Recomiendo al lector visitar este sitio de Internet:"Farming whitout subsidies? Some lessons from New Zealand", para ver el mejor ejemplo de que no sólo sí hay vida una vez que se eliminan los subsidios, sino que es una mejor vida para todos.

Así, a los defensores oficiales y oficiosos de los cazadores de subsidios agrícolas, les devuelvo su “argumento”: Nueva Zelanda tiene una próspera y competitiva industria agrícola y pecuaria y NO subsidia a los productores del campo, ¿por qué no imitamos mejor a los neozelandeses?

Sólo un dato, de entre el cúmulo de hechos y argumentos que el lector podrá encontrar en el sitio recomendado: La industria láctea neozelandesa es probablemente la más competitiva del mundo, tiene los precios más bajos, exporta leche, mantequilla y otros derivados prácticamente a todo el mundo y, ojo, es más próspera hoy – sin subsidios- que antes con subsidios.

Mañana: Siete razones para detestar los subsidios a los productores agrícolas. Y por qué nos beneficiaría más abolir unilateralmente subsidios y protecciones al campo, que esperar a que otros países lo hagan.

martes, 16 de enero de 2007

Subsidios a los productores y precios altos

Los subsidios suelen ser malas ideas con buena prensa. Pero los subsidios a los productores – con la peregrina ilusión de que sirven para “bajar precios”- son pésimas ideas con propagandistas aún más entusiastas y equivocados.


¿Será que nadie sabe para quién trabaja?, ¿cómo es posible que algunos opinantes de oficio, inteligentes en otras materias, naufraguen intelectualmente ante los asuntos económicos?

Respeto y estimo a Carlos Marín, director del periódico “Milenio”, salvo cuando, al estilo de los años sesenta y setenta del siglo pasado, le da por recetar dogmas ideológicos en asuntos de economía. El lunes propuso abolir la ley de la oferta y la demanda en el caso de la tortilla. Así, como en el viejo chiste sobre Luis Echeverría. Ayer vuelve a las andadas y proclama: “Por salud pública, estabilidad social, conveniencia política y seguridad nacional, no hay de otra: se debe subsidiar a los productores” (de maíz). ¡De ese tamaño!

Defendiendo a los consumidores Marín propone un método infalible para fastidiarlos: subsidiar a los productores. La capacidad de persuasión de los cazadores de rentas es asombrosa: Convencen a más de uno de que si les damos más subsidios, quienes resultaremos beneficiados seremos los consumidores, y no ellos.

Un flaco consuelo es que este poder de persuasión de los cazadores de rentas – esta buena prensa para pésimas políticas públicas- no es privativa de México. Ayer mostré cómo los productores de maíz en Estados Unidos han promovido el uso del maíz para producir etanol (con los argumentos más conmovedores, no sólo de ecología sino hasta de seguridad nacional) a pesar de que, sin subsidios públicos, nadie tiraría su dinero usando un insumo energético tan poco eficiente como el maíz para producir etanol. Y mostré cómo ese generoso subsidio es causa directa del alza en los precios del grano. Eso, precisamente, es lo que suele suceder con los subsidios a los productores: Encarecen los productos. ¿Por qué? Porque el subsidio financia altos márgenes de utilidad para los productores, que ya no tienen necesidad de competir y aumentar la productividad. Nada de precios más bajos para los consumidores.

Es de sentido común: La bajísima productividad maicera de México sólo se perpetuará y agravará subsidiando a los productores. Debemos corregir nuestras desventajas competitivas (digamos, la inseguridad en la tenencia de la tierra) o, mejor todavía, a la vista de nuestras desventajas comparativas, dedicarnos a cultivos más rentables e importar el maíz, más barato que el nuestro, de países con ventajas comparativas para cosecharlo: Estados Unidos, Argentina, Rusia y hasta Sudáfrica.

Los subsidios a los productores sólo inhiben cualquier intento de mejorar la productividad.

Decían los hilanderos ingleses en el siglo XVIII, al exigir que se abolieran las barreras a la importación de trigo a la Gran Bretaña: “Que ellos (Francia, Rusia) siembren y cosechen para nosotros; que ya nosotros hilaremos y tejeremos para ellos”. La magia del libre comercio. Ventajas comparativas, ventajas competitivas. Economía uno, pues.

lunes, 15 de enero de 2007

Etanol, maíz y los malditos subsidios

En realidad, los cultivadores de maíz en Estados Unidos descubrieron en el etanol una mina de oro…, que se llama cuantiosos subsidios federales.

¿Por qué se ha más que cuadruplicado en seis años la producción de etanol a partir de maíz en Estados Unidos?, ¿estamos ante un hallazgo científico-tecnológico revolucionario que habrá de terminar con la adicción al petróleo?

No. La respuesta es menos espectacular y más preocupante: Destinar maíz a la producción de etanol permite obtener cuantiosos subsidios gubernamentales. Y de paso permite generar una mayor demanda de maíz y precios más altos en el mercado. Negocio redondo para los cultivadores del medio oeste estadounidense.

Los subsidios promedian 70 centavos de dólar por galón de etanol.

De hecho, el etanol obtenido a partir del maíz, para añadirlo a la gasolina y contaminar menos, es más caro, al final del día, que la misma gasolina. Más caro en costo de producción, más caro en contaminación, más caro en desperdicio de energía no renovable. Producir etanol a partir de maíz supone usar más energía fósil que la que ahorra el propio etanol en los automóviles híbridos.

Algunos cálculos – de David Pimentel de la Universidad de Cornell y Ted Patzek de la Universidad de California en Berkeley- parecen demoledores: Un galón de etanol contiene alrededor de 76,000 BTU’s (unidades térmicas), pero producirlo a partir del maíz requiere aproximadamente 98,000 BTU’s (tomando en cuenta todos los insumos energéticos para su fabricación, desde el combustible del tractor hasta la energía de la planta de procesamiento, pasando por los fertilizantes utilizados en el campo de maíz). Por su parte, un galón de gasolina contiene aproximadamente 116,000 BTU’s, pero su producción sólo requiere unos 22,000 BTU’s.

Por cierto, el maíz es el cultivo que más subsidios recibe en Estados Unidos: más de $37 mil millones de dólares entre 1995 y 2003. El doble de los subsidios que recibe el trigo, tres veces los subsidios para la soya y 70 veces los subsidios que recibe el cultivo de tabaco.

Mucho más eficiente que el maíz para producir etanol es la caña de azúcar, como lo demuestra el caso de Brasil.

En México tenemos las ventajas comparativas, naturales, para la producción de combustibles a partir de la caña de azúcar, ¿por qué no lo hacemos?, ¿por indolentes?, ¿por tontos? No.

Demasiado bien sabemos por qué no: Si hay un gremio de productores agrícolas en México que sepa vivir de la protección y de los “estímulos” gubernamentales, tan astutamente como lo hacen los cultivadores de maíz en Estados Unidos, es el de los cañeros y azucareros.

¿Para qué innovar y competir en un mercado libre si protegidos por el Estado nos va mejor y no corremos riesgos?

Otro caso de cómo la torpe mano de los gobiernos – protegiendo industrias y expoliando a consumidores y contribuyentes- mata la productividad. Lo mismo en Estados Unidos que en México o que en cualquier lugar del mundo,

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domingo, 14 de enero de 2007

Las cuatro lecciones del maíz

El alza en los precios internacionales del maíz, y sus repercusiones en México – que los medios de comunicación han magnificado hasta la histeria- encierran cuatro valiosas lecciones de economía que, mucho me temo, vamos a desperdiciar.


Lección uno:
La ley de la oferta y la demanda funciona, aun para aquellos que voluntariosamente se afanan en negarla, atenuarla, distorsionarla, aislarse de sus efectos, posponerla. Cuando los inventarios totales de maíz en Estados Unidos han bajado nueve por ciento de diciembre de 2005 a diciembre de 2006 y cuando la oferta mundial de maíz cayó 0.9 por ciento en 2006 respecto de 2005, en tanto que la demanda mundial de maíz aumentó 3.5 por ciento en el mismo periodo (ver reporte de la Universidad Estatal de Dakota del Sur), ¿qué sucede? Sencillo, que los precios suben.

Lección dos
: Los mercados – la gente, alguien, algunos- reaccionan inteligentemente ante los precios altos (en este caso del petróleo y de sus derivados) y buscan alternativas para ajustarse a la nueva situación, por ejemplo: generar combustibles mediante insumos diferentes al petróleo, como el maíz. En 1986 se destinaron poco menos de 300 millones de bushels de maíz a la producción de etanol en Estados Unidos, para 2006 se estima que se usaron para producir etanol (bio-combustible) más de 2000 millones de bushels. En los seis años que han transcurrido de este siglo (2001 a 2006 inclusive) el consumo de maíz en Estados Unidos para producir etanol se ha más que cuadruplicado. Asi pues, los precios del maíz seguirán creciendo a menos que rápidamente la oferta se ajuste al aumento de la demanda (poco probable) o que los precios del petróleo se desplomen, desalentando relativamente la demanda de maíz para producir etanol (evento incierto). Lo inteligente es entender y atender lo que sucede en los mercados; lo estúpido es ignorar los mercados, para entretenerse en fantasías demagógicas.

Lección tres: La liberalización o apertura comercial es el mejor aliado de los consumidores en busca de precios bajos. La globalización es benéfica para quienes menos tienen. Los políticos mexicanos, salvo excepciones, han estigmatizado durante diez años la apertura comercial plena al comercio de maíz – entre otros bienes- que habrá de darse en 2008, gracias al TLCAN. Hoy esa apertura es su mejor aliado para bajar los precios. Ojalá hubiésemos tenido dicha apertura desde 1994.

Lección cuatro: Los precios bajan por productividad, no por decreto. La productividad promedio por hectárea de maíz en México es ridiculamente baja respecto de la productividad en esa materia en Estados Unidos y en el mundo. Aún en un hipotético escenario sin subsidios agrícolas en Estados Unidos, los productores mexicanos – también generosamente subsidiados- seguirían en desventaja. Lo que, por cierto, comprueba palmariamente la existencia y los efectos de las ventajas competitivas y de las ventajas comparativas.

Pregunta: ¿Estamos aprendiendo estas lecciones básicas o estamos lidiando el problema “políticamente”, a periodicazos?

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viernes, 12 de enero de 2007

Familias, escuelas, gobiernos, incentivos

Tarde, pero incluyo en esta bitácora mi artículo de hoy, publicado en “El Economista” y en “Asuntos Capitales” , ya enriquecido con los valiosos comentarios de Ramón Mier y de mi gran amigo FGD): Ahí va.

Es meridianamente cierto: “Lo que pasa fuera de las escuelas es más importante para explicar el éxito de los educandos que lo que pasa dentro de las escuelas”. Pero también es cierto que lo que pasa dentro de las escuelas es decisivo para explicar algunos fracasos.

Eduardo Andere es tal vez uno de los especialistas mejor informados que hay en México sobre asuntos de la educación. El miércoles en El Economista (se requiere estar registrado para consultarlo en la red) nos ofreció un artículo provocador, lleno de pistas importantes acerca del problema educativo en México.

Entre otras muchas aportaciones valiosas, Eduardo sintetizó en una frase lo que debería ser el punto de partida para cualquier intento serio de reforma educativa. “Lo que pasa fuera de las escuelas es más importante para explicar el éxito de los educandos que lo que pasa dentro de las escuelas”. Correctísimo: Las escuelas NO son el elemento esencial, mucho menos único, de la educación.

Cada cual puede aportar experiencias que comprueban este hecho: ¿Por qué dos alumnos de la misma escuela, con la misma potencialidad teórica para el aprendizaje (digamos, coeficiente intelectual), sometidos hasta donde eso es posible a la misma “exposición” a las aulas y a los mismos maestros, obtienen más tarde en la vida resultados tan dispares: uno el éxito y otro el fracaso? Y cuando hablo de éxito no me refiero tan sólo a prosperidad económica o a cierta calificación laboral, sino a una “buena vida” lo que incluye en primerísimo lugar la integridad ética y la capacidad de ser libre.

La familia. He ahí la primera respuesta que salta a la vista. Frente a lo bueno o lo malo que puede dejar el núcleo familiar en la vida de una persona, cualquier escuela empalidece.
¿Qué ve, qué escucha, qué vive un niño en su entorno familiar?, ¿ve una bien surtida biblioteca a su disposición, escucha discusiones libres e inteligentes en las que puede participar, vive sometido a normas mínimas e inalterables de comportamiento, cuyo cumplimiento o cuya violación tienen consecuencias?

¿O, por el contrario, sus “educadores” son la televisión, los pleitos llenos de exabruptos y ayunos de razones, las argucias para simular, la ausencia de normas previsibles y conocidas, el chantaje emocional como “argumento” decisivo para obtener lo que se desea?
Pero que las escuelas no sean el factor decisivo para el éxito NO significa que no puedan ser un factor decisivo para el fracaso. Malas escuelas sólo hacen más difícil la labor educativa de la familia. Entonces, los padres deben fatigosamente “destejer” los chapuceros remiendos adquiridos en la escuela, pública o privada.

Una idea: Las escuelas son como los gobiernos, su potencialidad para hacer daño – cuando hacen las cosas mal-, es mayor que su potencialidad para hacer bien cuando hacen las cosas bien. ¿Cuáles son los incentivos que requieren escuelas y maestros para hacer más bien que daño? Por lo pronto, está claro que no es un asunto de meterle más dinero a la colegiatura o al presupuesto federal para “educación”.

Comentarios al calce.
Dice Ramón Mier: Milton Friedman, brillante como fue, señaló con insistencia la necesidad de distinguir la "escolarización" de la "educación". Lo primero tiene que ver con aulas, maestros, programas de estudio, libros de texto. Aquí el gobierno tiene amplias posiblidad de incidir a través de políticas públicas, gasto e inversión. Lo segundo es un concepto más amplio y complejo, que aunque abarca lo primero no se limita a ello y es aquí donde la familia, donde los indiviudos, tienen mayor influencia.

Por su parte FGD recuerda una gran cita de un gran escritor y periodista de humor ácido:

"Ricardo: Tu artículo y el de Andere me recuerdan algo que es especialmente aplicable tratándose de nuestro sistema educativo oficial, una cita del cínico Mark Twain:

"I have never let my schooling interfere with my education".

La cita es genial. Gracias Paco.

jueves, 11 de enero de 2007

Zapatero rompe su propia marca de ruindad

El imbécil - que eso es- que en mala hora llegó a ser "presidente" de España (ese es el nombre oficial, pero de hecho es un primer ministro, ya que España es una monarquía parlamentaria), calificó de "trágico accidente" el atentado de ETA en el aeropuerto de Barajas, que le costó la vida a dos ecuatorianos.
Ver aquí la reseña de EFE en el diario ABC.
Trágico accidente habrán sido las elecciones del 14 de marzo de 2003 que llevaron a este sujeto al poder. Trágico accidente habrá sido la irrupción de un tipo tan ruin como Zapatero en la vida pública de una democracia que otrora admiramos.
Cuando un imbécil con poder - aferrado al poder como lo está Zapatero, dispuesto a cualquier ruindad para mantenerse en el candelero- llama "trágico accidente" al cobarde asesinato de dos personas perpretado por una banda criminal como ETA, ha llegado la hora de que los hombres y mujeres libres de España manden a ese tal imbécil al desván de los malos recuerdos, a ese basurero o archivo en el que ponemos las malas tardes, las pesadillas, las aberraciones...
Supongo que para este subnormal de la sonrisa congelada el asunto se puede despachar con una declaración ruin y despectiva que no altere a sus quisquillosos novios terroristas (así de patéticos resultan los despechos del amor no correspondido), aunque rebaje a los muertos inocentes a la categoría de excrecencias (al fin eran "sudacas" le comentará en privado a sus íntimos "que vienen aquí a quitarnos empleos y Güelfar").
Un día, un buen amigo me dijo bromeando que si seguía tupiéndole a "Bambi" como castigo del destino me mandarían de embajador a España, donde el Zapaterito - obviamente- me recibiría con los brazos abiertos...pero para ahorcarme. Esa vez le respondí a mi amigo con la frase cínica de Jesús Silva Herzog Flores, cuando le preguntaron si el hecho de que Carlos Salinas de Gortari lo mandara a España de embajador era un castigo político: "España nunca es un castigo".
Retiro lo dicho. España, con ese imbécil y ruin a cargo, puede ser el peor de los infiernos.
Así que ya lo sabes, Felipe: ni se te ocurra ofrecerme la embajada que dejó vacante Jiménez Remus.

miércoles, 10 de enero de 2007

El tribunal de los chacales

Los chacales son mamíferos, carroñeros y gregarios. Por su parte, una jauría se define como el conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o a un grupo. Ni modo, hay que recurrir a la zoología para describir algunos fenómenos de la mal llamada “opinión pública”.

Ayer inició su tercer mandato Hugo Chávez proclamando el carácter redentor del socialismo. “Nada ni nadie – advirtió- nos hará detener el carro de la revolución socialista en Venezuela, cueste lo que cueste”. Este tipo de arengas suelen ser, entre otras cosas, el pistoletazo de salida para que las más variadas jaurías de carroñeros morales inicien su carrera.
Además del desastre económico los redentores populistas de la calaña de Chávez generan una profunda descomposición moral en la sociedad. La perversión es tanto mayor cuanto que estos predicadores se disfrazan de jueces morales absolutos, implacables, purificadores; no se les cae de la boca la condena moral a toda disidencia y a los “enemigos de la revolución”. A su imagen y semejanza proliferan tribunales “morales” en los medios de comunicación, en los corrillos políticos, en los barrios, en las empresas, en las familias…En nombre de la revolución – o de alguna patraña semejante- se levanta la “odiosa” veda contra los linchamientos que la “democracia burguesa” había erigido, con sus normas igualmente “odiosas”: que debemos regirnos por las leyes escritas, que toda persona tiene derecho a ser juzgada imparcialmente en base a hechos comprobados, no a supuestos ni a murmuraciones calumniosas, que a nadie le es lícito condenar a otro a partir de fantasiosos juicios sobre las intenciones ajenas…
En el infierno que construyó Stalin era normal condenar a los campos de trabajos forzados (al “Gulag”) a un científico que osase compartir sus hallazgos intelectuales con sus colegas extranjeros. No hemos avanzado mucho cuando se ve “normal” emitir sentenciosas condenas “morales” contra quien pudiera - ¡horror!- aportar talento, buen juicio y conocimientos a odiosas corporaciones extranjeras (el colmo: ¡y de la pérfida Albión!).
El diablo en el púlpito y con la toga de juez. “Construir la vía venezolana al socialismo es el único camino a la redención” aleccionó ayer Chávez. Ya veremos proliferar – como tercera etapa de esta infernal “marcha hacia delante” del presunto socialismo venezolano- todo género de tribunales “populares” en los que hambrientas jaurías condenarán a quien no se someta a la dictadura de los incompetentes.
La envidia – el pesar por el bien ajeno, el odio al mejor- es la primera norma en el tribunal de los chacales, que algunos llaman con increíble desfachatez “opinión pública”.
Friederich Hayek lamentaba en “Camino de Servidumbre” (versión resumida de divulgación) que en el socialismo real invariablemente son los peores quienes se ponen a la cabeza y explicaba el fenómeno como parte de la estandarización obligada en lo más bajo. La otra cara de esa moneda es que, invariablemente también, el tribunal de los chacales se ceba en contra de los mejores.

Hugo Chávez: La locura hereditaria

Es probable que Hugo Chávez, quien inicia hoy otro mandato en Venezuela, se perciba a sí mismo como el único heredero en el sitial de los dictadores absolutos y redentores de los pobres que dejó vacante Castro. La locura, como ayer mostró el venezolano, es parte de esa herencia maldita.

Cuando llegó por primera vez a la Presidencia de su país, Hugo Chávez tuvo a bien invitar a su toma de posesión al que en ese entonces era el último de los dictadores venezolanos: Marcos Pérez Jiménez, derrocado en 1958. Afinidades electivas. Sin embargo, Pérez Jiménez rechazó las inopinadas invitaciones de Chávez y éste tuvo que asumir el cargo, ese 2 de febrero de 1999, sin el padrinazgo del legendario dictador.
Hoy Chávez inicia otro mandato que se prevé, por ahora, que finalice el año 2013, aunque puede conjeturarse que Chávez no le ve un fin tan próximo – sólo seis años- a su “infatigable” misión “revolucionaria” y “redentora”. Sus planes son de largo plazo y se ve en el espejo de su mentor y héroe, Fidel Castro, hoy agonizante o tal vez muerto; sin duda, fuera de la escena.
Chávez ha preparado su nueva investidura anunciando no sólo que le quitará la concesión a RCTV (canal 2 de televisión), sino también anticipando expropiaciones “nacionalistas” de la electricidad, las telecomunicaciones, la refinación de petróleo e insultando al secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza (es, dijo, “un verdadero pendejo desde la P hasta la O”). Chávez está desatado y más que su nueva reelección – tras la marca de Pérez Jiménez- parecería que le impulsan profundos sentimientos encontrados: orfandad por la falta de Fidel Castro, ambición por ocupar el sitial que deja vacío Castro como dictador por antonomasia en América y resentimiento por sus fracasos tras sus groseras escaramuzas de política exterior, que le llevaron a perder el asiento que buscaba en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Como algún otro loquito, Chávez parece haber decidido que por él las instituciones – como la propia OEA o la ONU-, así como las relaciones más o menos armoniosas con sus vecinos, se pueden ir “al diablo”. Parece decirnos: “Ya verán de lo que soy capaz”.
Por lo pronto, las locuras de Chávez – ese gen de los dictadores que parecen cortados por la misma tijera, sea cuál sea su parapeto ideológico- ya desplomaron ayer martes a la bolsa de Caracas y anticipan un futuro aún más triste para los venezolanos.
Curiosa herencia maldita: Va de un georgiano, como Stalin, a un árabe sunnita, como Hussein, pasando por un chileno, algunos argentinos, varios más de aquí o de allá, un hijo de gallego avecindado en Cuba – Fidel- y termina depositándose en este venezolano iracundo, teatral, mal hablado…A lo mejor, Marcos Pérez Jiménez hizo mal en no aceptar la invitación de Chávez en febrero de 1999. Tal vez no supo prever que, ese día aciago, la estafeta de los dictadores, dementes por necesidad, regresaba a Venezuela.

martes, 9 de enero de 2007

Los europeos ante el espejo (III/final)

Lituanos, polacos, checos, eslovenos e irlandeses creen que las cosas en la Unión Europea van en la dirección correcta. Pero en cambio, los franceses, los alemanes y los ingleses no parecen satisfechos con el rumbo que sigue la Unión Europea.

El país más rico de la Unión Europea (UE) – en términos de Producto Interno Bruto por habitante- es Luxemburgo. Su PIB per capita es casi 1.6 veces mayor que el PIB per capita promedio de la UE (25 países sin considerar a Bulgaria y Rumania de reciente ingreso) pero sólo 29 por ciento de los luxemburgueses cree que las cosas van en la dirección correcta dentro de la UE.
(Para todos los datos sobre el PIB per capita de los países de la UE, respecto del PIB per capita de toda la Unión, ver aquí; para todos los datos sobre opiniones y percepciones de los europeos acerca de la misma UE, Eurobarómetro)
En contraste, en Lituania, cuyo PIB per capita sólo es 0.55 del PIB per capita de la UE, 57 por ciento de los encuestados cree que las cosas en la Unión marchan bien.
No se crea que el asunto es que los miembros “pobres” están satisfechos y los “ricos” a disgusto. Más bien parece de expectativas y de oportunidades. Tomemos los casos de Irlanda – donde predomina el optimismo acerca del rumbo de la UE, con 51 por ciento de los encuestados afirmando que las cosas van en la dirección correcta- y del Reino Unido – donde son mayoría los pesimistas acerca de la UE, ya que sólo 24 por ciento de los encuestados consideró que las cosas van en la dirección correcta. ¿Cuáles son sus respectivos PIB per capita respecto del promedio de la Unión y cómo han evolucionado de 1997 a la fecha?
Hace diez años el Reino Unido e Irlanda estaban a la par en términos de PIB per capita: Ambos países registraban un PIB por persona 12 por ciento mayor que el PIB promedio de toda la Unión; pero para 2006, el PIB por persona del Reino Unido se calcula que fue sólo 17 por ciento mayor que el promedio de la UE; en cambio el PIB por persona de Irlanda al cierre de 2006 habría sido 39.2 por ciento más alto que el PIB per capita de la UE ese mismo año. Esa diferencia notable debe alimentar, sin duda, el optimismo irlandés.
Cierto. Irlanda recibió significativos beneficios con su incorporación a la UE, pero su sorprendente crecimiento de los últimos años no se debe principalmente o tan sólo a las subvenciones de la Unión, sino a una decidida e inteligente oleada de reformas estructurales, dirigidas a incrementar la productividad. Aprovecharon los incentivos de la UE, pero hicieron la tarea y son ellos, los irlandeses, los artífices de su éxito.
Porque la existencia misma de la gigantesca burocracia que controla la UE no es ninguna ganga. Se estima que para el periodo 2007-2013 le costará cada año, en promedio, unos 95 euros a cada habitante de los países miembros (algo así como mil 355 pesos mexicanos) y en los siete años alrededor de 665 euros por cabeza (unos 9 mil 485 pesos mexicanos). Nada barato.

lunes, 8 de enero de 2007

Los europeos ante el espejo (II)

Parece que los europeos quieren más "mano dura" contra la delincuencia; están divididos en sus actitudes hacia la homosexualidad y no ven con buenos ojos la legalización de la marihuana. Parece, pero…

Retomo los resultados del "Euro barómetro" difundido por la Comisión 2004-2009 de la Unión Europea, con una advertencia inevitable frente a cualquier encuesta de "opinión pública": NO es un espejo fiel sino un espejo bastante deformado de lo que en realidad piensa la gente, por tres factores obvios.
Uno. La deformación estadística de los grandes números, que acaban siendo el promedio del promedio del promedio de una muestra de respuestas más o menos significativa. Muchos se han ahogado en lagunas con una profundidad "promedio" de 30 centímetros.
Dos. El insalvable sesgo semántico implícito en las preguntas "de opinión" que inducen – aun a pesar de los esfuerzos de neutralidad de los encuestadores- respuestas prefabricadas, y
Tres. El innegable sesgo del investigador que perturba de antemano el experimento, al elegir arbitrariamente unos tópicos en lugar de otros.
Ya comenté tres de los siete "tópicos sociales" planteados – libertad individual contra igualdad; contribución de los inmigrantes al desarrollo del propio país y papel de la religión en la sociedad-, vamos por otros tres: severidad de la justicia, actitudes hacia la homosexualidad y legalización de la marihuana (cannabis). (Omito, por ahora, el tópico sobre la importancia del tiempo libre).
Resultados para Europa en general, o promedio de los promedios: "Hoy día hay mucha tolerancia. Los criminales deben ser castigados con mayor severidad". Totalmente de acuerdo: ¡85 por ciento!; totalmente en desacuerdo: sólo 12 por ciento. "Los matrimonios homosexuales deben ser permitidos en toda Europa". Totalmente de acuerdo: 44 por ciento; totalmente en desacuerdo: 49 por ciento. "La adopción de niños debe ser permitida para parejas homosexuales en toda Europa". Totalmente de acuerdo, sólo 32 por ciento; totalmente en desacuerdo, 61 por ciento.
Sigo. "El consumo personal de cannabis debería ser legalizado en toda Europa". Totalmente de acuerdo sólo 26 por ciento; totalmente en desacuerdo, 68 por ciento.
Pero, otra vez, las variaciones entre países son muy amplias. Como era de esperarse, en Holanda el 82 por ciento está totalmente de acuerdo con los matrimonios homosexuales; el 69 por ciento está a favor de la adopción de niños por parejas homosexuales y el 49 por ciento está por la legalización del consumo de marihuana. En el otro extremo: Sólo ocho por ciento de los finlandeses y sólo nueve por ciento de los suecos – ojo- están totalmente de acuerdo con la legalización de la marihuana. Sólo siete por ciento de los polacos y de los malteses están totalmente de acuerdo con la adopción de niños por parejas homosexuales. Sólo 14 por ciento de los chipriotas y 12 por ciento de los letones están totalmente de acuerdo con los matrimonios de homosexuales.
El espejo se nos rompió y más parece calidoscopio vertiginoso.

viernes, 5 de enero de 2007

Los europeos ante el espejo (I)

¿Cómo son los europeos?, ¿qué creen, qué esperan, qué temen? La Unión Europea se dio a la tarea de verse en el espejo de una gran encuesta de opinión pública y los resultados son, en algunos casos, sorprendentes.

La paz es el valor personal más importante para los encuestados en el conjunto de Europa (52%). Empero hay diferencias notables entre países: Para los alemanes (65%), los eslovacos (63%) y los suecos (61%) la paz está por encima de cualquier otro valor. Esos porcentajes descienden, en cambio, si quienes responden son los lituanos (38%), los británicos o los holandeses (42%).
El 64% de los europeos está totalmente de acuerdo con la siguiente proposición: “La libre competencia es la mejor garantía de la prosperidad económica”. Y el 62% de los europeos está totalmente de acuerdo en señalar que “El Estado interviene demasiado en nuestras vidas”.
Sin embargo, al entrar a los tópicos sociales – como les llama el estudio- salta a la vista que el liberalismo no es una constante, sino que varía notablemente de país en país. Sólo 46% de los holandeses considera deseable tener más igualdad a costa de una menor libertad individual y, en cambio, 80% de los portugueses encuestados aceptaron ese supuesto intercambio en detrimento de la libertad.
El 79% de los suecos estuvo de acuerdo con que “Los inmigrantes contribuyen mucho a nuestro país”. En el mismo sentido, contestaron en Portugal (66%), en Irlanda (56%), en Luxemburgo (56%), en Finlandia (54%) y en Holanda (53%). En contraste, sólo 20% de los lituanos, 19% de los húngaros, 17% de los checos, 16% de los estonios y letones y 12% de los eslovacos estuvieron de acuerdo con que los inmigrantes aportan mucho a sus países de acogida.
Hay que recordar que cuando en 2004 ocho países ex comunistas se incorporaron a la Unión Europea, sólo Inglaterra, Irlanda y Suecia les dieron acogida sin límites a los trabajadores inmigrantes de esas ocho naciones. Ahora, en 2007, cuando se han incorporado Bulgaria y Rumania, tanto Inglaterra como Irlanda han puesto restricciones a la migración laboral de rumanos y búlgaros, que – en cambio- son bienvenidos sin cortapisas en Suecia y en Finlandia.
“El lugar de la religión en nuestra sociedad es también importante”. Con esto estuvieron de acuerdo 81% en Chipre, 70% en Malta, 63% en Italia, 56% en Eslovaquia y en Eslovenia, 55% en Polonia y 53% en el Reino Unido. En cambio, en Estonia (20%), Finlandia (23%), Letonia y República Checa (27%), y Holanda y Dinamarca (31%), esa proposición no despertó el acuerdo mayoritario.

miércoles, 3 de enero de 2007

ETA: La racionalidad de los violentos

El atentado del sábado pasado en el aeropuerto de Madrid, que cobró la vida de dos ecuatorianos, ha puesto en un brete al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y nos recuerda, a quienes vivimos en países democráticos, que frente al totalitarismo no cabe el diálogo, sino la aplicación tenaz de la ley.


En un primer momento, y ante la estupefacción, el gobierno de Zapatero ha recurrido a la hipótesis de la irracionalidad de ETA para "explicarse" porque esa banda perpetra un atentado en medio de lo que – se presumía- era un auspicioso "proceso de paz" entre el propio gobierno y los etarras.
Craso error. No son los terroristas etarras los irracionales, sino un gobierno que – desafiando la lógica- pretendió que bastaba la voluntad pacifista de una de las partes para domesticar a ETA. La banda terrorista, ante la manifiesta debilidad del gobierno (no hay gobierno más débil que aquél que abdica de la fuerza de la ley poniéndose a merced de quienes simplemente quieren destruirlo), hizo lo más "racional" en la lógica del totalitarismo: Subir la apuesta y usar su arma de "persuasión" más eficaz: La violencia.
El mensaje es claro: ETA no piensa renunciar a la violencia que le es consustancial de la misma manera que nada tiene que ganar – en su lógica totalitaria- comportándose como una fuerza política ajustada a los límites de la ley y de la democracia. El disfraz político de ETA – adopte el nombre que adopte- no es más que eso: Un disfraz táctico para embaucar a los tontos. Huelga decir quién ha jugado en este fallido "proceso" el papel de tonto. La verdadera ETA, la de siempre, es una banda terrorista con objetivos totalitarios; jamás ha sido una formación política susceptible de avenirse a las reglas democráticas.
Los gobiernos de Felipe González y de José María Aznar lo entendieron claramente – tras reiterados fracasos de la vía pacifista y negociadora- ante la pertinacia de los etarras en la ruptura de treguas o virtuales armisticios. Irracionalmente, cargado de pacifismo bobalicón, Zapatero no lo ha entendido y ello le puede costar el gobierno, al tiempo que significará – por desgracia- una revitalización de la banda terrorista que, hasta el sorpresivo triunfo electoral del propio Zapatero, estaba contra la pared gracias a una infatigable persecución policíaca y a una inflexible interpretación y aplicación de la ley.
O Zapatero le da un giro radical a su estrategia de negociación a ultranza – y a espaldas de la ley y de la mayoría de los electores- o acelerará su caída política, sea gradualmente, con sucesivas derrotas electorales, o sea abruptamente, si la oposición recurre a la moción de censura, prevista en el artículo 113 de la Constitución española.
La lección, fuera de España, no por trágica deja de ser valiosa: La sociedad abierta no puede contemporizar con sus enemigos, so pena de ser destruida por ellos.

lunes, 1 de enero de 2007

Una reflexión para el 2007

Rescato del archivo este artículo que escribí hace cuatro o cinco años, con motivo de la Navidad y del fin de año.
Se habrá de excusar la vanidad, pero este texto - releído por casualidad- no está tan mal. Y, más importante que eso, podría ser hasta provechoso en este comienzo de año. Ahí va:
Un día, el mejor maestro que he tenido, Miguel Manzur Kuri, dictaba su clase –en la cual los alumnos al escuchar lo que en realidad hacíamos era compartir una sorprendente navegación por el río de las meditaciones del propio Manzur- cuando la nave virando de rumbo cambió de especie: Desde Heidegger, si mal no recuerdo, llegamos al Evangelio y de ahí al hallazgo de una maravillosa advertencia ("quien quiera salvar su vida, la perderá") que Manzur con los ojitos entrecerrados y su eterno "Delicados" sin filtro en la mano derecha diseccionó en nuestro beneficio moral.
Casi nunca sucedía. Casi nunca Manzur se aventuraba, en las clases de filosofía, por los caminos de la advertencia moral. En medio de su imprevisible navegación diaria se mantenía riguroso en el terreno propiamente filosófico, sin moralizar. Ese día sucedió. Manzur, dicho lo que tenía que decir, abrió los ojos, dio una chupada al cigarro que se consumía olvidado entre el dedo índice y el cordial y se excusó como quien se ha dejado llevar por el río en lugar de controlar la nave: "Perdonen, muchachos, en mis tiempos estas cosas, como la que acabo de decir, las decían los jesuitas, pero como ahora ya los jesuitas no hablan de ello alguien tenía que decírselos". Hasta ahí el desliz de Manzur y volvimos a Heidegger.
Valga esta excusa también para mí en esta ocasión. Alguien tendrá que hacerlo, hablar de estas cosas, ahora que los obispos gustan de perorar sobre salarios mínimos, aventuran hipótesis sobre asesinatos misteriosos y predican no la salvación del alma sino la versión recalentada del periódico de ayer.
Ayer hablé de la Navidad y se me escapó, ¡vaya paradoja!, la fuga del tiempo que era el segundo asunto prometido en el título. Antes de que el tiempo se nos vuelva a escapar, digo dos cosas: Una. Que la Navidad es una noticia tremenda porque, de ser cierta y creo que lo es, significa que la eternidad se instaló en un alarde en medio del tiempo fugaz.
Segunda cosa a decir sobre el tiempo fugaz: Recuerdo las líneas, pero no puedo recordar al autor: "Como la hierba somos/ fulgor de un de sol abril/ resplandor que se aleja…" Líneas que son la enésima versión sobre la caducidad que nos agobia (y de la cual nos vino a rescatar el niño en el pesebre) y que ya el pagano Horacio había formulado: "Dum loquimur, fugerit invida aetas: Carpe diem, quam minimum credula postero". O dicho en español: "Mientras hablamos, huye el envidioso tiempo: Aprovecha el día, no confíes lo más mínimo en el mañana".
Si uno cita en latín la famosa sentencia (Carpe diem o cuida el día) y despierta sospechas, siempre queda la opción de minimizar el plomazo de la cita clásica diciendo que "Carpe diem" es el nombre de un bar de mala muerte que queda en el camino a casa saliendo de la oficina.